Celebrar la vida
Juan en el capítulo dos de su evangelio nos habla de una fiesta, una boda; en una aldea llamada Caná de Galilea. Jesús afirma la importancia de compartir la alegría y felicidad. Dios quiere que celebremos la vida. Nos quiere colocar un “traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento”, Is 61:3
Nos encontramos en una casa humilde. Es la periferia y no hay tantos recursos económicos. En un determinado momento la fiesta se quedó sin vino. María se angustió, se acercó a Jesús y le compartió la dificultad. No tener vino en una fiesta de boda implicaría vergüenza y humillación. Sin vino, decían los rabinos, no hay fiesta.
Cuando nuestras vidas pierden sabor y no hay ganas de celebrar la vida debemos recordar las palabras de María a los sirvientes: “Hagan lo que él les ordene”.
Jesús transformó el agua en el mejor vino y lo mejor apareció al final. Lo mejor está por venir y cada día con Jesús es mejor que el anterior, una gracia nueva, algo nuevo por entender y descubrir.
Invite a Cristo, obedezca a Cristo, disfrute a Cristo. La gracia abunda y sobreabunda para todos, Ro.5:20. Cuando Jesús entra en la vida de una persona es como convertir el agua en vino. Jesús es la alegría de la humanidad.
Carlos Scott
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