“A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. El ángel se acercó a ella y le dijo: —¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo. Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo. —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.” Lucas 1:26-31
¿Puede alguno/a de nosotros/as imaginar la fe gigantesca que María debió tener? Era joven. Era virgen. Probablemente sus expectativas no iban más allá de llevar una vida común en un pueblo poco conocido de Galilea. Entonces llegó el mensaje del cielo.
Ser visitada por un ángel habría sido milagroso en sí mismo. ¡Pero las palabras! Esas palabras poderosas: “María, el Señor está contigo”. El creador del universo te eligió y “te ha concedido su favor”. “Quedarás encinta” de una manera única, que ninguna mujer ha experimentado antes. Virgen y, sin embargo, embarazada. Es un concepto difícil de comprender para nosotros. En María, Dios hizo algo completamente único. La concepción virginal es algo que nos cuesta creer si pensamos que el Creador nunca podrá hacer algo especial por única vez.
María es una figura clave, digna de ser considerada en tiempos de Navidad. Se le pidió que creyera en algo que muchos de nosotros luchamos con tan sólo imaginar. Cuando te encuentres perdido o desesperado, debes saber que tienes la misma capacidad extraordinaria de fe que tenía María. Ella era un ser humano como vos y como yo.
¿Cómo puedo fortalecer mi fe todos los días? ¿Qué otras personas me inspiran con su fe extraordinaria? ¿Estaré preparado cuando llegue el momento en que me haga falta mucha fe?
Oración para hoy: Señor, ayúdame a confiar en ti en las decisiones que tomas. Ayúdame incluso a tener la medida de fe que tuvo María. Señor, hace lo que quieras en mi vida. Fortaléceme todos los días en la confianza de tu mensaje y de tu gracia.
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