En terreno movedizo
"Mientras Pablo los esperaba en Atenas, le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ... ", Hch 17:16-34El propósito de Pablo en Atenas no era el de predicar, sino esperar a sus compañeros. Pablo se puso muy triste al ver que la ciudad estaba llena de ídolos. La fama de Atenas no solamente estaba en sus templos, sino también en lo que eran sus filósofos y sus letras. Pablo se expresaba en dos frentes: “En la sinagoga hablaba con los judíos y con los no judíos que amaban a Dios. También iba todos los días al mercado y hablaba con los que encontraba allí”. Las escuelas filosóficas que existían se enfrentaban para ver quien tenía la supremacía o superioridad. Se esforzaban por ofrecer una filosofía para la vida. “A la gente y a los extranjeros que vivían allí, les gustaba mucho escuchar y hablar de cosas nuevas, así que llevaron a Pablo ante los gobernantes de la ciudad, y éstos le dijeron: «Lo que tú enseñas es nuevo y extraño para nosotros. ¿Podrías explicarnos un poco mejor de qué se trata?” Los filósofos de estas escuelas mostraron curiosidad, pero no respeto en las enseñanzas de Pablo. Lo tomaron despectivamente como un palabrero o charlatán. “Cuando la gente oyó que Jesús había muerto y resucitado, algunos comenzaron a burlarse de Pablo, pero otros dijeron: «Mejor hablamos de esto otro día» Al parecer no hubo buenos resultados, pero la verdadera predicación del evangelio no se mide especialmente por los resultados, sino también y ante todo por su fidelidad. Pablo predica la verdad y nos marca un camino. El éxito solo se mide por la fidelidad donde el poder del amor y la empatía esta unido a ser fiel al mensaje del evangelio. En Atenas el éxito fue poco, en otros lados hubo persecución, pero gracias a la honestidad de ser fiel a la predicación del evangelio las iglesias pudieron prevalecer. Dios nos llama una vez más a ser fieles, perseverantes e invariables o consecuentes con lo que predicamos. “Pablo salió de allí, pero algunos creyeron en Jesús y se fueron con Pablo. Entre esas personas estaba una mujer llamada Dámaris, y también Dionisio, que era miembro del Areópago”
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox