viernes, 24 de marzo de 2023

Trascender

Procesos intencionales

“Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el templo y empezó a sacar de allí a los que estaban vendiendo y comprando. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero de otros países por dinero del templo, y también derribó los cajones de los que vendían palomas. Y Jesús no dejaba que nadie anduviera por el templo llevando cosas. Luego se puso a enseñar a la gente y le dijo: «Dios dice en la Biblia: “Mi casa será llamada ‘Casa de oración para todos los pueblos’.” Pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones.», Mc 11:15-17

El problema del templo y su dirigencia era que aparentaba vida, pero sus hermosas hojas escondían un tremendo vacío. Debemos examinarnos y tener cuidado que no pase lo mismo en nuestro medio. Los pueblos que se acercaban a esta higuera no encontraban algo que les satisficiera la sed y el hambre. ¿Cuál es el fruto que busca el Señor en medio de su pueblo? Jesús les enseñaba con estas palabras: ¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”?, Mr. 11:17. Hace referencia a un reino inclusivo que Dios quiere instaurar. Su preocupación tiene que ver con todas las naciones, para todos los pueblos, a favor de todas las etnias. Jesús no se queda con sus límites nacionalistas sino los trasciende. Debemos cuidarnos de no estar centrados en nosotros mismos a favor de las instituciones olvidándonos de las necesidades menos alcanzadas de los no alcanzados y menos evangelizados. Se espera que como individuos e iglesias o comunidades comencemos un proceso intencional para alcanzar a los que están desposeídos del evangelio llevando el mensaje que transforma toda la existencia humana. El Señor está llamando a otras etnias para que también sean su pueblo e invita a su Iglesia a participar. ¿Cómo estamos respondiendo como Iglesia? ¿Qué procesos intencionales estamos comenzando para alcanzarlos?

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox 

jueves, 23 de marzo de 2023

Culpable por observar el reglamento

 Las pretensiones de Dios

“Al día siguiente, Jesús y sus discípulos salieron de Betania. En el camino, Jesús tuvo hambre.  A lo lejos vio una higuera que tenía hojas pero, cuando se acercó, no encontró ningún higo para comer. El árbol sólo tenía hojas, porque todavía no era época de higos. Entonces Jesús le dijo al árbol: «¡Que nadie vuelva a comer de tus higos!» Y sus discípulos lo oyeron.”, Mc 11:12-25

Este es un pasaje de difícil interpretación en los evangelios. Alessandro Pronzato se refiere a que se trata de una higuera que no tiene más pecado que el respetar sus estaciones. Podríamos definirla como una planta culpable de observar escrupulosamente el reglamento: “No era tiempo de higos”. Este episodio representa una parábola dramatizada. Son las pretensiones de Dios en relación con nosotros. Cristo nos pide algo más. Como si dijera: La fe tiene la obligación de realizar milagros. Podemos estar metidos en muchas actividades, pero tal vez tengamos nada más que hojas. Puedo aparentar que soy un árbol frondoso y lleno de hojas, pero lo que Jesús busca es fruto. Dios espera que su pueblo de fruto a tiempo y fuera de tiempo como Pablo se lo expresó a Timoteo: “Predica la palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”, 2 Ti 4:2. Dios nos considera capaces de hacer cosas imposibles. ”Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a dónde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho”, Jn 14:12. Cristo no solo ha muerto en la cruz para que tengamos vida eterna sino para que también seamos semejante a Él, realizando sus mismas obras.

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox 

miércoles, 22 de marzo de 2023

Un silencio inquietante

 Mirar, observar y meditar

“Cuando Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y se puso a ver cómo estaba todo. Pero como ya era tarde, se fue con sus discípulos al pueblo de Betania”, Mc 11:11

Cuando Jesús fue al templo se dedicó a mirar e indagar sobre el ánimo de los que estaban dentro. Aquella tarde lo único que hizo Jesús fue observar. Esos silencios y miradas suyas pueden causar preocupación y cierta turbación. El silencio de Dios es más inquietante que cualquier palabra suya. Ese silencio pudo ser una señal de que todo eso era extraño. El no tiene nada que ver con lo que están tramando ahí dentro. Una vez más en todo tiempo es necesario la voz de los profetas para declarar que Dios no está de acuerdo con tal desorden. Dios nos concede una prórroga y espera lo mejor de cada uno de nosotros: “La casa puede estar en orden” “Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”, Miqueas 6:8

