viernes, 8 de marzo de 2024

Algo superior

 Transforma la vida

“Tres días después María, la madre de Jesús, fue a una boda en un pueblo llamado Caná, en la región de Galilea.  Jesús y sus discípulos también habían sido invitados.  Durante la fiesta de bodas se acabó el vino. Entonces María le dijo a Jesús: —Ya no tienen vino. Jesús le respondió: —Madre, ese no es asunto nuestro. Aún no ha llegado el momento de que yo les diga quién soy. Entonces María les dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que Jesús les diga.»  Allí había seis grandes tinajas para agua, de las que usan los judíos en sus ceremonias religiosas. En cada tinaja cabían unos cien litros. Jesús les dijo a los sirvientes: «Llenen de agua esas tinajas» Los sirvientes llenaron las tinajas hasta el borde. Luego Jesús les dijo: «Ahora, saquen un poco y llévenselo al encargado de la fiesta, para que lo pruebe», Jn 2:1-8

Jesús actuó en favor de gente sencilla mostrando su compresión y evitando la humillación de una familia humilde.  Uso su poder para salvar a una familia de la vergüenza. Jesús responde a la necesidad humana más profunda. Jesús transforma la vida y es el nuevo vino. El milagro más grande es su entrega en la cruz, muerte y resurrección. Jesús asumió el papel del novio a pesar de que no era su propia boda y transformo el agua en el mejor vino. Dios en Jesús nos da algo superior y no inferior. Así es Jesús. Nos quiere llevar a otro nivel de comprensión y fortaleza espiritual. Jesús se transformó en el novio para todo el pueblo de Dios y vino a comprometerse con él.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

jueves, 7 de marzo de 2024

Humanos

 Derribando muros

“Pero el hombre empezó a contarles a todos cómo había sido sanado. Por eso Jesús no podía entrar libremente en los pueblos, sino que tenía que quedarse en las afueras, donde no había gente. De todos modos, la gente iba a verlo”, Mc 1:45

 Cuando salimos fuera de los “muros” que nos imponemos descubrimos al otro. Hay personas necesitadas de proximidad, equidad, misericordia, ternura, apego y comprensión. Nosotros también somos necesitados de esta clase de amor. Nos hacemos seguidores de Cristo cuando nuestras entrañas son conmovidas y es ahí cuando nos reconocemos “humanos”. El camino muchas veces lo encontramos “fuera del campamento” y es cuando encontramos al otro. Encontramos a Dios cuando practicamos la misericordia con aquellos que se consideran “leprosos”. Para “estar dentro” del Evangelio es necesario “salir fuera” del campamento, del reglamento, la estructura, el sistema. En el territorio de nuestra existencia será clave que no haya gente abandonada porque nadie se atreve a darles un lugar. "El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente”, Ro:12:9-10

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 6 de marzo de 2024

Categorías

 Sin Fronteras

“Un hombre que tenía la piel enferma se acercó a Jesús, se arrodilló ante él y le dijo: —Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo? Jesús tuvo compasión del enfermo, extendió la mano, lo tocó y le dijo: —¡Quiero hacerlo! ¡Ya estás sano! De inmediato, aquel hombre quedó completamente sano”, Mc 1:40-42

Jesús trae cerca a los que están lejos. Esto fue lo que pasó con la persona que tenía la piel enferma. Jesús ha llegado para quitar toda clase de fronteras y grietas. Jesús derriba los muros de separación, prejuicios y no acepta las discriminaciones raciales y religiosas, Jn 4:1-42. Para él no tiene sentido las categorías que solemos usar para separarnos unos de otros. Jesús habla con todos, habla a todos y todas. En otra parte del evangelio se ocupa de una persona pobre, loca y endemoniada que vivía entre los sepulcros. Jesús no va al cementerio a encontrar muertos, sino vivos olvidados, Mc 5:3. Jesús también acepta la invitación de un religioso y recibe a la mujer que se reconoce necesitada de perdón y entra a la casa con un frasco de perfume para derramarlo a los pies del Señor, Lc 7:36-50. Jesús sube para una fiesta, pero no va directo al templo, sino a una piscina de Betsaida, dónde está amontonada una multitud de ciegos, cojos, andrajosos, paralíticos, gente que se le niega lo sagrado y privilegia al excluido de entre los excluidos, Jn 5. Jesús va en busca de sorpresas, prefiere ser uno más entre gente sospechosa. Camina entre calles no seguras, barrios poco recomendables y está en compañía de los que han sido rechazados. Jesús no teme al contagio. Es el contacto con él lo que salva y sana. Jesús nos desafía a salir fuera del campamento porque la estructura puede limitar, proteger solo sus intereses, Heb 13:12-15. Se diría que, para él, la puerta sólo sirve para salir al encuentro de los que están afuera.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

