martes, 28 de marzo de 2023

Empatía

 Escuchar

“… —¡Escucha, oh Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor … Al ver cuánto entendía el hombre, Jesús le dijo: —No estás lejos del reino de Dios…”, Mc 12:28-34.

Jesús se encuentra con un maestro de la ley aparentemente sincero, honesto, comprometido con una auténtica búsqueda sin posiciones preconcebidas. El evangelio de Mateo no lo percibe de la misma manera y cuestiona las intenciones de este maestro, Mt 22:34-40. Marcos si bien no simpatiza con estos maestros hace una excepción. Jesús responde con gusto a la pregunta de este letrado, acepta su elogio y nos recuerda la importancia de escuchar. No es suficiente oír y es necesario escuchar para poner en práctica lo propuesto. La palabra se escucha cuando se convierte en un hecho, se traduce en una acción y determina un comportamiento. Se puede afirmar que se sabe solo cuando se hace. Necesitamos volver a escuchar y aprender sobre todas las cosas que ya sabemos. Dios nos desafía desde hace mucho tiempo a “escuchar”. 

Carlos Scott 

Foto Gilbert Lennox

lunes, 27 de marzo de 2023

No alcanzan las prácticas religiosas

 Cerca de su reino

"Jesús le dijo: —No estás lejos del reino de Dios…”, Mc 12:34.

El amor al prójimo nos lleva a que valoremos la justicia y sirvamos a los demás. Es algo que recibimos de Dios y por lo tanto "no estamos lejos de su reino". Este amor incluye una negación de nosotros mismos. Tiene necesidad de purificación e implica una renuncia para que este amor no se corrompa en la búsqueda de sí y en una posesión egoísta. Determinadas concepciones del amor están bajo el signo de la ligereza, la superficialidad, la despreocupación e irresponsabilidad. El amor no es cuestión de un entusiasmo pasajero o epidérmico, es algo serio y exigente. El amor está dispuesto a darlo todo y a su vez reclama el derecho a pretender todo. Se peca contra el amor si se da muy poco y también cuando se pide poco. Amar significa tener el coraje de afirmar el camino de la entrega sin reservas y seguir el signo de la gracia. Para llegar al prójimo debo partir de Dios. Solamente si encuentro a Dios, si tomo en serio su amor, logro amar al hermano. El amor al prójimo constituye la única verificación seria de mi amor a Dios. Lo que Jesús nos ofrece está lejos de ser una simplificación porque al ver que el amor parte de Dios y confronto mi amor con el suyo todo se hace complejo. No alcanzan las prácticas religiosas y hace falta algo más. Si amamos no puedo hacer solamente lo que quiero, se me pide también hacer lo que no quiero. Hay algo más para ofrecer y es lo mejor: la obediencia en el amor. »Y los buenos me preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer? ¿Cuándo tuviste sed y te dimos de beber? ¿Alguna vez tuviste que salir de tu país y te recibimos en nuestra casa, o te vimos sin ropa y te dimos qué ponerte? No recordamos que hayas estado enfermo, o en la cárcel, y que te hayamos visitado.” »Yo, el Rey, les diré: “Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí.”, Mt 25:31-40

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

domingo, 26 de marzo de 2023

El poder de amar

 El inicio del amor

“Uno de los maestros de la ley religiosa estaba allí escuchando el debate. Se dio cuenta de que Jesús había contestado bien, entonces le preguntó: —De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?”, Mc 12:28-34

Un maestro de la ley se presenta como un individuo leal y plantea una pregunta seria. Jesús presenta el amor a Dios y el amor al prójimo como las dos caras de un mismo mandamiento. Todo comienza con el amor de Dios hacia nosotros. “Amados hijos míos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios”,1 Jn 4:7. Solo el amor de Dios hace posible el amor humano. El amor es un regalo, un don, una entrega y no es una conquista. El ser humano es capaz de amar y el amor es cuestión de receptividad. "Nosotros amamos a nuestros hermanos porque Dios nos amó primero. Si decimos que amamos a Dios, y al mismo tiempo nos odiamos unos a otros, somos unos mentirosos. Porque si no amamos al hermano, a quien podemos ver, mucho menos podemos amar a Dios, a quien no podemos ver. Y Jesucristo nos dio este mandamiento: «¡Amen a Dios, y ámense unos a otros!», 1 Jn 4:19-21. Se nos ha dado poder amar, porque el amor viene de Dios.