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

martes, 21 de marzo de 2023

La fuerza del amor

 Conquistas y triunfos

“Luego pusieron sus mantos sobre el burro, lo llevaron a donde estaba Jesús, y Jesús se montó sobre él. Mucha gente empezó a extender sus mantos sobre el camino por donde iba a pasar Jesús. Algunos cortaban ramas de los árboles del campo, y también las ponían en el suelo como alfombra. Y toda la gente, tanto la que iba delante de Jesús como la que iba detrás, gritaba: «¡Sálvanos ¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios!», Mc 11:2-11
Si de triunfo se trata, aquí estamos ante el triunfo de la humildad, de la modestia, de la mansedumbre, no del poder. Las únicas conquistas que es capaz este rey son las conseguidas con la fuerza del amor. Es un encuentro con la libertad y la fe. Es un triunfo de la discreción y un mesías privado de poder. Es un príncipe, pero no un príncipe guerrero que viene a conquistar por la fuerza: es un príncipe de paz. Una vez más puede afirmarse que Jesucristo se revela escondiéndose. Se manifiesta, pero sólo a los que tienen oídos para entender y ojos para ver. “El modo escogido por Jesús para su entrada en Jerusalén es para los que están abiertos para comprender su dignidad y al mismo tiempo, para ocultarla a los que no desean descubrirla”. Entusiasmada, la multitud grita y aclama, pero se tiene la impresión de que todo va dirigido a otro Mesías, no al que cabalga sobre un burro. Son expresiones correctas desde la ortodoxia, pero están viciadas, inaceptables. El problema está en las intenciones y Jesús se pudo haber sentido muy solo en medio de esa multitud. La gente pensaba en algo totalmente distinto del sufrimiento y de la muerte. A este Jesús no le pertenecía ni siquiera el animal que montaba, no poseía poder terreno y su conducta mostraba que los pensamientos de Dios son distintos a los pensamientos y caminos de la gente. El Señor tiene necesidad de nosotros y necesita un burro por algunas horas, nada más que esto. Es estar dispuestos a ser utilizados por él cuando así lo decida y a su vez estar contentos de que el triunfo es del Señor, no nuestro. No busquemos el primer plano, simplemente estar dispuestos una y otra vez a servir y no para un premio o una exhibición.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox

Photography

lunes, 20 de marzo de 2023

Existencia y Propósito

Elegir y decidir

“Jesús y sus discípulos llegaron al Monte de los Olivos, cerca de los pueblos de Betfagé y Betania, y de la ciudad de Jerusalén. Allí, Jesús dijo a dos de sus discípulos: «Vayan a ese pueblo que se ve desde aquí. Tan pronto como entren, van a encontrar un burro atado, que nunca ha sido montado. Desátenlo y tráiganlo. Si alguien les pregunta por qué lo están desatando, respondan: “El Señor lo necesita y pronto lo devolverá.”, Mc 11:1-3

En el ser humano está firme el instinto de ser necesario. El sentido de la propia existencia y felicidad se encuentra cuando ponemos nuestras cualidades y recursos para servir a los demás. Algunas necesidades tienen que ver con tener alimento, agua y seguridad. Otras tienen que ver con dar más que obtener. Cuando nos limitamos solamente a satisfacer nuestros propios intereses y condiciono a ellos mis preocupaciones y mis actos, las consecuencias suelen ser el alejamiento y separación de los demás. Por lo general estamos dominados por el deseo de apropiarnos de algo, de poseer, pero Dios llama al ser humano a ser libre de ambiciones desmedidas y egoístas. Nos llama a ser necesario para alguien. Pero ¿Quién me necesita? Los objetos no tienen necesidad de mí. Existen valores, virtudes y fines que tienen necesidad de mí. Tanto la generosidad, sinceridad, lealtad, humildad, paz, bondad y justicia tienen necesidad de alguien que encarne, practique y viva esta realidad para beneficio de los demás. Para existir tenemos necesidad de vivir determinados valores para ciertos objetivos y podemos aceptar o rechazar estar a disposición de los mismos. Nos enfrentamos a una elección y decisión, donde la neutralidad no es posible frente a la vida. Mi existencia es un asunto de todos, donde mi compromiso o rechazo tienen carácter público. No hemos sido creados para mantenernos indiferentes, somos llamados e interpelados en vivir de un modo que sea compatible con la grandeza y el misterio de la vida. “Pero Dios llamó al ser humano y le preguntó: —¿Dónde estás?”, Gn 3:9. Hay un Dios que nos busca, nos propone una tarea, nos asigna un rol. No quiere espectadores, nos invita y nos necesita. Debemos elegir y decidir.

