martes, 19 de diciembre de 2023

Un camino

 Descubrimiento

En la búsqueda y descubrimiento de la persona de Jesús también emprendemos un camino para conocernos a nosotros mismos. Es un camino áspero, duro y complicado porque debemos enfrentarnos con quien soy en realidad. Es proyectarnos o mirarnos ante un espejo y descubrir lo más profundo de nuestro ser. Es aquí donde comienzo a descubrir mis contradicciones, ambigüedades, miedos, resistencias, cobardías, mentiras, hipocresías. Es dejar que salgan a la luz mis pensamientos secretos, las intenciones nunca manifestadas, ambiciones inconfesables. Es un viaje incómodo conocer la confusión del corazón. El evangelio nos anima para que nos acerquemos a la luz y busquemos la opción por la verdad que nos hace libres. Es un viaje hacia el Invisible pero real. Ese invisible por un lado puedo ser yo mismo. “Nadie parece darse cuenta de los errores que comete. ¡Perdóname, Dios mío, ¡los pecados que cometo sin darme cuenta! ¡Líbrame del orgullo! ¡No dejes que me domine! ¡Líbrame de la desobediencia para no pecar contra ti! ¡Tú eres mi Dios y mi protector! ¡Tú eres quien me defiende! ¡Recibe, pues, con agrado lo que digo y lo que pienso!, Sal 19:12-14. “Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida”, Pr 4:23. Jesús nos dice: —Te aseguro que si una persona no nace de nuevo no podrá ver el reino de Dios.”, Jn 3:3. En el momento que confieso mi propio fracaso y el deseo de nacer de lo alto el Señor nos dice: “¡Sígueme!”. Todo vuelve a comenzar. El tiempo que nos queda es el tiempo de nacer.

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