lunes, 20 de marzo de 2023

Existencia y Propósito

Elegir y decidir

“Jesús y sus discípulos llegaron al Monte de los Olivos, cerca de los pueblos de Betfagé y Betania, y de la ciudad de Jerusalén. Allí, Jesús dijo a dos de sus discípulos: «Vayan a ese pueblo que se ve desde aquí. Tan pronto como entren, van a encontrar un burro atado, que nunca ha sido montado. Desátenlo y tráiganlo. Si alguien les pregunta por qué lo están desatando, respondan: “El Señor lo necesita y pronto lo devolverá.”, Mc 11:1-3

En el ser humano está firme el instinto de ser necesario. El sentido de la propia existencia y felicidad se encuentra cuando ponemos nuestras cualidades y recursos para servir a los demás. Algunas necesidades tienen que ver con tener alimento, agua y seguridad. Otras tienen que ver con dar más que obtener. Cuando nos limitamos solamente a satisfacer nuestros propios intereses y condiciono a ellos mis preocupaciones y mis actos, las consecuencias suelen ser el alejamiento y separación de los demás. Por lo general estamos dominados por el deseo de apropiarnos de algo, de poseer, pero Dios llama al ser humano a ser libre de ambiciones desmedidas y egoístas. Nos llama a ser necesario para alguien. Pero ¿Quién me necesita? Los objetos no tienen necesidad de mí. Existen valores, virtudes y fines que tienen necesidad de mí. Tanto la generosidad, sinceridad, lealtad, humildad, paz, bondad y justicia tienen necesidad de alguien que encarne, practique y viva esta realidad para beneficio de los demás. Para existir tenemos necesidad de vivir determinados valores para ciertos objetivos y podemos aceptar o rechazar estar a disposición de los mismos. Nos enfrentamos a una elección y decisión, donde la neutralidad no es posible frente a la vida. Mi existencia es un asunto de todos, donde mi compromiso o rechazo tienen carácter público. No hemos sido creados para mantenernos indiferentes, somos llamados e interpelados en vivir de un modo que sea compatible con la grandeza y el misterio de la vida. “Pero Dios llamó al ser humano y le preguntó: —¿Dónde estás?”, Gn 3:9. Hay un Dios que nos busca, nos propone una tarea, nos asigna un rol. No quiere espectadores, nos invita y nos necesita. Debemos elegir y decidir.

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox Photography 

domingo, 19 de marzo de 2023

Dar Valor

Valoración y aprecio

“Jesús le dijo: —¿Qué quieres que haga por ti? El ciego respondió: —Maestro, haz que pueda yo ver de nuevo”, Mc 10:51
Jesús pregunta y marca su valorización por la persona. En este caso le pregunta al ciego Bartimeo: ¿Qué quieres que haga por ti? Marca su sencillez, está abierto y disponible ante las necesidades del otro. La respuesta del ciego fue "quiero ver" y no una imposición de Jesús. La sanidad del ciego fue un milagro y decide seguir al Señor. ¿Cómo responde nuestra tradición o trasfondo teológico a la solución de los Bartimeos?  Algunos harían imposición de manos, oración y pedirán sanidad. Otros, resolver su situación económica, enseñarle a leer en Braille, conseguir un perro guía, buscarle empleo, concientizar por su condición de explotado. Otros responderían con amor, aprecio, perdón, aceptación. Otros rápidamente le dirían que acepte a Jesús como su Señor y Salvador. Con énfasis tan variados el ciego conocería un aspecto de Cristo o bien lo conocería de una determinada manera. Pero faltaría algo: responder a la manera de Jesús. Jesús apeló a la relación, comunión, solidaridad y cooperación. Se mostró abierto al interesarse por el otro. Nos causa cierta inestabilidad e incomodidad hacer preguntas que pueden alterar nuestro orden. Corremos el peligro o riesgo que Bartimeo nos pida algo que no está en nuestra agenda o aún más, algo que no queremos dar o hacer. Jesús nos enseña que la comunión, cooperación y solidaridad es compartir la vida, una experiencia común; privilegios y realidades, fortalezas y debilidades; compartir por medio del dar o donar. Lo que se comparte primero en el contexto de la comunidad es la fe. Lo que sale de la comunión de la fe es la comunión o koinonía de la obra. El compartir la fe viene primero y define la cooperación práctica, pero la fe común debe tener una salida a la participación práctica y esta participación en la práctica tiene consecuencias concretas. Sencillamente es dar valor al otro. 
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

sábado, 18 de marzo de 2023

Dejar algo

 Abrirse camino

“El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús”, Mc 10:50 

El ciego Bartimeo consiguió abrirse camino hacia Jesús. El seguimiento necesariamente implica dejar algo. Lanzó el manto al viento y pasó de la orilla al centro de la escena para encontrarse con Jesús. Junto al manto es probable que Bartimeo haya arrojado las monedas que había recogido aquel día. Su grito le dio salvación "—Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”. Bartimeo sintió que la salvación le pasaba cerca y no dejó pasar esta oportunidad. “Recuerden lo que dice «Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón”, He 3:15. 

