miércoles, 18 de enero de 2023

Levantar la mirada

Enfrentar lo que está mal

“De esa manera, desobedecen los mandamientos de Dios para seguir sus propias enseñanzas. Y hacen muchas otras cosas parecidas a ésta”, Mc 7:13

El ambiente religioso sea clerical o del laicado se enfrenta en nuestros días a la misma confrontación que tuvo Jesús con los dirigentes de su época. Seguir a Jesús no es lo mismo que seguir a una institución y aún más cuando tiene la pretensión de quedarse y administrar lo que no le corresponde. El corazón de Dios está a favor de aquellos que no reciben justicia, equidad, paz, amor y misericordia. Dios mismo se constituye en el destinatario cuando levantamos la mirada y ayudamos al necesitado. No ofrezcamos por caridad lo que debería darse por justicia. »No deberá haber pobres en medio de ti, porque el Señor tu Dios te bendecirá en abundancia… Recibirás esa bendición si te aseguras de obedecer los mandatos del Señor tu Dios que te entrego hoy.”, Dt 15:4-5 “Da al pobre con generosidad, no de mala gana, porque el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas. Siempre habrá algunos que serán pobres en tu tierra, por eso te ordeno que compartas tus bienes generosamente con ellos y también con otros que pasen necesidad.”, Dt 5:10-11 “Cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa. Jesús fue y se sentó a la mesa. El fariseo se sorprendió mucho al ver que Jesús no se había lavado las manos antes de comer. Pero, Jesús les dijo: —Ustedes los fariseos se lavan por fuera, pero por dentro son malos, no ayudan a nadie y roban a la gente. ¡Tontos! Dios hizo las cosas de afuera y también las de adentro. La mejor forma de estar completamente limpios es compartir lo que uno tiene con los pobres”, Lc 11:37-41. “Los seguidores de Jesús compartían unos con otros lo que tenían.”, Hch 2:44

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox


martes, 17 de enero de 2023

Camuflaje

 La máscara del temor de Dios

»Ustedes desobedecen los mandamientos de Dios para poder seguir enseñanzas humanas. Han aprendido muy bien la manera de rechazar los mandamientos de Dios para seguir sus propias enseñanzas.  Porque Moisés dijo: “Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre”. Y también dijo: “El que maldiga a su padre o a su madre tendrá que morir.” Sin embargo, ustedes enseñan que un hijo no tiene la obligación de ayudar a sus padres si les dice: “No puedo ayudarlos, porque todo lo que tengo se lo he ofrecido a Dios.” De esa manera, desobedecen los mandamientos de Dios para seguir sus propias enseñanzas. Y hacen muchas otras cosas parecidas a ésta”, Mc 7:8-13
El evangelio de Marcos registra la palabra Corbán que significaba una ofrenda dedicada a Dios. Se trataba de una especie de compromiso o voto con lo cual se consagra a Dios los bienes propios y de esta forma eran considerados “intocables”. Por ejemplo, un hijo egoísta podía declarar que toda prestación que le pidieran sus padres no lo podría hacer porque ya estaba comprometida para “Dios”. "Enseñaban que un hijo no tiene la obligación de ayudar a sus padres si les dice: “No puedo ayudarlos, porque todo lo que tengo se lo he ofrecido a Dios.” ¿Qué Dios? El dios del dinero y la avaricia es lo que muchas veces puede prevalecer. Dios no era tenido en cuenta y tampoco el prójimo. Más que “acercarnos a Dios” terminó siendo algo que “nos alejaba de los otros”, sustraía a los otros. No solo no lo daban, sino que se lo guardaban. La dureza del corazón y la ingratitud podían ponerse la máscara del temor de Dios. Los padres ancianos quedaban privados para siempre de todo derecho de la asistencia del hijo, ya que estaba prohibido quitar nada de una ofrenda sacrificial que había sido prometida. Con base a esta doctrina cualquier hijo se sentía autorizado a dejar en la miseria a sus progenitores. Honrar a Dios, la vida y celebrarla comienza con la familia. “Aquellos que se niegan a cuidar de sus familiares, especialmente los de su propia casa, han negado la fe verdadera y son peores que los incrédulos.”, 1 Timoteo 5:8
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

lunes, 16 de enero de 2023

Puro o impuro

“La interioridad”

