domingo, 2 de mayo de 2010

La mision de todo el Pueblo de Dios

La misión de todo el Pueblo de Dios«El poder del Señor estaba con ellos, y un gran número creyó y se convirtió al Señor» Hechos 11:21

Cada cristiano es llamado a participar y a ejercer el sacerdocio universal de los creyentes. La misión tiene lugar por doquiera. Impulsados por la fe, los cristianos cruzan la frontera entre los que creen y los que no creen, y del otro lado de esa frontera dan testimonio de su fe. Dado que Dios es un Dios misionero el pueblo de Dios es un pueblo misionero. El Espíritu ha sido derramado sobre todo el pueblo de Dios, no sólo sobre unas personas seleccionadas. La comunidad de fe es la portadora primaria de la misión.

La misión no procede primordialmente de alguna sociedad misionera u agencia, movimiento, organización o institución, sino de una comunidad de fe reunida alrededor de la Palabra y los sacramentos que se reconoce como enviada al mundo donde todos están involucrados directamente. Es un deber que alcanza a la totalidad de la Iglesia.

Moltmann en su tesis sobre la teología del futuro dice: «Se dirigirá no únicamente hacia el servicio divino en la Iglesia, sino también hacia el servicio divino en la vida cotidiana del mundo». Este servicio se ofrece en la forma de la vida común y corriente de la comunidad cristiana «en tiendas, aldeas, granjas, ciudades, aulas, hogares, oficinas legales, consultorios, en la política, el gobierno y la recreación»[1] La iglesia esta juntamente con los demás seres humanos, sujetos a las condiciones sociales, económicas y políticas de este mundo. En esta perspectiva, Karl Barth (citado por David Bosch) comenta: la Iglesia es «el pueblo de Dios en medio de los acontecimientos mundiales» y la «comunidad para el mundo»[2]

Hoy, como iglesia, nos enfrentamos a desafíos profundos como el que todavía hay 4 mil millones de personas que no conocen al Señor. La iglesia debe asumir plenamente y sin tardanza su responsabilidad en la evangelización mundial. Es el imperativo general. Porque hay millones de personas que no han tenido todavía el derecho humano de recibir el evangelio.

CLADE III [3] señala: «Toda la iglesia es responsable de la evangelización de todos los pueblos, razas y lenguas. Una fe que se considera universal, pero que no es misionera, se transforma en retórica sin autoridad y se hace estéril. La afirmación de que toda la iglesia es misionera se basa en el sacerdocio universal de los creyentes. Es para el cumplimiento de esta misión que Jesucristo ha dotado a su iglesia de dones y del poder del Espíritu Santo».

Este cumplimiento demanda el cruce de fronteras culturales, políticas, sociales, lingüísticas, geográficas y espirituales hasta aceptar todas sus con­secuencias. Estamos hablando de un mensaje integral de salvación y esta dirigido a todo ser humano considerando la totalidad de su persona. «Hemos sido enviados al mundo para amar, servir, predicar, enseñar, sanar y liberar»[4] y «Cada persona tiene derecho a oír las Buenas Nuevas»[5]. Dios «no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 P 3:9). La misión es universal e integral.

La declaración de la consulta de la WEF (Alianza Evangeliza Mundial, WEA) en Wheaton‘83, sobre la misión y naturaleza de la iglesia afirmo: «El mal no sólo se encuentra en el corazón humano sino también en las estructuras sociales… La misión de la Iglesia incluye tanto la proclamación del evangelio como su demostración. Debemos entonces evangelizar, responder a las necesidades humanas inmediatas y presionar por la transformación social »

La Palabra hecha carne
La encarnación es el modelo para la misión de la Iglesia (S. Juan 20:21). La misión se hace en palabra y obra. «La palabra no puede nunca, por tanto, divorciarse de la acción, del ejemplo, de la «presencia cristiana», del testimonio de vida. La «Palabra hecha carne» constituye el evangelio. La acción sin palabra es muda; la palabra sin acción es vacía»[6].

