El Espíritu
"Jesús le contestó: —Te digo la verdad, nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace de agua y del Espíritu", Jn 3:5Nacer de "de lo alto" es explicado con la frase nacer del agua y del Espíritu. Nicodemo como buen maestro judío podría recordar la escritura que dice: “Entonces los rociaré con agua pura y quedarán limpios. Lavaré su inmundicia y dejarán de rendir culto a ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos y se aseguren de obedecer mis ordenanzas", Ez 36:25-27. El Espíritu determina una nueva creación, un nuevo nacimiento. Juan nos dice: "pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios.", Jn 1:12-13. El Espíritu nos lleva a tomar conciencia de nuestra condición como pecadores y la necesidad de Dios. El Espíritu todo lo descubre porque la luz todo lo examina. El Señor nos invita a trascender y superar los propios límites. Es cuando comienza un proceso de liberación que se traduce como transformación. Dios nos desafía a tener una nueva perspectiva que provoque una resonancia interior. Dejemos que su Espíritu penetre en profundidad, que llegue al corazón y nos haga "otra persona". Aceptemos una Palabra que nos supere. "Así que no te sorprendas cuando digo: “Tienen que nacer de nuevo”, Jn 3:7
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox
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