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox



viernes, 17 de marzo de 2023

Rompiendo los moldes

 La confianza y autogestión saludable


“La gente comenzó a reprender al ciego para que se callara, pero él gritaba con más fuerza todavía: —Señor, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame! Entonces Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo. La gente llamó al ciego y le dijo: —¡No tengas miedo! Ven, que Jesús te llama. El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús, …” Mc 10:48-50 

En el seguimiento de Jesús una y otra vez se nos llama a tener fe y mirar hacia adelante. Implica la autogestión, confianza y dependencia de Dios. El orden establecido según nuestras capacidades nos puede decir que podemos hacer y que no podemos hacer. Bartimeo decide rechazar el rol que la multitud le quiere imponer. No acepta quedarse ciego, mendigo y callado. Rechaza esa condición y entra en escena en el momento no señalado. Decide ir a Jesús como su principal recurso. Rompe el molde, no acepta papeles impuestos. Está en juego quién es Jesús y quién puede ser para él. Seguir a Jesús es aprender a dejar algo: una barca, un manto, una forma de pensar y actuar. Bartimeo dejó todo, arrojó su capa, dio un salto, no espero, se abrió camino, no se conformó con el lugar que le habían dado y se acercó a Jesús. Seguramente pensó: soy ciego, pero no me voy a quedar así. Comienza a sanarse en el instante mismo que decide ir al encuentro con Jesús. El milagro es romper con los estándares y barreras que nos pone la gente o que muchas veces nos colocamos nosotros mismos. Finalmente debemos tratar de entender cuál es nuestra verdadera necesidad. Tal vez en este tiempo el Señor está trabajando en el proceso de nuestra vida, la iglesia y la nación y nos está preguntando: ¿Sabes cuál es tu verdadera necesidad? “Porque lo que yo doy es de mucho valor, como el oro que se refina en el fuego. Si no quieres pasar la vergüenza de estar desnudo, acepta la ropa blanca que yo te doy, para que te cubras con ella, y las gotas medicinales para tus ojos. Sólo así podrás ver", Ap 3:17-22

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

jueves, 16 de marzo de 2023

Empezó a gritar

 Un clamor que es atendido

“Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar: —Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:47

El evangelio de Marcos le da valor al protagonista del pasaje indicando su nombre. No es un ciego y mendigo sin nombre. Esto es muy significativo. Bartimeo es una persona marginada y se le considera pecador. Está marginado socialmente y expulsado del mercado en términos económicos. Marginado del aprecio y estima de los demás por su ceguera. Tiene que estar mendigando y se siente solo. Ante el clamor de Bartimeo, Jesús se detiene, lo manda llamar y después se muestra abierto a su necesidad. Todas estas acciones valorizan a la persona y no a un método, a una ideología o doctrina. »Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido. »Nadie le da a su hijo una piedra, si él le pide pan. Ni le da una serpiente, si le pide un pescado. »Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan. »Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados, porque eso nos enseña la Biblia”, Mt 7:7-12

Carlos Scott

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miércoles, 15 de marzo de 2023

El grito de siempre

El grito del camino

“Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar: —Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:47

A Jesús le gustó la actitud y el grito de Bartimeo. Le gusta que toda persona esté dispuesta a seguirle en su camino. No le interesan los susurros, sino la voz firme del compromiso. Bartimeo es una persona que está fuera del programa oficial y del reglamento. Quisieron fiscalizar sus documentos y establecer su lugar según algunos gustos. Hay reglas inflexibles, barreras y filtros selectivos que la gente tiene. Nada de esto resultó para él y se abre paso a pesar del orden establecido porque “él gritaba con más fuerza todavía: —Señor, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:48. Jesús se detiene y no sigue adelante. El grito fuera de las normas establecidas tiene el poder de detenerlo. La gente muchas veces no puede aguantar el grito que perturba, el grito de siempre. Muchos quieren neutralizarlo o al menos domesticarlo, hacerlo más formal y enseñarle los buenos modales. La realidad para nosotros es volver aprender el abecedario del grito. Es un grito que nos llama al compromiso con el prójimo, es un grito que quita nuestras seguridades, nos desestabiliza y nos saca fuera del programa. Es el grito imprevisible que hace saltar por el aire los formularios y las respuestas prefabricadas. El tema para algunos es defender la tranquilidad. A veces nuestra estructura y sistema mantienen a distancia a los que llevan un drama, un desgarro, un sufrimiento, una rebelión, una protesta desesperada que solo puede ser escuchada con una voz no reglamentaria, no contemplada en nuestras liturgias o ceremoniales. Jesús que vive al aire libre y que camina por las calles pisoteadas por la gente, no tiene miedo al grito y ama a los que no se resignan a mantener el puesto que le han asignado. El que busca a Jesús es recibido por él y nos dice “Vengan a mí”. “Entonces Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo”. Somos llamados a decirle a la gente, lo mismo que otros le dijeron a Bartimeo “—¡No tengas miedo! Ven, que Jesús te llama.”. Mc 10:49

