lunes, 16 de mayo de 2022

Resistencias, fugas y malentendidos

Un encuentro en el camino
“Entonces la mujer le dijo: —Señor, déme usted de esa agua, para que yo no vuelva a tener sed, ni tenga que venir aquí a sacarla. Jesús le dijo: —Ve a llamar a tu esposo y regresa aquí con él.  —No tengo esposo —respondió la mujer. Jesús le dijo: —Es cierto, porque has tenido cinco, y el hombre con el que ahora vives no es tu esposo. Al oír esto, la mujer le dijo: —Señor, me parece que usted es un profeta. Desde hace mucho tiempo mis antepasados han adorado a Dios en este cerro, pero ustedes los judíos dicen que se debe adorar a Dios en Jerusalén. Jesús le contestó: —Créeme, mujer, pronto llegará el tiempo cuando, para adorar a Dios, nadie tendrá que venir a este cerro ni ir a Jerusalén…”, Jn 4:15-24.
Jesús nos suele encontrar en el camino. Muchas veces este camino que solemos recorrer está salpicado de resistencias, fugas y malentendidos.
Jesús nos ofrece una vida que puede saciar nuestra búsqueda; el sentido de la existencia y su propósito. Deja al descubierto nuestra necesidad y nos hace conscientes de lo que no tenemos. Solo Él puede saciar nuestra sed interior.
La mujer muestra su cansancio, le falta significado y no tiene orientación. Está cansada de trabajar para nada y su situación matrimonial así lo refleja.
Jesús consigue abrir una brecha y la mujer se salva en el momento que pide. Jesús nos pide romper con nuestra situación de dispersión, de multiplicidad. Él busca nuestra lealtad y seguimiento.
Una vez más nuestro buen Dios muestra que su amor es más fuerte que todas las infidelidades que podemos cometer. Dios no se resigna a que estemos separados de Él y está dispuesto a rehacer nuestra historia y volver a empezar. El quiere que salgamos de nuestro propio encierro, insuficiencia y precariedad.
“Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo adoren como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque así es como el Padre quiere ser adorado. ¡Y ese tiempo ya ha llegado!”, Jn 4: 23-24
Carlos Scott

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