Dios de la vida
“Había muchas lámparas encendidas. Como Pablo saldría de viaje al día siguiente, estuvo hablando de Jesús hasta la media noche. Mientras Pablo hablaba, un joven llamado Eutico, que estaba sentado en el marco de la ventana, se quedó profundamente dormido y se cayó desde el tercer piso. Cuando fueron a levantarlo, ya estaba muerto. Pero Pablo bajó, se inclinó sobre él, y tomándolo en sus brazos dijo: «¡No se preocupen! Está vivo.», Hch 20:8-10Lucas nos relata que había un discípulo que se quedo profundamente dormido, se cayo desde el tercer piso y murió. Ante la crisis presentada Pablo interrumpió su predicación para resolver el problema y resucitó a la persona que había muerto. Los milagros, antes que ser sucesos increíbles, era un asunto normal como señal visible de la presencia de Dios. Pablo actuó con naturalidad y luego de la resurrección siguió con su labor pastoral, para luego despedirse y seguir viaje a Jerusalén. Dios sigue presente en medio nuestro y en medio de la comunidad de discípulos. Hoy también podemos decir “Sáname, Señor, y seré sanado; sálvame y seré salvo, porque tú eres mi alabanza”, Jer 17:14. “Le pedí a Dios que me ayudara, y su respuesta fue positiva: ¡me libró del miedo que tenía! Los que a él acuden se llenan de alegría y jamás pasan vergüenzas… llamé a Dios, y él me oyó, y me salvó de todas mis angustias. Dios envía a su ángel para que salve del peligro a todos los que lo honran. Dios bendice a los que en él confían. Ustedes, pueblo de Dios, vengan y prueben su bondad; verán que a quienes lo adoran nunca les falta nada… Vengan conmigo, queridos niños; ¡préstenme atención! Voy a enseñarles a honrar a Dios. Si quieren gozar de la vida y vivir una vida feliz, dejen de hablar mal de otros y de andar diciendo mentiras; aléjense del mal y hagan lo bueno, y procuren vivir siempre en paz. Dios escucha a los suyos y los libras de su angustia. Dios siempre está cerca para salvar a los que no tienen ni ánimo ni esperanza. Los que son de Dios podrán tener muchos problemas, pero él los ayuda a vencerlos”, Sal 34:4-19.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox
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