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

sábado, 25 de marzo de 2023

A tiempo y fuera de tiempo

 Mover Montañas

“A la mañana siguiente, Jesús y sus discípulos pasaron junto a la higuera, y vieron que se había secado hasta la raíz. Pedro recordó lo que había pasado el día anterior, y le dijo a Jesús: —Maestro, ¡mira! El árbol que maldijiste está seco. Jesús les dijo: —Confíen en Dios. Les aseguro que, si tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que pidan en sus oraciones sucederá. Si le dijeran a esta montaña: “Quítate de aquí y échate en el mar”, así sucedería. Sólo deben creer que ya está hecho lo que han pedido. »Cuando oren, perdonen todo lo malo que otra persona les haya hecho. Así Dios, su Padre que está en el cielo, les perdonará a ustedes todos sus pecados”, Mc 11:20-26

El hecho que la higuera fue secada de raíz significa que la destrucción fue total y que nadie en el futuro comería de este árbol. La Higuera está simbolizando al sistema religioso de la época con sus componentes políticos. Esto sirvió como advertencia del juicio que vendría en el año 70 DC cuando los romanos entraron en Jerusalén y destruyeron el templo. No dejará impune a un sistema religioso excluyente, de presión, abuso, control, robo y que no ha dado la libertad a la gente, sino la ha sometido a un legalismo que la ha esclavizado. “Pedro, acordándose, le dijo a Jesús: ¡Rabí, mira, se ha secado la higuera que maldijiste!” La respuesta de Jesús es “Tengan fe en Dios”. Jesús apela a la calidad de la Fe y la Oración. Les dice: “Les aseguro que si alguno le dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, creyendo, sin abrigar la menor duda de lo que dice sucederá, lo obtendrá.” Quitarse de aquí para allá o trasladarse parece ser una frase proverbial que significa quitar grandes dificultades, 1 Co 13.2. Implica que desaparezca un sistema de valores que no da libertad a la gente. El antídoto será la Fe, pedir por medio de la oración, apelar a su poder que incluye el amor a los enemigos y perdonar a otros. Somos llamados a seguir a Jesús y superar los obstáculos. Sigamos adelante haciendo un esfuerzo extra: “a tiempo y fuera de tiempo”. Oremos creyendo que Dios quitará los grandes obstáculos para la evangelización mundial.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox Photography

viernes, 24 de marzo de 2023

Trascender

Procesos intencionales

“Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el templo y empezó a sacar de allí a los que estaban vendiendo y comprando. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero de otros países por dinero del templo, y también derribó los cajones de los que vendían palomas. Y Jesús no dejaba que nadie anduviera por el templo llevando cosas. Luego se puso a enseñar a la gente y le dijo: «Dios dice en la Biblia: “Mi casa será llamada ‘Casa de oración para todos los pueblos’.” Pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones.», Mc 11:15-17

El problema del templo y su dirigencia era que aparentaba vida, pero sus hermosas hojas escondían un tremendo vacío. Debemos examinarnos y tener cuidado que no pase lo mismo en nuestro medio. Los pueblos que se acercaban a esta higuera no encontraban algo que les satisficiera la sed y el hambre. ¿Cuál es el fruto que busca el Señor en medio de su pueblo? Jesús les enseñaba con estas palabras: ¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”?, Mr. 11:17. Hace referencia a un reino inclusivo que Dios quiere instaurar. Su preocupación tiene que ver con todas las naciones, para todos los pueblos, a favor de todas las etnias. Jesús no se queda con sus límites nacionalistas sino los trasciende. Debemos cuidarnos de no estar centrados en nosotros mismos a favor de las instituciones olvidándonos de las necesidades menos alcanzadas de los no alcanzados y menos evangelizados. Se espera que como individuos e iglesias o comunidades comencemos un proceso intencional para alcanzar a los que están desposeídos del evangelio llevando el mensaje que transforma toda la existencia humana. El Señor está llamando a otras etnias para que también sean su pueblo e invita a su Iglesia a participar. ¿Cómo estamos respondiendo como Iglesia? ¿Qué procesos intencionales estamos comenzando para alcanzarlos?

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox 

jueves, 23 de marzo de 2023

Culpable por observar el reglamento

 Las pretensiones de Dios

“Al día siguiente, Jesús y sus discípulos salieron de Betania. En el camino, Jesús tuvo hambre.  A lo lejos vio una higuera que tenía hojas pero, cuando se acercó, no encontró ningún higo para comer. El árbol sólo tenía hojas, porque todavía no era época de higos. Entonces Jesús le dijo al árbol: «¡Que nadie vuelva a comer de tus higos!» Y sus discípulos lo oyeron.”, Mc 11:12-25