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox 

martes, 14 de marzo de 2023

No exorcizar los sentimientos

 En medio del camino

"Jesús y sus discípulos pasaron por la ciudad de Jericó, y al salir de allí mucha gente los siguió. Junto al camino estaba sentado un ciego que pedía limosna. Se llamaba Bartimeo hijo de Timeo. Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar: —Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:46-47

En el camino a Jerusalén (o a la iglesia) todos somos un poco ciegos cuando no vemos a los Bartimeos que nos piden limosnas o alguna ayuda. Estamos ocupados con el programa, la actividad, las disertaciones, la organización y olvidamos ponernos colirio para nuestros ojos y ver mejor. Se trata de ver con claridad en medio del camino. Parece que Marcos se detiene en este relato y nos ayuda a tener cuidado de no exorcizar los sentimientos y esterilizar las emociones. Nos encontramos con una escena bastante movida “El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús”. Se desprendió de aquello que le estorbaba y comienza a ver desde el momento que decide ir a Jesús. Lucas nos recuerda que “Cuando se levantó a leer, le dieron el libro del profeta Isaías. Jesús lo abrió y leyó: «El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me eligió y me envió para dar buenas noticias a los pobres, para anunciar libertad a los prisioneros, para devolverles la vista a los ciegos, para rescatar a los que son maltratados y para anunciar a todos que: “¡Éste es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación!”» Jesús cerró el libro, lo devolvió al encargado... Entonces Jesús les dijo: «Hoy se ha cumplido ante ustedes esto que he leído.», Lc 4:17-21. Jesús pone todos los gestos, todas las actitudes, todas las iniciativas, todas las palabras del ciego bajo un único denominador común: la fe. “Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe.”, Heb 12:1-2

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

lunes, 13 de marzo de 2023

La posibilidad de ver

 Revelación progresiva

“Jesús y sus discípulos pasaron por la ciudad de Jericó, y al salir de allí mucha gente los siguió. Junto al camino estaba sentado un ciego que pedía limosna. Se llamaba Bartimeo hijo de Timeo”, Mc 10:46
La historia sobre el ciego Bartimeo tiene mucho que enseñarnos sobre la comunión, la cooperación y la solidaridad. Porqué la comunión (koinonia) y solidaridad es valorizar al prójimo. Es saber preguntar: ¿Qué quieres que haga por ti? Es muy común observar que los comentarios de Marcos sobre los discípulos están caracterizados en que no entienden. Tienen las mentes embotadas. En otras palabras, no ven todo como debe ser, les falta claridad y visión. El tema central es la posibilidad de ver. Nosotros muchas veces nos encontramos en el mismo proceso que los discípulos. No vemos con claridad y no entendemos. Necesitamos alcanzar una visión más clara sobre la misión y la comunión. Quizás nos encontramos en medio de un proceso como el ciego de Betsaida (Mr. 8:22-26). Pero en este proceso hay esperanza y posibilidades futuras: el ciego de Betsaida como el ciego Bartimeo llegaron a ver. También vieron los discípulos y también podemos ver nosotros. Existe una revelación, discipulado y discernimiento progresivo. Nosotros podemos alcanzar una visión más clara de la misión. Pero hay un precio para pagar: el seguimiento a Jesús y el proceso de recibir la vista van de la mano. Somos llamados a una conversión continua y esto nos permite abrir las mentes y corazones.  ”¡Pero benditos sean aquellos que sólo confían en mí! Son como árboles plantados a la orilla de un río: extienden sus raíces hacia la corriente, el calor no les causa ningún daño, sus hojas siempre están verdes y todo el año dan fruto”, Je 17:7-8
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