“Luego Jesús llamó a la gente y dijo: «Escúchenme todos, y entiendan bien: La comida que entra por su boca no los hace impuros delante de Dios. Lo que los hace impuros son los insultos y malas palabras que salen de su boca», Mc 7:14-16.
El lavarse las manos que ha dado origen a una polémica nos coloca en la categoría de lo puro y lo impuro. Se suele calificar como impuro aquello que está lejos de la santidad de Dios. Una forma de purificación consistía en lavarse las manos antes de las comidas que mucho tiempo atrás era solo para los sacerdotes y aquellas personas dedicadas al culto. Había también animales declarados inmundos y que no se podían comer. La impureza se refería incluso a determinados alimentos. Este comportamiento inspirado en el sistema de lo puro e impuro está guiado por prohibiciones y preceptos rituales. Su preocupación dominante es la de dar honor en el culto a Dios. Jesús plantea un enfoque diferente y está centrado en la interioridad, en el corazón, en amar, dar, compartir y no en la superficialidad. Jesús nos muestra otro camino y es impedir la violencia, la agresión, la injusticia, el abuso, el egoísmo. Su preocupación dominante es el prójimo. El sistema de "impureza ritual" ligado al culto puede sofocar la espiritualidad que busca Jesús en su pueblo. El Señor nos vuelve a decir: “De nada sirve que ustedes me alaben, pues inventan reglas y luego las enseñan diciendo que yo las ordené.” » Ustedes desobedecen los mandamientos de Dios para poder seguir enseñanzas humanas.”, Mc 7:7-8 “Dios mío, mira en el fondo de mi corazón, y pon a prueba mis pensamientos. Dime si mi conducta no te agrada, y enséñame a vivir como quieres que yo viva”, Salmos 139:23-24
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

domingo, 15 de enero de 2023

Pan de Vida

 Olor de pan horneado

“Y le preguntaron a Jesús: —¿Por qué tus discípulos no siguen las costumbres que desde hace mucho han practicado nuestros antepasados? ¿Por qué comen sin haberse lavado las manos?”, Mc 7:5
Nos encontramos con una escena donde los discípulos de Jesús son acusados de comer sin lavarse las manos y no seguir los ritos tradicionales. Para esa gente era más importante el reglamento que la misericordia. Cuando el legalismo y la mezquindad va primero lo que le sigue es el atropello, la descalificación, humillación y expulsión. Es triste pensar que puede haber personas que prefieren dejar de lado la empatía, la equidad y proximidad para conservar un sistema de poder y control. Suele haber gente que ha perdido la alegría de vivir por aplicar con dureza determinados códigos. Lo importante para ellos es mantener las manos limpias y no la caridad. Existe una praxis que bajo la máscara de la fidelidad exterior no respeta la intención del Señor. Estos religiosos se habían olvidado de lo ocurrido con la multitud cuando fue alimentada milagrosamente en un lugar solitario, Mc 6:30-44. Jesús tuvo compasión porque eran ovejas sin pastor y lo que había perdido sentido era la tradición. En las manos de Jesús suele haber olor a pan de vida, pero en otros lados suele haber un hedor o tufo insoportable. Dios desea que respiremos bien y el aroma sea el del pan horneado listo para alimentarnos. Jesús mira nuestra interioridad, mira el corazón. El fin de toda ley es el amor. “Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida”, Pr 4:23
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

