Estar en pie
”Jesús fue a verla, la tomó de la mano y la levantó. En ese mismo instante la fiebre se le fue, y la suegra de Simón les sirvió de comer.”, Mc 1:31
En medio del camino alguna veces encontramos obstáculos que debemos superar. Otras veces estos mismos obstáculos nos detienen y podemos desanimarnos, caer o bien retroceder. Todo se trata de estar en pie para poder seguir. Jesús toma de la mano a la suegra de Simón, como también le dio la mano a Pedro cuando se hundía en el lago. No estar en pie puede representar una enfermedad o cualquier otra circunstancia que ocurre en la aventura de la vida. Son estos momentos donde necesitamos que alguien nos dé una mano, una mano que además de levantarnos nos ayude a caminar. Estar en pie implica caminar y si solemos detenernos innumerables veces o no querer seguir corremos el peligro de perder el equilibrio, el horizonte, la aventura, la vida misma. Se nos llama a seguir para poder ver y creer para seguir creyendo. En medio de los obstáculos podemos seguir caminando gracias a una mano. “De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?”, Mt 14:31. Años más tarde Pedro repite estos mismos gestos con otros: “El hombre lisiado los miró ansiosamente, esperando recibir un poco de dinero, pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!». Entonces Pedro tomó al hombre lisiado de la mano derecha y lo ayudó a levantarse. Y, mientras lo hacía, al instante los pies y los tobillos del hombre fueron sanados y fortalecidos”, Hch 3:5-7. Ser un signo de salvación es ayudar a otros a ponerse en pie. El seguidor de Jesucristo es alguien que pasa de la enfermedad al servicio imitando al Señor que dijo: “Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos», Mc 10:45.
Carlos Scott
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