La misión en unidad
“Cada vez que sentimos que la vida es demasiado complicada o demasiado fracturada - muchas piezas para resolver, demasiada diversidad, demasiadas diferencias- entonces la Trinidad, el Dios que es uno y que es tres, nos recuerda que construyó la unidad y la diversidad en el propio diseño de la vida. Podemos confiar en la unidad, y debemos saborear la diversidad. Esa es nuestra única esperanza de llevarnos bien en nuestras comunidades. Él es un Dios de paz y no un Dios en pedazos."
Cristo es la verdadera señal de unidad y desde su principio, el Señor nos ha desafiado al trabajo en equipo. José Miguez Bonino nos habla que «la misión puede ser el principio material de nuestra unidad». La cooperación en la tarea práctica de la misión es el primer paso hacia una unidad más profunda.
El cuerpo de Cristo desde su perspectiva es indivisible y la unidad ha sido lograda por medio de Jesucristo. Jurgen Moltmann comenta que nuestro pasado puede ser denominacional, pero nuestro futuro es ecuménico. Nuestro gran desafío es cómo convivir en la diversidad.
Ser una comunidad trinitaria implica que hay diversidad sin uniformidad, diferencia sin división y distinción sin individualismo. La comunidad de la iglesia debe ser como una danza de vida y amor. Debemos dejar la división, pero no la diferencia; dejar la uniformidad, pero no la diversidad; dejar el individualismo, pero no la distinción y personalidad.
La comunidad implica hacer espacio para otros/as, vaciarnos de nosotros mismos y ser humildes. Respetar, dar dignidad y tener una relación cara a cara.
Carlos Scott
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