sábado, 14 de enero de 2023

Recorrer su mismo camino

Una escena urbana

“Un poco más adelante, Jesús vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo. Ellos también eran pescadores, y estaban en una barca arreglando las redes. Jesús los llamó, y ellos lo siguieron, dejando a su padre en la barca, con los empleados”, Mc 1:19-20
Ser discípulos significa seguir a Cristo y recorrer su mismo camino. Si nos alejamos en imitar sus actitudes de servicio nos alejamos de él, nos alejamos de creer y sólo interpretamos un papel religioso. Es posible estar “en otra parte”, lejos de su sentir y corazón, aunque tengamos un rol religioso. El llamado de Jesús no se limita con estar en el templo porque su escena principal es más bien civil, urbana y comunitaria. Simón y Andrés como Santiago y Juan pudieron visualizar otro tipo de red cuando se dieron cuenta que otros necesitaban de su oficio. Ya no se trataba de los peces sino de otro tipo de perspectivas. “En lugar de pescar peces, les voy a enseñar a ganar seguidores para mí.», Mc 1:17. Los discípulos tuvieron que pasar de la experiencia a la inexperiencia. Ellos se dejan atraer por algo más grande que ellos, no oponen resistencia y a su vez no comprenden todo. Dios confía en que podemos superarnos y lanzarnos en el campo de la inexperiencia. Quizás en este tiempo necesitamos a los inexpertos que se arriesguen a tirar otro tipo de red. Una nueva manera de ser, seguir y vivir el evangelio. Jesús nos vuelve a decir: “«Sígueme ”. “Como dice la Biblia: «Para aquellos que lo aman, Dios ha preparado cosas que nadie jamás pudo ver, ni escuchar ni imaginar.», 1 Co 2:9
Carlos Scott
Foto de Vinod Baskaran

viernes, 13 de enero de 2023

Un seguimiento generoso

 "La respuesta"

“En ese mismo instante, Simón y Andrés dejaron sus redes y siguieron a Jesús”, Mc 1:18
La fe en Jesucristo es entregarnos confiadamente a una persona, es aceptar la aventura y el riesgo. Es una respuesta incondicional y generosa al acercamiento de Jesús. Es el antídoto contra el miedo, la vacilación y la prudencia humana. Esta respuesta implica desprendimiento, renuncia y seguimiento. Uno se hace creyente en la medida que acepta dejarse tocar por Dios en sus prioridades. El descubrimiento hace palidecer lo que se ha dejado atrás. El seguimiento es, precisamente, lo que justifica el desprendimiento. El discípulo es uno que sigue a Cristo, se une a Cristo, establece una relación vital con él. No es solo aprender sino seguir. Se trata de un proyecto de vida, hacer sus mismas opciones, repetir sus gestos, asumir sus pensamientos, actitudes, inspirarse en sus criterios y adoptar sus preferencias. Jesús se da a conocer en la medida que le sigamos. Esta respuesta incluye el dejarse hacer. “Jesús les dijo: «Síganme. En lugar de pescar peces, les voy a enseñar a ganar seguidores para mí.», Mc 1:17. El discípulo es simplemente alguien que se está haciendo, acepta las condiciones y experimenta poder. No dice he llegado, es un llamado que dura toda la vida y lo importante es no dejar de intentarlo. Confiamos en aquel que dijo “Yo te haré”

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

jueves, 12 de enero de 2023

Propuesta de relación y afecto

 "En movimiento"

