La escena principal
“Así que cuando los samaritanos fueron a su encuentro le insistieron en que se quedara con ellos. Jesús permaneció allí dos días, y muchos más llegaron a creer por lo que él mismo decía. —Ya no creemos sólo por lo que tú dijiste —le decían a la mujer—; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo.”, Jn 4: 25-42
El verdadero testigo se limita a sugerir y deja entrever una realidad fascinante. Es capaz de encender una chispa que despierta una espera, un deseo secreto y escudriña dentro de una nostalgia.
Es una persona que no mendiga un reconocimiento. Su característica es la pasión y la discreción. Es capaz de iluminar, pero también de eliminarse. Debe saber acercarse, pero también saber desaparecer en el momento oportuno.
La mujer Samaritana dijo: "Vengan a ver" y no vengan a verme. No se trata de una estructura, etiqueta, organización o determinados sistemas con sus personajes.
El protagonismo principal siempre es y lo tiene Jesús. Se trata de "Dios con nosotros" y como los Samaritanos lo hemos oído y experimentado. Ahora sabemos que Jesús es el único Salvador para la "vida entera".
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