Hablando del discipulado Stott dice: «incluirá un llamado a colaborar con el Señor en el trabajo del Reino. Dirigirá su atención a las aspiraciones de hombres y mujeres comunes y corrientes en la sociedad, sus sueños de justicia, seguridad, estómagos llenos, dignidad humana y oportunidades para sus hijos». Dios llama a las personas a la misión y en eso consiste la evangelización. Es un llamado al servicio donde «ganar personas para Jesús es ganar su lealtad para las prioridades de Dios».[7]

En la Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias celebrado en Uppsala (CMI-1968), Visser’t Hooft compartió:
«Un cristianismo que ha perdido su dimensión vertical ha perdido su sal y no sólo se ha vuelto insípido en sí, sino inútil al mundo. Pero un cristianismo que hace uso de la preocupación vertical como un medio para eludir su responsabilidad para (y en) la vida en común del hombre es una negación de la encarnación » [8]

La Iglesia debe estar en el mundo pero siendo distinta del mundo. Las estructuras de la iglesia no deben obstaculizar el servicio relevante al mundo separando al creyente de la sociedad. Debemos encontrar un equilibrio entre el “Pueblo de la Iglesia” y la “Iglesia del Pueblo”. El trabajo en la Iglesia como la acción a favor de la justicia, la misericordia y la verdad deben ir juntas. Nuestras estructuras se pueden transformar en heréticas si vamos solo hacia un lado o solo hacia el otro. La iglesia no es un fin en si mismo; existe a favor de los demás pero a su vez no podemos abarcar toda la agenda del mundo.

«La Iglesia se reúne para alabar a Dios, para disfrutar de la comunión mutua y recibir sustento espiritual, y sale para servir a Dios dondequiera que estén sus miembros. Está llamada a mantener en «tensión redentora» su doble orientación». Nunca vamos a introducir totalmente el Reino de Dios en la tierra hasta que el Señor venga; pero somos llamados a mostrar la evidencia de este Reino como comunidad y anticipo del mismo que afecta la totalidad de la vida. «La palabra final de la Iglesia no es la ‘Iglesia’ sino la gloria del Padre y el Hijo en el Espíritu de libertad» (Moltmann citado por Bosch) [9]. Se espera que la iglesia sea creíble como anticipo del Reino y comunidad de reconciliación, paz y vida nueva.

En el Nuevo Testamento encontramos que muchos dones fueron otorgados a individuos para beneficio de todos. El don del sacerdocio nunca se menciona; en su lugar nos encontramos con el texto de 1 P. 2:9 que dice que somos «linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable».

Dios confió el don del sacerdocio a todo el pueblo de Dios; por la cual podemos decir que «Por medio de él, y en honor a su nombre, recibimos el don apostólico para persuadir a todas las naciones que obedezcan a la fe» (Ro. 1:5). En este marco la iglesia es para todos y con todos. Cada creyente sea ministro, laico, misionero es proyectado al trabajo de solidaridad con todo el Cuerpo de Cristo y el Mundo. La clave es reconocer que la tarea le pertenece a la iglesia toda y actuar en consecuencia.

La vida en misión es un privilegio.

Dimensiones del desafio
Los desafíos también incluyen las grandes ciudades multiculturales; la evangelización del occidente; el testificar la singularidad de Jesucristo en el mundo de la pluralidad religiosa y entre las etnias no alcanzadas donde estas se encuentren (ya sea en las grandes ciudades o en países de acceso restringido); la lingüística y traducción de la Biblia a toda lengua, la contextualización; el ser agentes de reconciliación en un mundo de violencia, opresión, pobreza, injusticia, de gente desplazada, de refugiados, de inmigrantes, en medio de la persecución religiosa y del profundo nivel de su sufrimiento.

Debemos asumir nuestro papel en cuestiones de medio ambiente y de toda la creación de Dios. Una participación responsable y efectiva en la sociedad local-global en aspectos sociales, políticos y económicos. La profundización del conocimiento bíblico a través de una enseñanza sistemática en las iglesias locales; en la maduración de modelos de liderazgo que promuevan el trabajo de equipo y la participación activa de los creyentes.