martes, 5 de marzo de 2024

Desafío

 Falta uno

"¡Quiero hacerlo! ¡Ya estás sano!”, Mc 1:41

Una persona que tenía una enfermedad en la piel se acercó a Jesús. Los leprosos eran enviados fuera de la comunidad por motivos higiénicos y también religiosos. Su aislamiento implicaba cuidar la seguridad del lugar. Se asociaba y confundía la enfermedad con la culpa y el contagio físico con la impureza moral. Jesús rompe con el reglamento y hace saltar los mecanismos de exclusión. Jesús desafía el contagio. No evita el contacto con el impuro. No teme mancharse. Jesús nos enseña que alejarnos no significa curar, que librarse de personas incómodas es lo contrario a liberar; que ignorar a las personas no resuelve el problema, sino que lo agrava; que el orden dentro del campamento no quiere decir que “estamos bien dentro y entre nosotros”. Jesús nos vuelve a mostrar que “falta uno”, que ha sido expulsado y no se ha hecho nada por entenderlo. "Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo. Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo. No eres tan importante.”, Ga 6:2-3

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 4 de marzo de 2024

La sanidad de la soledad

 Atrevernos a decir “Si, quiero”

"Jesús tuvo compasión del enfermo, extendió la mano, lo tocó y le dijo: —¡Quiero hacerlo! ¡Ya estás sano!”, Mc 1:41

 La lógica de la “estructura” y el “campamento” algunas veces deja afuera lo que Dios considera su enfoque de amor. El campamento, sistema, rendimiento, decretos y obediencia debida suele defender sus propios límites y observaciones. Cuando podemos mirar con el corazón de Jesús nos damos cuenta de que todavía hay algunos “leprosos” que mantenemos a distancia. Pueden ser personas que nos causan disgusto e indiferencia y es ahí donde tratamos de refugiarnos en las normas de seguridad sugeridas por el prejuicio.  El “leproso” algunas veces suele estar muy cerca y es necesario derribar el muro infranqueable del rechazo. Implica decir “quiero”, porque la sanidad de la soledad, el anonimato, la falta de amor y desesperación viene cuando estamos dispuestos a cruzar todo tipo de fronteras. "Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben”, Ro 12:15-16

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

domingo, 3 de marzo de 2024

Sospechoso

  Los intocables

“Un hombre que tenía la piel enferma se acercó a Jesús, se arrodilló ante él”, Mc 1:40

