EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS
Cómo anhelamos conocer el principio de todas las cosas. Las palabras inaugurales del Evangelio de Juan ubican al Hijo de Dios justo allí, al principio: «En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios» (Jn. 1.1). A diferencia de cualquier otro nacimiento, el de Jesús no fue el principio de una nueva vida. Estaba en El Principio y «Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado» (1 Jn. 1.2).
Es una vida real. «Esta vida se manifestó». Fue oída, vista, sentida. Belén no fue el principio de la vida de Cristo y esa es la razón por la que Su vida puede cambiar la nuestra. Jesús dijo: «…antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!» (Jn. 8.58). «Yo soy»: siempre fui, ahora soy y siempre seré. Esa es la razón por la que Jesús puede conectarnos con nuestro propósito original.
En Belén, se abrió un nuevo canal de comunicación: Dios «nos ha hablado por medio de su Hijo. A este lo designó heredero de todo, y por medio de Él hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es, y el que sostiene todas las cosas con Su palabra poderosa» (Heb. 1.2-3). Por lo tanto, Navidad trata acerca del buen comienzo y retomar todo lo que se suponía que fuera la vida humana: una auténtica relación con Dios, verdadera sabiduría, genuino carácter, real virtud. Se propone restaurar la imagen de Dios en nuestra humanidad.
Oración para este día:
Señor, reconozco que tú eres el único que puede comenzar algo nuevo en mi vida. Gracias por la manifestación de Jesús, la Vida. Ayúdame a ser un verdadero discípulo.
Mel Lawrenz - Alegría de Navidad –
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