Necesitamos tener una real comprensión de la unidad del pueblo de Dios, una mayor participación en el movimiento misionero mundial, haciéndonos partícipes de la iglesia universal, compartiendo los desafíos globales en una acción integral del evangelio; una sincera búsqueda de modelos cooperativos; y entender a las misiones como un proceso que involucra a toda la iglesia.

Como iglesia, tomemos parte en la misión de Dios en el mundo anunciando que: «El tiempo ha llegado, el reino de Dios está cerca, arrepiéntanse y crean en el evangelio» (Marcos 1.15, Mateo 4:17). «Vengan, síganme –les dijo Jesús- y los haré pescadores de hombres» (Mateo 4:19) Llevemos todo el evangelio a todo el mundo hasta que el Señor vuelva. Que este sea nuestro entendimiento de la misión, con la participación de la iglesia, mirando hacia el reino de Dios.

Carlos Scott
Mision GloCal
English Blog: http://glocalmission.blogspot.com/

[1]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich. : Libros Desafío, 2000, pp. 575-576
[2]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich. : Libros Desafío, 2000, p. 462
[3] CLADE III, Declaración de Quito, Tercer Congreso Latinoamericano de Evangelización (Quito, Ecuador, 1992)
[4]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich. : Libros Desafío, 2000, p. 503
[5]Misión y Evangelización-Una afirmación ecuménica (Documento del Consejo Mundial de Iglesias sobre la misión y la evangelización, ME 10, publicado en 1982)
[6]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich. : Libros Desafío, 2000, p. 513
[7]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich. : Libros Desafío, 2000, p. 511
[8]Upsala 1968. Informes, declaraciones y alocuciones, Sigueme, Salamanca,1969, p.318
[9]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich. : Libros Desafío, 2000, p. 471 y 461

sábado, 10 de abril de 2010

La Misión Transcultural

La Misión Transcultural

Cuando hablamos sobre la misión transcultural primeramente estamos hablando de la misión de Dios (missio Dei). Dios es un Dios misionero. La misión existe simplemente porque Dios ama a las personas. Dios quiere rescatar a la humanidad de su deshumanización en lo moral, espiritual, físico, intelectual, social, económico, político y cultural. El establecimiento de su reino es la misión de Dios. Podemos concebir a la misión como un movimiento de Dios hacia el mundo donde la Iglesia es un instrumento para esa misión. La iglesia tiene el privilegio de participar pero la misión no es suya y no le pertenece a ningún proyecto privado. «La Iglesia se encuentra al servicio del movimiento de Dios hacia el mundo»[1].

La misión transcultural implica extendernos a todas las etnias de la tierra ocupándonos de los diferentes aspectos de la vida de la gente. La iglesia es el agente de la misión no su meta. La iglesia no es el reino de Dios sino su comunidad. La iglesia es comunidad del reino de Dios que participa en la misión universal (transcultural). La iglesia no existe para si misma sino para servir a la humanidad y anunciar la inauguración del reino de Dios en la persona de Jesucristo. La iglesia es misionera por su naturaleza, dimensión e intención.

Jesús es el reino de Dios encarnado. «El reino de Dios, no es una ética, ni una ideología social sino el mensaje que se centraliza en una persona; la persona de Jesús el Mesías»[2]. El reino está presente pero no se ha consumado por lo tanto el reino ha de venir. Es un “ya” y “todavía no”. En su misión, la iglesia testifica la plenitud de la promesa del reino de Dios y participa en la continua lucha de este reino contra los poderes de la oscuridad y el mal.

Podemos acercarnos a decir que la misión transcultural es cuando el pueblo de Dios se une a la misión de Dios cruzando intencionalmente barreras sociales, políticas, culturales, idiomáticas, étnicas, de iglesia a no iglesia, en palabra y obra, anunciando la venida del reino de Dios en Jesucristo, invitando a las personas a reconciliarse con Dios, consigo mismas, unas con otras y con el mundo, integrándose a la vida de la iglesia con miras a la transformación del mundo hasta que el Señor vuelva (Ver concepto de misión por Chuck Van Engen[3]).

