Salud
“Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista para que contara acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por su testimonio. Juan no era la luz; era solo un testigo para hablar de la luz. Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo”, Jn 1:6-8El evangelio de Juan nos presenta que la salud física, emocional y espiritual está directamente vinculada con aquel que dijo «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida», Jn 8:12. Es una luz molesta e indiscreta porque descubre nuestras miserias, limitaciones y mezquindades. “Es una luz que no se resigna a ser un puro adorno, sino que compromete, que exige cambios dolorosos en nuestra existencia”. Es una luz fastidiosa y provocativa que nos lleva muchas veces a resistirla y oponernos “porque la luz es lo que hace que todo sea visible”, Ef 5:14. Nos colocamos las manos sobre nuestros ojos en vez de rendirnos ante ella. Solemos creernos personas buenas, razonables, proyectando una imagen de gente correctamente calificada y honesta hasta que la luz nos descubre. Lo paradójico es que hay personas que pierden la vida y odian la luz por su afán de evitar la luz en vez de aceptarla, reconocerla y experimentar un nuevo comienzo. Lo que nos puede dar salud y salvar es lo que muchas veces rechazamos, Jn 3:16-20. “Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas”, Sal 147:3
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox