El cansancio de Dios
“Eran como las doce del día, y Jesús estaba cansado del viaje. Por eso se sentó a la orilla del pozo,... En eso, una mujer de Samaria llegó a sacar agua del pozo. Jesús le dijo a la mujer: —Dame un poco de agua... ¿Cómo es que me pide agua a mí, que soy samaritana?”, Juan 4:6-9
Siendo las doce del mediodía en el borde de un pozo y en lo cotidiano de la vida se produce un encuentro no programado.
Jesús se detiene porque está cansado y no porque quiere convertir a alguien en particular. El siente calor y está sediento. No se trata de convertir a nadie.
Una mujer llega al pozo y su problema es el agua y no la confesión de sus pecados. Esta mujer ha elegido la peor hora para sacar agua dado que el sol pega muy fuerte. Es una hora incómoda, pero prefiere evitar encontrarse con la lengua de otras mujeres sobre su persona
Jesús rompe los esquemas al traspasar barreras y prejuicios. Parece poco conveniente hablar con una mujer que no es bien vista por los demás.
Jesús maestro de libertad no discrimina y viola prohibiciones impuestas por los fanatismos. Su comportamiento parece escandaloso y mendiga un sorbo de agua de la mujer. El rico toma el papel del mendigo.
El agua constituye el tema obligado, pero Él hace referencia a una fuente que no tiene nada que ver con aquel pozo. Está hablando de otro tipo de sed. Se despierta la curiosidad y todo se convierte en un encuentro peligroso.
En la conversación Jesús no se deja aprisionar por el pasado y las diferencias religiosas. Él se revela como el Mesías y nos confronta a todos con el aquí y ahora. A partir de ese momento lo más importante para la mujer no es sacar el agua sino beber de otra agua que solo Jesús puede dar.
Caminar implica cansarse y Jesús camina y camina en búsqueda del ser humano. El ser humano es su cansancio, pero no claudica. El agua que nos ofrece para beber es un manantial que nos da la vida entera.
"Jesús le contestó: —Cualquiera que bebe del agua de este pozo vuelve a tener sed, pero el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un manantial del que brota vida eterna", Jn 14:13-14
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