Algunos pueden entender la misión transcultural en términos de plantar iglesias en otras latitudes como también en salvar a los individuos de la condenación eterna, otros la pueden percibir en categorías eclesiásticas, como la expansión de la Iglesia o de una denominación específica cruzando barreras geográficas y culturales. Pero si vamos a entender el evangelio y la misión conforme a toda la escritura de Génesis hasta Apocalipsis, lo tendremos que entender enfáticamente como “bendición a todas las etnias” en lo espiritual, físico y material abarcando los aspectos sociales, culturales, políticos y económicos. Al hablar de misión transcultural estamos hablando de un mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y esta dirigido a todo ser humano considerando la totalidad de su persona.

Por lo general hay una tensión entre lo que se denomina misión global y misión local. Muchas veces estos términos están enfrentados sin darnos cuenta que forman parte de la misma moneda. Debemos integrar las diferentes esferas según lo expresa el texto de Hechos 1:8. Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra describe las esferas o áreas de servicio donde lo local y global están integrados. Nos habla de ser testigos en forma “simultanea” y no hacer la tarea en forma secuencial. Ninguna área de servicio debe ser la más importante. Las mismas deben estar balanceadas o equilibradas dando dignidad, simultaneidad y atención a cada una.

El pacto de Lausana[4] expresa: “La iglesia que no es misionera es en sí misma una contradicción, y apaga el espíritu”. Según el pacto de Curitiba[5] «La misión no puede ser un departamento aislado de la vida de la iglesia, sino que hace parte de la propia esencia de ella, pues “o la iglesia es misionera o no es iglesia.” Así que la misión involucra a cada cristiano en la totalidad de su vida».

La iglesia ha sido llamada y enviada para participar en la misión de Dios. Este envío y mandato no es algo opcional (Mateo 28:18-20, Marcos 16:15, Juan 20:21, Hechos 1:8). Debe haber una moralidad de la Fe. Implica escuchar el grito de los pobres, oprimidos y perdidos. Debemos preguntarnos: ¿Por qué todavía el 27% de la población mundial no ha tenido acceso al evangelio o escaso acceso al mismo? ¿Qué pasa con los que no han tenido conocimiento del evangelio? Nuestro mundo tiene hoy 6.4 mil millones de gente que viven en 234 naciones geopolíticas, pero en más de 16.000 etnias. De esas etnias, más de 6.600 grupos permanecen como los menos alcanzados o no alcanzados integralmente. La iglesia necesita asumir un compromiso más intencional en la evangelización mundial. John Stott dijo: “La acción sin reflexión es fanatismo en acción pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda acción.”


Resumiendo decimos que la Biblia entera muestra el plan de Dios de reconciliar consigo todas las cosas por medio de Jesucristo (Colosenses 1:15-20). La iglesia es el instrumento de Dios para llevar a cabo su plan. La misión de Dios es un atributo de Dios mismo que se expresa en su accionar por redimir a la humanidad e invita a su iglesia a participar. El mundo es la escena de la actividad de Dios y no debemos retirarnos de él. El servicio al mundo es un servicio a Dios y es un reflejo del reino venidero de Dios independientemente de los resultados que se obtengan.
La misión es universal (transcultural) e integral. La misión integral sin ser universal se convierte en localismo. Es etnocentrismo y egoísmo. Nos ocupamos de la gente cercana pero no de la gente lejana. Por el otro lado, la misión universal sin ser integral se convierte en proselitismo. Corremos el riesgo de ocuparnos únicamente del aspecto religioso, personal, interno, pero sin ocuparnos de todos los aspectos de la vida humana de la gente.

CLADE III [6] señala: «Toda la iglesia es responsable de la evangelización de todos los pueblos, razas y lenguas. Una fe que se considera universal, pero que no es misionera, se transforma en retórica sin autoridad y se hace estéril. La afirmación de que toda la iglesia es misionera se basa en el sacerdocio universal de los creyentes. Es para el cumplimiento de esta misión que Jesucristo ha dotado a su iglesia de dones y del poder del Espíritu Santo».

Dios llama a todos los creyentes a participar y comprometerse en su misión.

