¿Tuviste la experiencia de ver una situación amarga transformada en algo dulce?
Dios es un especialista en convertir el agua amarga en agua dulce. “Moisés le pidió ayuda a Dios. Entonces Dios le mostró un arbusto y le ordenó que lo arrojará al agua amarga. Moisés así lo hizo, y al instante el agua se puso dulce. En ese mismo lugar Dios puso a prueba a los israelitas”, Ex 15:25
Las pruebas pueden venir cuando nos encontramos en el desierto, Dt 8:2-3. El pueblo encontró agua pero era amarga y no pudieron satisfacer su sed. Podemos vivir en el dolor, la tristeza y la desilusión cuando enfrentamos una situación amarga.
Otras veces el agua amarga es sinónimo de exclusión e indiferencia. Falta la dulzura de la inclusividad y la empatía. El agua es amarga cuando no respetamos la dignidad de las personas. Falta la dulzura de la misericordia y la compasión. Buscamos una fuente que tenga que ver con la ternura, el apego, la pertenencia y el amor.
El agua amarga se puede transformar en dulce cuando seguimos el consejo de Dios: «Yo soy su Dios. Yo soy quien les da salud“, Ex 15:26. Nos invita a beber el agua que nos quita la sed, la que nos da libertad, dignidad y valor como seres humanos. Es el agua de la frescura, que nos da la bienvenida y la que limpia nuestra suciedad del polvo del camino. Es el agua que nos enseña amar y vivir con ternura
Jesús nuevamente se pone de pie en nuestro medio y nos dice: “—¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.”, Jn 7:37-39
Para Pensar: ¿Cómo te ha afectado la desilusión y el dolor? ¿Qué pasos tendrías que dar para comenzar a transformar lo amargo en algo dulce?
"El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como un jardín bien regado, como un manantial cuyas aguas no se agotan." Isaías 58:11
Carlos Scott
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