Jesús nos desafía a pensar en el Reino de Dios. Es la esfera donde se reconoce su soberanía y autoridad para reinar. Jesús avanzo por medio de la oración. En la oración pedimos ¡VENGA TU REINO! y declaramos un nuevo presente que anhelamos para la vida humana, Is 35:5-7.
El Reino de Dios es una concreción histórica que trasciende los límites de la historia y es misterio. Se lo explica por medio de comparaciones y metáforas del saber popular
"El Reino de Dios se desarrolla desde lo pequeño a lo grande, de lo sencillo a lo completo, de lo familiar y cercano a lo social y distante. Hablamos de un reino que crece sin protagonismos y sin la pompa de los célebres"
Sabiendo que Dios reinará en plenitud nuestra práctica de la fe consiste en ser persistentes en orar y anhelar un presente diferente. Se nos llama a vivir con esperanza, perseverar y ser tenaces.
Para extender el Reino de Dios en las naciones y derrotar el mal tenemos que dedicarnos a la oración. No es magia y no siempre se hace realidad lo que pedimos. No se trata de algo que nosotros hacemos, sino es lo que Él hace en su tiempo y forma. Sin la oración nos agotamos.
Cuando oramos nos enfocamos en Dios y en lo que Él hará. La oración nos da descanso, trae esperanza, humildad y fortaleza. Nos enfocamos en sus recursos, su provisión y su fidelidad.
“Por medio de la oración Dios hace lo que solo Él puede hacer. En las situaciones más desesperadas el quebranta el falso dominio del enemigo, trae luz espiritual e infunde vida para una transformación social duradera."
"Dios usa la oración para cambiarnos a nosotros y para cambiar el futuro”. Nuestras oraciones son tenidas en cuenta, llegan a su presencia y Dios no las pasa por alto, Ap 8:1-5. La oración marca un nuevo presente anhelado y forman el futuro.
Para Pensar: ¿Cómo avanza el Reino de Dios en las naciones?
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox
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