sábado, 12 de febrero de 2022

Fiesta

 "Hagamos fiesta", Lc 15:1-32

Esta parabola nos habla de una padre amante que recibe a sus hijos en el fracaso de sus vidas.

Muchos creen que estar perdido es estar lejos de una determinada estructura religiosa e institución. Lo cierto es que puede haber gente cerca del templo pero lejos de Dios.

Estamos perdidos cuando nos volvernos legalistas, sin misericordia y amor. Esto fue lo que le paso a un hijo que nunca había abandonado la casa familiar. Este hijo cuando vio que la casa se lleno de alegría por la vuelta del hermano menor, un poder oscuro salio a la luz. No disfrutaba la alegría de vivir y se negó a participar de la fiesta familiar.

Lo cierto es que hay mucho resentimiento entre los “justos”, los “rectos”. A veces hay mucho juicio, condena y prejuicio entre la gente que esta muy preocupada por evitar el “pecado”. Cuando nos dejamos llevar por cierto fanatismo de normas, reglas, estatutos, descalificando y actuando con justicia propia, nos volvemos menos libres, perdemos la alegría y la gracia. Nos volvemos personas “duras”.

¿Quién nos puede librar de todo esto? Solo lo puede hacer la mano de Dios que nos invita a creer, confiar y movernos en un espacio de Gracia. Como hijos somos llamados a despojarnos de aquello que nos hace esclavos y dar pasos hacia la libertad.

En esta parábola descubrimos como es nuestro Dios. Es un corazón lleno de misericordia infinita. En el amor de Dios hay lugar para todos. Jesús es el camino de Dios para hacer que lo imposible sea posible, para dejar que la luz conquiste la oscuridad.

Carlos Scott

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