“Jesús pasaba por la orilla del Lago de Galilea, cuando vio a Simón y a Andrés, dos pescadores que eran hermanos, y que estaban pescando con sus redes. Jesús les dijo: «Síganme. En lugar de pescar peces, les voy a enseñar a ganar seguidores para mí.». Mc 1:16-17
El evangelio de Marcos presenta a Jesús en constante movimiento. En Jesús encontramos a alguien que nos mira, toma la iniciativa y nos presenta un desafío. Jesús camina y camina, nos llama y nos pone en movimiento. Todo encuentro comienza con ver y la mirada se convierte en mensaje, en propuesta de relación y de afecto. En la antigüedad eran los discípulos los que escogían a su maestro, pero en Jesús la llamada viene de él y solo de él. Es una llamada de gracia y no de mérito. Seguir a Jesús es una respuesta a la manifestación de su gracia. Jesús nos llama y lo nuestro es una respuesta. Si me decido, es porque antes he sido solicitado por alguien que se ha decidido por mí. Nos encontramos con Dios porque él decidió encontrarse con nosotros. ¿Dónde está Dios? Te esta buscando. La fe no es conquista; es ser conquistado. “En ese mismo instante, Simón y Andrés dejaron sus redes y siguieron a Jesús”, Mc 1:18. Este llamado es ineludible y urgente porque nuestro Señor quiere que le sigamos por dónde él camina. Hay eficacia en su palabra porque es una palabra creadora que hace discípulos y mejor es el rechazo explícito que la indecisión indefinida.
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

miércoles, 11 de enero de 2023

A favor de los demás

"Con poder"

”La gente se quedó muy asombrada, y se preguntaba: «¿Qué es esto? ¿Una nueva enseñanza? ¿Qué clase de poder tiene este hombre? Con autoridad y poder ordena a los espíritus malos que salgan, ¡y ellos lo obedecen!», Mc 1:27
Jesús se encuentra ante una persona que no es ella misma, que está trastornada y ocupada abusivamente por otra. Jesús no hacía alarde de su poder. El poder mostrado por Jesús no era para sí mismo, sino que estaba a favor de los demás. Dios se hace presente en la palabra que sana y se concreta en la acción. Esto constituye un acto de liberación. Jesús nos trae algo nuevo porque su palabra se transforma para que suceda algo. El éxodo de la persona hacia Dios comienza con el éxodo forzoso de los demonios que se han apoderado de la gente. El resultado final es la liberación del mal y Jesús deja al descubierto al enemigo para derrotarlo.  "En la sinagoga, había un hombre que tenía un espíritu malo. El espíritu le gritó a Jesús: —¡Jesús de Nazaret! ¿Qué tienes contra nosotros? ¿Acaso vienes a destruirnos? Yo te conozco. ¡Tú eres el Hijo de Dios!”, Mc 1:23-24. Las personas son víctimas de las fuerzas malignas y en la predicación de Jesús el demonio advierte que su reino se ve amenazado por la manifestación del Reino de Dios. “Pues el reino de Dios no consiste en las muchas palabras sino en vivir por el poder de Dios”, 1 Co 4:20. La vida vuelve a ser otra cuando es habitada por el Espíritu de Dios. Se transforma en un espacio de libertad y lugar de comunión. “Porque el Señor y el Espíritu son uno mismo, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad”, 2 Co 3:17. "Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!» El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios.  Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros.”, Ro 8:15-17
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

martes, 10 de enero de 2023

Restituir la libertad

 “Con Autoridad”

”Jesús y sus discípulos fueron al pueblo de Cafarnaúm. El sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban admirados de sus enseñanzas, pues cuando les hablaba, lo hacía con autoridad, y no como los maestros de la Ley”, Mc 1:21-22
Jesús va a una sinagoga donde se desarrolla la oración, la lectura y la explicación de la ley. Eran edificios sencillos y la predicación la hacía el presidente de la asamblea o bien algún participante. Los religiosos eran especialistas en compartir las escrituras y eran los intérpretes oficiales de la ley, por lo tanto, tenían autoridad. Ahora bien, la autoridad de Jesús que tanto impresiona a la gente es de otro tipo. Es una autoridad que viene de lo alto y es reconocida por el pueblo, no por un sentido de sujeción y de miedo, sino porque todos ven la preeminencia que hay en su corazón, sus aspiraciones más profundas de libertad. No es una autoridad que está vinculada con el puesto que ocupa, sino una autoridad que lo demuestra por lo que hace y no sólo por lo que dice, 1 Co 4:20. En Jesús, el mensaje es inseparable de su ser. El mensaje es él mismo. Cuando Jesús se presenta, lo que más impresiona es que todo lo hacía con autoridad. Proclama y actúa. Palabra y obra, obra y palabra. Jesús nos muestra un sentido diferente de lo que significa la autoridad. Es una autoridad que está para servir y no para ser servido. Es una autoridad que no se vale de sus privilegios divinos para beneficio propio. Es una autoridad que conoce su identidad y no necesita valerse del poder para dominar o manipular a los demás. Es una autoridad basada en la gracia y la misericordia, da vuelta el orden social, y nos ama hasta el fin. Jesús está a favor de los sencillos y pequeños. Jesús traspasa el poder religioso y restituye la libertad. “Y si yo echo fuera los demonios con el poder del Espíritu de Dios, con eso les demuestro que el reino de Dios ya está aquí”, Mt 12:28. «¿Entienden ustedes lo que acabo de hacer?... Pues si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros", Jn 13:12-17
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

