miércoles, 15 de diciembre de 2021

BELÉN

 Belén era como cualquier otro pueblo en las colinas de Judea. Y aun así fue el lugar de nacimiento del rey más grande de Israel, David. Y mil años después, del Mesías. ¿Cómo llegó tal honor a lo común y corriente? ¿La gente de este pueblo era particularmente digna? ¿Había alguna ventaja estratégica en su ubicación geográfica? ¿Los habitantes de Belén eran políticamente expertos, con una larga tradición de haber generado grandes líderes? Para nada. La pequeña aldea de Belén se asentaba a la sombra de la gran Jerusalén, situada solo a diez kilómetros al norte. Aun el significado de Belén, «casa del pan», no es nada especial.


Pero cientos de años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Miqueas predijo el destino de ese lugar pequeño y nada especial: «Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará a Israel; sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales» (Miq. 5.2). Los aldeanos de Belén estaban ciertamente orgullosos de que los llamaran el «Pueblo de David» y ser el hogar de la famosa abuela del rey David, Rut. Estaban orgullosos también de que su tierra fuera donde yacía la tumba de Raquel, la amada esposa de Jacob. Pero seguramente se preguntaban qué significaba la profecía de Miqueas en realidad. ¿Cuándo vendría otro profeta como Samuel y ungiría a un nuevo rey, así como había efectuado con el muchacho David?

Sin embargo, no ocurrió de esta forma. En un día común y corriente, mientras los hombres ejercían sus oficios, las mujeres cocían el pan y los niños jugaban en las calles, una pareja de viajeros de Nazaret arribó en busca de un cuarto. No recibieron ningún trato especial. Nadie les ofreció un cuarto. La gente común y corriente mostraba una respuesta común ante una pareja de apariencia común.

El honor viene de lo común y corriente por decisión de Dios, sea que Él escoja usar una aldea, una nación o incluso simplemente un hombre, una mujer, un muchacho o una muchacha. Así que, si este día pareciera ser algo común y corriente para ti, prepárate. Es el escenario donde se realizan las obras de Dios.

Mel Lawrenz - Alegría de Navidad

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