Una enseñanza liberadora
”Un sábado, al cruzar Jesús los sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar a su paso unas espigas de trigo.—Mira —le preguntaron los fariseos—,¿por qué hacen ellos lo que está prohibido hacer en sábado? Él les contestó:—¿Nunca han leído lo que hizo David en aquella ocasión, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre y pasaron necesidad? Entró en la casa de Dios cuando Abiatar era el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados a Dios, que solo a los sacerdotes les es permitido comer. Y dio también a sus compañeros.» El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado —añadió—. Así que el Hijo del hombre es Señor incluso del sábado», Mc 2:23-28
Hay gente que se caracteriza por estar con un código en la mano. Aparecen en cualquier momento para señalar lo que está mal, especialmente cuando alguien quebranta el reglamento. Los discípulos son acusados de arrancar espigas de trigo en el día de descanso. Dios estableció el descanso para beneficio del ser humano, pero parece que los religiosos de esa época no lo entendieron. El legalismo oscurece el plan de Dios y la vida queda reducida en lo que puedes hacer o no. Es muy peligroso cuando la vida pierde la dimensión de la fe y queda ahogada por determinados reglamentos. Cuando lo insignificante se transforma en lo más importante perdemos el rumbo. Los religiosos según su criterio contabilizaron 365 prohibiciones y 278 mandamientos para el día de descanso. La palabra de Dios da una dirección para la vida humana, pero las autoridades de esa época añadieron una multiplicación de normas y prescripciones que llevaron a la gente a perder la orientación. Una norma pierde credibilidad cuando solo se dedica a restringir espacios vitales de libertad que todo ser humano necesita. En contraposición la enseñanza de Jesús es liberadora. No sofoca y permite respirar. Jesús supera el legalismo con el amor. “Si ustedes supieran qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”, no condenarían a los que no son culpables.”, Mt 12:7
Carlos Scott
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