Misión GloCal,
Tinogasta 5684(1408), Ciudad Autónoma Buenos Aires (CABA), Argentina

Teléfono: 54-11-4642-1036 E-mail: misionGloCal@ciudad.com.ar, licscott@yahoo.com.ar
English Blog: http://glocalmission.blogspot.com/

[1]Schmitz, Josef, 1971: Die Weltzuwendung Gottes: Thesen zu einer
Theologie der Mission. Imba-Verlag, Friburgo-B.
[2]Davies, Pablo: Ponencia El Reino de Dios y la Misión Transcultural, (Encuentro Nacional de la Red Misiones Mundiales, Córdoba, Argentina, 2002)
[3]Deiros, Pablo Alberto: Diccionario Hispano-Americano De La Misión. Casilla 711, 3000 Santa Fe - Argentina : COMIBAM Internacional, 1997

[4]Pacto de Lausana, Congreso para la Evangelización Mundial, (Lausana, Suiza, 1974)
[5]Pacto de Curitiba, Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (Curitiba, Brasil, 1976 )
[6] CLADE III, Declaración de Quito, Tercer Congreso Latinoamericano de Evangelización (Quito, Ecuador, 1992)

martes, 30 de marzo de 2010

“¡Señor no les tomes en cuenta este pecado!…”

“¡Señor no les tomes en cuenta este pecado!…”Acoso a los cristianos en el mundo islámico. Fuente: Diario El País, España.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Acoso/cristianos/mundo/islamico/elpepuint/20100310elpepuint_14/Tes La sucesión de ataques y expulsiones en varios países desata inquietud.

“Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban” Hechos 7:60 y 8:1.
“Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?... Yo soy Jesús, a quien tú persigues…”Hechos 9:4-5.

El artículo que salio en el diario El País de España refleja en parte la realidad que viven los cristianos en el mundo islámico. El poder abusivo y autoritario de los regímenes gobernantes nos recuerda el caso de Esteban que relata el capítulo 7 de Hechos de los Apóstoles. La intolerancia y persecución están a la vista.

Lucas en su evangelio expresa las palabras del Señor Jesucristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Jesús rogó por aquellos que le crucificaban y este Señor esta dispuesto a perdonar a los enemigos de su iglesia. Esteban en su grito final exclamo: “¡Señor no les tomes en cuenta este pecado!…

Lucas en los primeros capítulos de Hechos nos muestra un contraste muy interesante entre el pueblo y sus jefes. Los últimos son los que oprimían y perseguían a los cristianos no solo por motivos religiosos sino también de poder y control. En el capítulo 9 de Hechos el representante de esos jefes era Saulo. Se encontraba persiguiendo a la Iglesia pero el Señor le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues…”. La relación entre Jesús y la Iglesia implicaba que perseguirla a ella era perseguirle a él. Se produjo entonces un encuentro con el poder transformador del Señor que tocó la vida de Saulo. Nuestros enemigos pueden transformarse en hermanos en Cristo.

Lo cierto es que lo sucedido en el comienzo del cristianismo también esta pasando hoy. Países en que los poderosos persiguen a los cristianos o buscan modos de que su voz no se oiga. En estas situaciones algunos pueden estar tentados a pensar que debe haber una destrucción total de los malos antes que ellos nos destruyan. Esas palabras serían de condenación odiando a los malos y convencerse que para ellos no hay esperanza de salvación. Pero justo aquí se interpone el relato de la conversión de Saulo que muestra el poder transformador del evangelio. El evangelio de Jesucristo nos ha alcanzado a nosotros y ahora puede alcanzarles a ellos.

Nuestra oración en este momento es por aquellos que persiguen a su iglesia, maltratan, excluyen, descalifican y matan. Orar para que tengan un encuentro con el Señor como lo tuvo Saulo. Que el Mesías se les aparezca en medio de su camino y lo que parece ser un poderoso e implacable enemigo caiga al suelo como cayo Saulo. Que se quite el abuso del poder, la injusticia y la persecución. Oramos por una transformación radical en las personas y que se experimente el nuevo nacimiento en Jesucristo. Oramos por la iglesia y por todos aquellos que están pasando situaciones de persecución.

Renovemos nuestra confianza en el Señor que nos dice: “Edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).

Carlos Scott
Misión GloCal