Este es un pasaje de difícil interpretación en los evangelios. Alessandro Pronzato se refiere a que se trata de una higuera que no tiene más pecado que el respetar sus estaciones. Podríamos definirla como una planta culpable de observar escrupulosamente el reglamento: “No era tiempo de higos”. Este episodio representa una parábola dramatizada. Son las pretensiones de Dios en relación con nosotros. Cristo nos pide algo más. Como si dijera: La fe tiene la obligación de realizar milagros. Podemos estar metidos en muchas actividades, pero tal vez tengamos nada más que hojas. Puedo aparentar que soy un árbol frondoso y lleno de hojas, pero lo que Jesús busca es fruto. Dios espera que su pueblo de fruto a tiempo y fuera de tiempo como Pablo se lo expresó a Timoteo: “Predica la palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”, 2 Ti 4:2. Dios nos considera capaces de hacer cosas imposibles. ”Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a dónde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho”, Jn 14:12. Cristo no solo ha muerto en la cruz para que tengamos vida eterna sino para que también seamos semejante a Él, realizando sus mismas obras.

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox 

miércoles, 22 de marzo de 2023

Un silencio inquietante

 Mirar, observar y meditar

“Cuando Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y se puso a ver cómo estaba todo. Pero como ya era tarde, se fue con sus discípulos al pueblo de Betania”, Mc 11:11

Cuando Jesús fue al templo se dedicó a mirar e indagar sobre el ánimo de los que estaban dentro. Aquella tarde lo único que hizo Jesús fue observar. Esos silencios y miradas suyas pueden causar preocupación y cierta turbación. El silencio de Dios es más inquietante que cualquier palabra suya. Ese silencio pudo ser una señal de que todo eso era extraño. El no tiene nada que ver con lo que están tramando ahí dentro. Una vez más en todo tiempo es necesario la voz de los profetas para declarar que Dios no está de acuerdo con tal desorden. Dios nos concede una prórroga y espera lo mejor de cada uno de nosotros: “La casa puede estar en orden” “Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”, Miqueas 6:8

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

martes, 21 de marzo de 2023

La fuerza del amor

 Conquistas y triunfos

“Luego pusieron sus mantos sobre el burro, lo llevaron a donde estaba Jesús, y Jesús se montó sobre él. Mucha gente empezó a extender sus mantos sobre el camino por donde iba a pasar Jesús. Algunos cortaban ramas de los árboles del campo, y también las ponían en el suelo como alfombra. Y toda la gente, tanto la que iba delante de Jesús como la que iba detrás, gritaba: «¡Sálvanos ¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios!», Mc 11:2-11
Si de triunfo se trata, aquí estamos ante el triunfo de la humildad, de la modestia, de la mansedumbre, no del poder. Las únicas conquistas que es capaz este rey son las conseguidas con la fuerza del amor. Es un encuentro con la libertad y la fe. Es un triunfo de la discreción y un mesías privado de poder. Es un príncipe, pero no un príncipe guerrero que viene a conquistar por la fuerza: es un príncipe de paz. Una vez más puede afirmarse que Jesucristo se revela escondiéndose. Se manifiesta, pero sólo a los que tienen oídos para entender y ojos para ver. “El modo escogido por Jesús para su entrada en Jerusalén es para los que están abiertos para comprender su dignidad y al mismo tiempo, para ocultarla a los que no desean descubrirla”. Entusiasmada, la multitud grita y aclama, pero se tiene la impresión de que todo va dirigido a otro Mesías, no al que cabalga sobre un burro. Son expresiones correctas desde la ortodoxia, pero están viciadas, inaceptables. El problema está en las intenciones y Jesús se pudo haber sentido muy solo en medio de esa multitud. La gente pensaba en algo totalmente distinto del sufrimiento y de la muerte. A este Jesús no le pertenecía ni siquiera el animal que montaba, no poseía poder terreno y su conducta mostraba que los pensamientos de Dios son distintos a los pensamientos y caminos de la gente. El Señor tiene necesidad de nosotros y necesita un burro por algunas horas, nada más que esto. Es estar dispuestos a ser utilizados por él cuando así lo decida y a su vez estar contentos de que el triunfo es del Señor, no nuestro. No busquemos el primer plano, simplemente estar dispuestos una y otra vez a servir y no para un premio o una exhibición.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox

Photography

lunes, 20 de marzo de 2023

Existencia y Propósito

Elegir y decidir

“Jesús y sus discípulos llegaron al Monte de los Olivos, cerca de los pueblos de Betfagé y Betania, y de la ciudad de Jerusalén. Allí, Jesús dijo a dos de sus discípulos: «Vayan a ese pueblo que se ve desde aquí. Tan pronto como entren, van a encontrar un burro atado, que nunca ha sido montado. Desátenlo y tráiganlo. Si alguien les pregunta por qué lo están desatando, respondan: “El Señor lo necesita y pronto lo devolverá.”, Mc 11:1-3