Jesús tocó al que era considerado intocable, marginado y sospechoso. El grito de este ser humano impuesto por los demás era: ¡Soy impuro! Jesús nos desafía a tener gestos concretos para acercarnos a toda persona y que nadie quede excluido. Jesús sufrió fuera de la ciudad, fuera del campamento y entregó su vida para salvarnos y sanarnos, Heb 13:12-13. Ahora nos espera fuera para salir a su encuentro con todos aquellos que nos necesitan. La salvación acampa en un espacio abierto y no puede quedar limitada por confines demasiados estrechos. El enfermo y leproso sanado es devuelto a la sociedad y se hace mensajero para que todos salgamos a campo abierto. Es un mensaje para recordarnos que no debemos establecer las fronteras del rechazo y del elemento extraño que perturba. Se nos llama a vivir el amor expresado en el diálogo y la paciencia. Quedarnos siempre adentro o en el "campamento" nos impide escuchar la voz de los que están afuera. La voluntad de Dios no es la indiferencia, el distanciamiento, la exclusión y la condena. Es saber superar nuestros propios prejuicios y dejar un poco de lado los reglamentos, permisos y decretos. No mantengamos a distancia a los que se les considera los intocables para proteger la estructura y las normas de seguridad. Abramos las ventanas para darnos cuenta de que afuera nos espera Jesús para respirar un aire de esperanza que necesita toda la humanidad. "—Si alguno de ustedes nunca ha pecado, tire la primera piedra. Luego, volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el suelo. Al escuchar a Jesús, todos empezaron a irse, comenzando por los más viejos, hasta que Jesús se quedó solo con la mujer. Entonces Jesús se puso de pie y le dijo: —Mujer, los que te trajeron se han ido. ¡Nadie te ha condenado! Ella le respondió: —Así es, Señor. Nadie me ha condenado. Jesús le dijo: —Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar”, Jn 8:8-11

Carlos Scott

sábado, 2 de marzo de 2024

Signo de Salvación

 Estar en pie 

"Jesús fue a verla, la tomó de la mano y la levantó. En ese mismo instante la fiebre se le fue, y la suegra de Simón les sirvió de comer.”, Mc 1:31

En medio del camino alguna veces encontramos obstáculos que debemos superar. Otras veces estos mismos obstáculos nos detienen y podemos desanimarnos, caer o bien retroceder. Todo se trata de estar en pie para poder seguir. Jesús toma de la mano a la suegra de Simón, como también le dio la mano a Pedro cuando se hundía en el lago. No estar en pie puede representar una enfermedad o cualquier otra circunstancia que ocurre en la aventura de la vida. Son estos momentos donde necesitamos que alguien nos dé una mano, una mano que además de levantarnos nos ayude a caminar. Estar en pie implica caminar y si solemos detenernos innumerables veces o no querer seguir corremos el peligro de perder el equilibrio, el horizonte, la aventura, la vida misma. Se nos llama a seguir para poder ver y creer para seguir creyendo. En medio de los obstáculos podemos seguir caminando gracias a una mano. “De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?”, Mt 14:31. Años más tarde Pedro repite estos mismos gestos con otros: “El hombre lisiado los miró ansiosamente, esperando recibir un poco de dinero, pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!». Entonces Pedro tomó al hombre lisiado de la mano derecha y lo ayudó a levantarse. Y, mientras lo hacía, al instante los pies y los tobillos del hombre fueron sanados y fortalecidos”, Hch 3:5-7. Ser un signo de salvación es ayudar a otros a ponerse en pie. El seguidor de Jesucristo es alguien que pasa de la enfermedad al servicio imitando al Señor que dijo: “Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos», Mc 10:45.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 1 de marzo de 2024

Kike Pavón ft. Melissa Janet Romero - Me Cubre Tu Gracia (Video Oficial)

Liberación del mal

 Con poder

"La gente se quedó muy asombrada, y se preguntaba: «¿Qué es esto? ¿Una nueva enseñanza? ¿Qué clase de poder tiene este hombre? Con autoridad y poder ordena a los espíritus malos que salgan, ¡y ellos lo obedecen!», Mc 1:27

