domingo, 19 de junio de 2022

Crueldad

 Culpable de excesiva misericordia

“Los maestros de la Ley y los fariseos llevaron al templo a una mujer. La habían sorprendido teniendo relaciones sexuales con un hombre que no era su esposo. Pusieron a la mujer en medio de toda la gente, y le dijeron a Jesús: —Maestro, encontramos a esta mujer cometiendo pecado de adulterio. En nuestra ley, Moisés manda que a esta clase de mujeres las matemos a pedradas. ¿Tú qué opinas?... Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en el suelo con su dedo,... Jesús se levantó y les dijo: —Si alguno de ustedes nunca ha pecado, tire la primera piedra. Luego, volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el suelo. Al escuchar a Jesús, todos empezaron a irse,... Entonces Jesús se puso de pie y le dijo: —Mujer, los que te trajeron se han ido. ¡Nadie te ha condenado!... —Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.”, Jn 8:1-11
Jesús se encuentra en una escena donde es probado. Estaba enseñando y lo interrumpen para tomar partido sobre un episodio escandaloso.
Jesús comienza a escribir en el suelo. Seguramente no escribía el reglamento o estatuto de la institución. Parece que no le interesan las discusiones de nuestros artículos y códigos. Lo que le interesa es que una mujer es tratada sin piedad por gente que está fanáticamente escandalizada.
Jesús denuncia la crueldad e hipocresía de aquellas personas y continúa escribiendo sobre la tierra y la arena. El código de Jesucristo se llama “misericordia” y nos busca para vivir otra ley diferente.
Jesucristo parece ser una persona peligrosa cuando revela su exceso de misericordia. 
Su escritura no deja de ser misteriosa y no puede ser esculpida en un corazón de piedra. La misericordia no se escribe sobre una materia dura, pero se puede trazar en un corazón de carne.
Dios no ha hecho al ser humano de piedra. La piedra es estéril pero la tierra puede ser fértil. Las piedras que podemos llegar a lanzar no pueden producir nada bueno, pero la misericordia es fecunda.
En este día queremos tomar las palabras de Jesús: “Tampoco yo te condeno. Puedes irte y no vuelvas a pecar”
Carlos Scott   
Foto de Gilbert Lennox

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