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox Photography 

domingo, 19 de marzo de 2023

Dar Valor

Valoración y aprecio

“Jesús le dijo: —¿Qué quieres que haga por ti? El ciego respondió: —Maestro, haz que pueda yo ver de nuevo”, Mc 10:51
Jesús pregunta y marca su valorización por la persona. En este caso le pregunta al ciego Bartimeo: ¿Qué quieres que haga por ti? Marca su sencillez, está abierto y disponible ante las necesidades del otro. La respuesta del ciego fue "quiero ver" y no una imposición de Jesús. La sanidad del ciego fue un milagro y decide seguir al Señor. ¿Cómo responde nuestra tradición o trasfondo teológico a la solución de los Bartimeos?  Algunos harían imposición de manos, oración y pedirán sanidad. Otros, resolver su situación económica, enseñarle a leer en Braille, conseguir un perro guía, buscarle empleo, concientizar por su condición de explotado. Otros responderían con amor, aprecio, perdón, aceptación. Otros rápidamente le dirían que acepte a Jesús como su Señor y Salvador. Con énfasis tan variados el ciego conocería un aspecto de Cristo o bien lo conocería de una determinada manera. Pero faltaría algo: responder a la manera de Jesús. Jesús apeló a la relación, comunión, solidaridad y cooperación. Se mostró abierto al interesarse por el otro. Nos causa cierta inestabilidad e incomodidad hacer preguntas que pueden alterar nuestro orden. Corremos el peligro o riesgo que Bartimeo nos pida algo que no está en nuestra agenda o aún más, algo que no queremos dar o hacer. Jesús nos enseña que la comunión, cooperación y solidaridad es compartir la vida, una experiencia común; privilegios y realidades, fortalezas y debilidades; compartir por medio del dar o donar. Lo que se comparte primero en el contexto de la comunidad es la fe. Lo que sale de la comunión de la fe es la comunión o koinonía de la obra. El compartir la fe viene primero y define la cooperación práctica, pero la fe común debe tener una salida a la participación práctica y esta participación en la práctica tiene consecuencias concretas. Sencillamente es dar valor al otro. 
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

sábado, 18 de marzo de 2023

Dejar algo

 Abrirse camino

“El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús”, Mc 10:50 

El ciego Bartimeo consiguió abrirse camino hacia Jesús. El seguimiento necesariamente implica dejar algo. Lanzó el manto al viento y pasó de la orilla al centro de la escena para encontrarse con Jesús. Junto al manto es probable que Bartimeo haya arrojado las monedas que había recogido aquel día. Su grito le dio salvación "—Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”. Bartimeo sintió que la salvación le pasaba cerca y no dejó pasar esta oportunidad. “Recuerden lo que dice «Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón”, He 3:15. 

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox



viernes, 17 de marzo de 2023

Rompiendo los moldes

 La confianza y autogestión saludable


“La gente comenzó a reprender al ciego para que se callara, pero él gritaba con más fuerza todavía: —Señor, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame! Entonces Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo. La gente llamó al ciego y le dijo: —¡No tengas miedo! Ven, que Jesús te llama. El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús, …” Mc 10:48-50 

En el seguimiento de Jesús una y otra vez se nos llama a tener fe y mirar hacia adelante. Implica la autogestión, confianza y dependencia de Dios. El orden establecido según nuestras capacidades nos puede decir que podemos hacer y que no podemos hacer. Bartimeo decide rechazar el rol que la multitud le quiere imponer. No acepta quedarse ciego, mendigo y callado. Rechaza esa condición y entra en escena en el momento no señalado. Decide ir a Jesús como su principal recurso. Rompe el molde, no acepta papeles impuestos. Está en juego quién es Jesús y quién puede ser para él. Seguir a Jesús es aprender a dejar algo: una barca, un manto, una forma de pensar y actuar. Bartimeo dejó todo, arrojó su capa, dio un salto, no espero, se abrió camino, no se conformó con el lugar que le habían dado y se acercó a Jesús. Seguramente pensó: soy ciego, pero no me voy a quedar así. Comienza a sanarse en el instante mismo que decide ir al encuentro con Jesús. El milagro es romper con los estándares y barreras que nos pone la gente o que muchas veces nos colocamos nosotros mismos. Finalmente debemos tratar de entender cuál es nuestra verdadera necesidad. Tal vez en este tiempo el Señor está trabajando en el proceso de nuestra vida, la iglesia y la nación y nos está preguntando: ¿Sabes cuál es tu verdadera necesidad? “Porque lo que yo doy es de mucho valor, como el oro que se refina en el fuego. Si no quieres pasar la vergüenza de estar desnudo, acepta la ropa blanca que yo te doy, para que te cubras con ella, y las gotas medicinales para tus ojos. Sólo así podrás ver", Ap 3:17-22

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

jueves, 16 de marzo de 2023

Empezó a gritar

 Un clamor que es atendido

“Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar: —Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:47