 Jesús se encuentra ante una persona que no es ella misma, que está trastornada y ocupada abusivamente por otra. Jesús no hacía alarde de su poder. El poder mostrado por Jesús no era para sí mismo, sino que estaba a favor de los demás. Dios se hace presente en la palabra que sana y se concreta en la acción. Esto constituye un acto de liberación. Jesús nos trae algo nuevo porque su palabra se transforma para que suceda algo. El éxodo de la persona hacia Dios comienza con el éxodo forzoso de los demonios que se han apoderado de la gente. El resultado final es la liberación del mal y Jesús deja al descubierto al enemigo para derrotarlo.  "En la sinagoga, había un hombre que tenía un espíritu malo. El espíritu le gritó a Jesús: —¡Jesús de Nazaret! ¿Qué tienes contra nosotros? ¿Acaso vienes a destruirnos? Yo te conozco. ¡Tú eres el Hijo de Dios!”, Mc 1:23-24. Las personas son víctimas de las fuerzas malignas y en la predicación de Jesús el demonio advierte que su reino se ve amenazado por la manifestación del Reino de Dios. “Pues el reino de Dios no consiste en las muchas palabras sino en vivir por el poder de Dios”, 1 Co 4:20. La vida vuelve a ser otra cuando es habitada por el Espíritu de Dios. Se transforma en un espacio de libertad y lugar de comunión. “Porque el Señor y el Espíritu son uno mismo, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad”, 2 Co 3:17. "Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!» El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios.  Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros.”, Ro 8:15-17

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

jueves, 29 de febrero de 2024

Servicio

 Con Autoridad

"Jesús y sus discípulos fueron al pueblo de Cafarnaúm. El sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban admirados de sus enseñanzas, pues cuando les hablaba, lo hacía con autoridad, y no como los maestros de la Ley”, Mc 1:21-22

Jesús va a una sinagoga donde se desarrolla la oración, la lectura y la explicación de la ley. Eran edificios sencillos y la predicación la hacía el presidente de la asamblea o bien algún participante. Los religiosos eran especialistas en compartir las escrituras y eran los intérpretes oficiales de la ley, por lo tanto, tenían autoridad. Ahora bien, la autoridad de Jesús que tanto impresiona a la gente es de otro tipo. Es una autoridad que viene de lo alto y es reconocida por el pueblo, no por un sentido de sujeción y de miedo, sino porque todos ven la preeminencia que hay en su corazón, sus aspiraciones más profundas de libertad. No es una autoridad que está vinculada con el puesto que ocupa, sino una autoridad que lo demuestra por lo que hace y no sólo por lo que dice, 1 Co 4:20. En Jesús, el mensaje es inseparable de su ser. El mensaje es él mismo. Proclama y actúa. Palabra y obra, obra y palabra. Jesús nos muestra un sentido diferente de lo que significa la autoridad. Es una autoridad que está para servir y no para ser servido. Es una autoridad que no se vale de sus privilegios divinos para beneficio propio. Es una autoridad que conoce su identidad y no necesita valerse del poder para dominar o manipular a los demás. Es una autoridad basada en la gracia y la misericordia, da vuelta el orden social, y nos ama hasta el fin. Jesús está a favor de los sencillos y pequeños. Jesús traspasa el poder religioso y restituye la libertad. “Y si yo echo fuera los demonios con el poder del Espíritu de Dios, con eso les demuestro que el reino de Dios ya está aquí”, Mt 12:28. «¿Entienden ustedes lo que acabo de hacer?... Pues si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros", Jn 13:12-17

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 28 de febrero de 2024

Ojos de Fe

 Revelación

El evangelio de Juan es revelador cuando nos dice “El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no le reconoció”, Jn 1:10. Jesús no llegó a esta tierra en helicóptero, tampoco en un avión privado, no anduvo con un traje de seda blanco respaldado por las grandes firmas comerciales y tampoco caminaba a diez metros de altura haciendo alarde de su poder. La identidad de Jesús es conflictiva para muchos. Corremos el riesgo de olvidarnos del “Jesús carpintero, el otro lado del Jesús Hijo de Dios”. Dios en la persona de Jesucristo se hace humano, elige la periferia, una provincia pobre, un hogar humilde y camina por las aldeas y pueblos sirviendo a la gente. Jesús no usó su divinidad para hacer ostentación de su poder, Fil. 2:5-8. El evangelio nos sorprende cuando dice que el mundo no le reconoció, porque a Jesús solo se lo puede ver con los ojos de la Fe.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

Abrir los ojos

  Caminar y ser abiertos “Seis días después, Jesús llevó a Pedro, a Santiago y a Juan hasta un cerro alto, para estar solos. Frente a ellos,...