lunes, 9 de enero de 2023

Seguir para poder ver

 Estar en pie

”Jesús fue a verla, la tomó de la mano y la levantó. En ese mismo instante la fiebre se le fue, y la suegra de Simón les sirvió de comer.”, Mc 1:31
En medio del camino alguna veces encontramos obstáculos que debemos superar. Otras veces estos mismos obstáculos nos detienen y podemos desanimarnos, caer o bien retroceder. Todo se trata de estar en pie para poder seguir. Jesús toma de la mano a la suegra de Simón, como también le dio la mano a Pedro cuando se hundía en el lago. No estar en pie puede representar una enfermedad o cualquier otra circunstancia que ocurre en la aventura de la vida. Son estos momentos donde necesitamos que alguien nos dé una mano, una mano que además de levantarnos nos ayude a caminar. Estar en pie implica caminar y si solemos detenernos innumerables veces o no querer seguir corremos el peligro de perder el equilibrio, el horizonte, la aventura, la vida misma. Se nos llama a seguir para poder ver y creer para seguir creyendo. En medio de los obstáculos podemos seguir caminando gracias a una mano. “De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?”, Mt 14:31. Años más tarde Pedro repite estos mismos gestos con otros: “El hombre lisiado los miró ansiosamente, esperando recibir un poco de dinero, pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!». Entonces Pedro tomó al hombre lisiado de la mano derecha y lo ayudó a levantarse. Y, mientras lo hacía, al instante los pies y los tobillos del hombre fueron sanados y fortalecidos”, Hch 3:5-7. Ser un signo de salvación es ayudar a otros a ponerse en pie. El seguidor de Jesucristo es alguien que pasa de la enfermedad al servicio imitando al Señor que dijo: “Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos», Mc 10:45.
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

domingo, 8 de enero de 2023

Reconocernos Humanos

 Derribando muros

”Pero el hombre empezó a contarles a todos cómo había sido sanado. Por eso Jesús no podía entrar libremente en los pueblos, sino que tenía que quedarse en las afueras, donde no había gente. De todos modos, la gente iba a verlo”, Mc 1:45
Cuando salimos fuera de los “muros” que nos imponemos descubrimos al otro. Hay personas necesitadas de proximidad, equidad, misericordia, ternura, apego y comprensión. Nosotros también somos necesitados de esta clase de amor. Nos hacemos seguidores de Cristo cuando nuestras entrañas son conmovidas y es ahí cuando nos reconocemos “humanos”. El camino muchas veces lo encontramos “fuera del campamento” y es cuando encontramos al otro. Encontramos a Dios cuando practicamos la misericordia con aquellos que se consideran “leprosos”. Para “estar dentro” del Evangelio es necesario “salir fuera” del campamento. En el territorio de nuestra existencia será clave que no haya gente abandonada porque nadie se atreve a darles un lugar. "El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente”, Ro:12:9-10
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

Dejar los prejuicios

  Desliz "¿Tú qué opinas?", Jn 8:5 Dios nos llama a purificar nuestra vida y la forma de ver la vida. Se trata de salir de nuestro...