El evangelio de Marcos le da valor al protagonista del pasaje indicando su nombre. No es un ciego y mendigo sin nombre. Esto es muy significativo. Bartimeo es una persona marginada y se le considera pecador. Está marginado socialmente y expulsado del mercado en términos económicos. Marginado del aprecio y estima de los demás por su ceguera. Tiene que estar mendigando y se siente solo. Ante el clamor de Bartimeo, Jesús se detiene, lo manda llamar y después se muestra abierto a su necesidad. Todas estas acciones valorizan a la persona y no a un método, a una ideología o doctrina. »Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido. »Nadie le da a su hijo una piedra, si él le pide pan. Ni le da una serpiente, si le pide un pescado. »Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan. »Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados, porque eso nos enseña la Biblia”, Mt 7:7-12

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

miércoles, 15 de marzo de 2023

El grito de siempre

El grito del camino

“Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar: —Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:47

A Jesús le gustó la actitud y el grito de Bartimeo. Le gusta que toda persona esté dispuesta a seguirle en su camino. No le interesan los susurros, sino la voz firme del compromiso. Bartimeo es una persona que está fuera del programa oficial y del reglamento. Quisieron fiscalizar sus documentos y establecer su lugar según algunos gustos. Hay reglas inflexibles, barreras y filtros selectivos que la gente tiene. Nada de esto resultó para él y se abre paso a pesar del orden establecido porque “él gritaba con más fuerza todavía: —Señor, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:48. Jesús se detiene y no sigue adelante. El grito fuera de las normas establecidas tiene el poder de detenerlo. La gente muchas veces no puede aguantar el grito que perturba, el grito de siempre. Muchos quieren neutralizarlo o al menos domesticarlo, hacerlo más formal y enseñarle los buenos modales. La realidad para nosotros es volver aprender el abecedario del grito. Es un grito que nos llama al compromiso con el prójimo, es un grito que quita nuestras seguridades, nos desestabiliza y nos saca fuera del programa. Es el grito imprevisible que hace saltar por el aire los formularios y las respuestas prefabricadas. El tema para algunos es defender la tranquilidad. A veces nuestra estructura y sistema mantienen a distancia a los que llevan un drama, un desgarro, un sufrimiento, una rebelión, una protesta desesperada que solo puede ser escuchada con una voz no reglamentaria, no contemplada en nuestras liturgias o ceremoniales. Jesús que vive al aire libre y que camina por las calles pisoteadas por la gente, no tiene miedo al grito y ama a los que no se resignan a mantener el puesto que le han asignado. El que busca a Jesús es recibido por él y nos dice “Vengan a mí”. “Entonces Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo”. Somos llamados a decirle a la gente, lo mismo que otros le dijeron a Bartimeo “—¡No tengas miedo! Ven, que Jesús te llama.”. Mc 10:49

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox 

martes, 14 de marzo de 2023

No exorcizar los sentimientos

 En medio del camino

"Jesús y sus discípulos pasaron por la ciudad de Jericó, y al salir de allí mucha gente los siguió. Junto al camino estaba sentado un ciego que pedía limosna. Se llamaba Bartimeo hijo de Timeo. Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar: —Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:46-47

En el camino a Jerusalén (o a la iglesia) todos somos un poco ciegos cuando no vemos a los Bartimeos que nos piden limosnas o alguna ayuda. Estamos ocupados con el programa, la actividad, las disertaciones, la organización y olvidamos ponernos colirio para nuestros ojos y ver mejor. Se trata de ver con claridad en medio del camino. Parece que Marcos se detiene en este relato y nos ayuda a tener cuidado de no exorcizar los sentimientos y esterilizar las emociones. Nos encontramos con una escena bastante movida “El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús”. Se desprendió de aquello que le estorbaba y comienza a ver desde el momento que decide ir a Jesús. Lucas nos recuerda que “Cuando se levantó a leer, le dieron el libro del profeta Isaías. Jesús lo abrió y leyó: «El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me eligió y me envió para dar buenas noticias a los pobres, para anunciar libertad a los prisioneros, para devolverles la vista a los ciegos, para rescatar a los que son maltratados y para anunciar a todos que: “¡Éste es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación!”» Jesús cerró el libro, lo devolvió al encargado... Entonces Jesús les dijo: «Hoy se ha cumplido ante ustedes esto que he leído.», Lc 4:17-21. Jesús pone todos los gestos, todas las actitudes, todas las iniciativas, todas las palabras del ciego bajo un único denominador común: la fe. “Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe.”, Heb 12:1-2

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

Manos a las piedras

  Recurrente "En nuestra ley, Moisés manda que a esta clase de mujeres las matemos a pedradas.", Jn 8:5 Lamentablemente los que su...