En el ser humano está firme el instinto de ser necesario. El sentido de la propia existencia y felicidad se encuentra cuando ponemos nuestras cualidades y recursos para servir a los demás. Algunas necesidades tienen que ver con tener alimento, agua y seguridad. Otras tienen que ver con dar más que obtener. Cuando nos limitamos solamente a satisfacer nuestros propios intereses y condiciono a ellos mis preocupaciones y mis actos, las consecuencias suelen ser el alejamiento y separación de los demás. Por lo general estamos dominados por el deseo de apropiarnos de algo, de poseer, pero Dios llama al ser humano a ser libre de ambiciones desmedidas y egoístas. Nos llama a ser necesario para alguien. Pero ¿Quién me necesita? Los objetos no tienen necesidad de mí. Existen valores, virtudes y fines que tienen necesidad de mí. Tanto la generosidad, sinceridad, lealtad, humildad, paz, bondad y justicia tienen necesidad de alguien que encarne, practique y viva esta realidad para beneficio de los demás. Para existir tenemos necesidad de vivir determinados valores para ciertos objetivos y podemos aceptar o rechazar estar a disposición de los mismos. Nos enfrentamos a una elección y decisión, donde la neutralidad no es posible frente a la vida. Mi existencia es un asunto de todos, donde mi compromiso o rechazo tienen carácter público. No hemos sido creados para mantenernos indiferentes, somos llamados e interpelados en vivir de un modo que sea compatible con la grandeza y el misterio de la vida. “Pero Dios llamó al ser humano y le preguntó: —¿Dónde estás?”, Gn 3:9. Hay un Dios que nos busca, nos propone una tarea, nos asigna un rol. No quiere espectadores, nos invita y nos necesita. Debemos elegir y decidir.

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox Photography 

domingo, 19 de marzo de 2023

Dar Valor

Valoración y aprecio

“Jesús le dijo: —¿Qué quieres que haga por ti? El ciego respondió: —Maestro, haz que pueda yo ver de nuevo”, Mc 10:51
Jesús pregunta y marca su valorización por la persona. En este caso le pregunta al ciego Bartimeo: ¿Qué quieres que haga por ti? Marca su sencillez, está abierto y disponible ante las necesidades del otro. La respuesta del ciego fue "quiero ver" y no una imposición de Jesús. La sanidad del ciego fue un milagro y decide seguir al Señor. ¿Cómo responde nuestra tradición o trasfondo teológico a la solución de los Bartimeos?  Algunos harían imposición de manos, oración y pedirán sanidad. Otros, resolver su situación económica, enseñarle a leer en Braille, conseguir un perro guía, buscarle empleo, concientizar por su condición de explotado. Otros responderían con amor, aprecio, perdón, aceptación. Otros rápidamente le dirían que acepte a Jesús como su Señor y Salvador. Con énfasis tan variados el ciego conocería un aspecto de Cristo o bien lo conocería de una determinada manera. Pero faltaría algo: responder a la manera de Jesús. Jesús apeló a la relación, comunión, solidaridad y cooperación. Se mostró abierto al interesarse por el otro. Nos causa cierta inestabilidad e incomodidad hacer preguntas que pueden alterar nuestro orden. Corremos el peligro o riesgo que Bartimeo nos pida algo que no está en nuestra agenda o aún más, algo que no queremos dar o hacer. Jesús nos enseña que la comunión, cooperación y solidaridad es compartir la vida, una experiencia común; privilegios y realidades, fortalezas y debilidades; compartir por medio del dar o donar. Lo que se comparte primero en el contexto de la comunidad es la fe. Lo que sale de la comunión de la fe es la comunión o koinonía de la obra. El compartir la fe viene primero y define la cooperación práctica, pero la fe común debe tener una salida a la participación práctica y esta participación en la práctica tiene consecuencias concretas. Sencillamente es dar valor al otro. 
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

sábado, 18 de marzo de 2023

Dejar algo

 Abrirse camino

“El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús”, Mc 10:50 

El ciego Bartimeo consiguió abrirse camino hacia Jesús. El seguimiento necesariamente implica dejar algo. Lanzó el manto al viento y pasó de la orilla al centro de la escena para encontrarse con Jesús. Junto al manto es probable que Bartimeo haya arrojado las monedas que había recogido aquel día. Su grito le dio salvación "—Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”. Bartimeo sintió que la salvación le pasaba cerca y no dejó pasar esta oportunidad. “Recuerden lo que dice «Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón”, He 3:15. 

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox



Dejar los prejuicios

  Desliz "¿Tú qué opinas?", Jn 8:5 Dios nos llama a purificar nuestra vida y la forma de ver la vida. Se trata de salir de nuestro...