¿Será bueno pedir y tener todo lo que deseamos?
“Tengamos cuidado con lo que deseamos… porque lo podemos obtener”. Esta frase resume un poco las inesperadas y nada placenteras consecuencias con algunos de nuestros deseos.
Muchas veces, nosotros no sabemos qué es lo mejor para nosotros. Después que Dios liberara a los israelitas de la esclavitud egipcia, él se convirtió en su Rey. El pueblo reconoció esto y cantaron: “El Señor reina por siempre y para siempre”, Éx 15:18.
Cientos de años más adelante vinieron los jueces de Israel quienes fueron nombrados por Dios y sirvieron para gobernar. El pueblo observó que el sabio y buen juez Samuel, se estaba poniendo viejo y que sus hijos eran personas que gobernaban pervirtiendo la justicia y aceptando sobornos.
Todo este contexto fue lo suficientemente razonable para pedir un Rey como lo tenían todas las naciones, pero esta actitud entristeció a Samuel y a Dios. ¿Cuál era el problema? El Señor le dijo: “Considera seriamente todo lo que el pueblo te diga. En realidad no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos”, 1 Samuel 8:6-7.
A veces pedimos cosas que resisten la dirección de Dios y entran en conflicto con nuestras propias vidas. Esto nos lleva a perder la fe y nuestro distintivo como pueblo de Dios. El resultado fue que ellos eligieron un rey (Saúl) quien sería un tirano, 1 S 8:9-18.
"Ten cuidado con lo que pides,… porque lo puedes obtener." Cualquier petición que está fuera de la dirección de Dios puede dañar nuestras vidas y causar dolor a los que más queremos. No todo lo que pedimos y deseamos es realmente lo que necesitamos.
Para pensar: ¿Qué “deseos” tienes que si se llegaran a cumplir, te llevarían a una falsa seguridad o dañarían tu fe? ¿Cuáles son las cosas que nos distraen en lugar de escuchar y seguir la dirección de Dios? ¿Qué es lo que realmente necesitamos?
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