domingo, 12 de marzo de 2023

Una imagen invertida del poder

Primeros en amar

“Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos. Yo, el Hijo del hombre, soy así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para liberar a la gente que es esclava del pecado, y para lograrlo pagaré con mi vida”, Mc 10:35-45         
Jesucristo vivió el grado más alto de grandeza a través del servicio para luego darlo a la Iglesia. Por eso desde ese momento el fundamento para una institución y sociedad sana sólo puede ser una imagen invertida del poder basada en el amor, la verdad, la paz, la justicia y el servicio. La grandeza, importancia y poder es para servir y no para servirme. Lo cierto es que Jesucristo quiere cambiar nuestra mentalidad y pragmatismo. Jesucristo quiere arrancar completamente de nuestras vidas el afán de dominio de una persona sobre otra. Es una actitud interior. La eclesiología de la iglesia debe ser una imagen invertida del poder. La comunidad del reino de Dios está basada en que cada uno es el servidor de todos los demás. Para eso, hoy más que nunca necesitamos ser rescatados por Dios y asumir nuestra vulnerabilidad. Oramos en este tiempo por la Iglesia y por cada uno de los Países que representamos. Que pueda haber actitudes humildes delante de Dios y de los hombres, a favor de la justicia, la paz y la verdad. Oramos por la iglesia para que encarne la misión a semejanza de Jesucristo. El poder del amor y no el amor al poder. Que la Iglesia de Jesucristo sea una puerta abierta de bendición para todas las naciones.
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

sábado, 11 de marzo de 2023

Interpretar el Reino

 La ventaja que otros necesitan

 ”Entonces Jesús los llamó a todos y les dijo: —Ustedes saben que los que se sienten jefes y grandes señores se portan como los amos del mundo e imponen su autoridad sobre todos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguien quiere ser importante, tendrá que servir a los demás”, Mc 10:35-45         
Las diferentes situaciones que se dan en nuestro contexto iberoamericano nos hacen recordar lo que le pasó al grupo de discípulos de Jesús. Entre los discípulos y Jesús mismo había diferentes maneras de interpretar el reino. En algunos de nuestros países parece que también hay diferentes maneras de interpretar lo que significa el reino o los valores que debe tener un determinado sistema. Se contrapone lo que los discípulos quieren y lo que Jesús vino hacer. La discusión que los discípulos tuvieron en Mr. 9:34 sobre quién es el más importante, quedó atrás. Ahora el tema que les ocupa es quien ocupará el primer lugar, quién tendrá más privilegios y ventajas. Jesús responde: “Entre ustedes no debe ser así”. El requisito para ser grande es ser servidor. Lo trascendente es renunciar a un afán de dominio y tener un sello completamente distinto: Ser servidor de todos “El criterio de autoridad, por tanto, es la ventaja que reciben los demás” Si nuestra perspectiva es autoritaria y verticalista, nuestro estilo de vida será impositivo por lo tanto no cuestionaremos los abusos de autoridad o poder. Los diferentes sectores en pugna que encontramos en nuestras regiones muestran sus serias falencias. El peligro de los abusos de autoridad sigue latente. La respuesta que tenemos como Iglesia ante la sociedad es encarnar el mensaje, predicar a tiempo y fuera de tiempo: ser, hacer y decir. Jesús con su ejemplo indica que el poder es para servir, amar al prójimo y la grandeza implica la capacidad de ser humilde.
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

viernes, 10 de marzo de 2023

No podemos seguir el mismo camino

Incompatibilidad de caminos

 ”Entonces Jesús los llamó a todos y les dijo: …”, Mc 10:42
Hay personas que no pueden ir por el mismo camino. Nos encontramos con la incompatibilidad de caracteres entre el seguimiento de Jesús y la búsqueda de honores, privilegios y fama. “Jesús les preguntó: —¿Qué es lo que quieren? Ellos le contestaron: —Por favor, cuando estés en tu reino poderoso, déjanos sentarnos a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Jesús respondió: —Ustedes no saben lo que piden. ¿Están dispuestos a sufrir todo lo malo que va a pasarme? Ellos dijeron: —Sí, lo estamos. Jesús les dijo: —Les aseguro que ustedes sufrirán mucho, igual que yo”, Mc 10:36-39. Los seguidores de Jesús son compatibles con el Señor cuando están dispuestos a ir por dónde él va. Son esos momentos en medio del camino donde necesitamos encontrar una palabra y seguridad: “Jesús es el Hijo de Dios, y es nuestro gran Jefe de sacerdotes, que ha subido al cielo. Por eso debemos seguir confiando en él. El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó. Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios. Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama.” Jesús manifiesta un servicio de misericordia y compasión. Su gloria no es satisfacer la ambición o la sed de dominio, sino la gloria de amar a la gente, compartir su debilidad, acompañarlos con su ternura a lo largo de un camino difícil. Jesucristo nos conoce desde dentro en nuestra condición humana. Su profunda capacidad de compasión viene de la familiaridad en el dolor. Jesús conoce el lenguaje de la angustia, del hambre, del desánimo, de la duda, de la soledad. Entonces no se trata de buscar un lugar a la derecha o la izquierda de Dios. Se trata ser agradecidos porque Jesús puede sentarse a mi lado en misericordia y oportuno socorro.
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

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