sábado, 27 de junio de 2020

RECOSTADO SOBRE SU PECHO

RECOSTADO SOBRE SU PECHO. Hay otro discípulo, también llamado “el discípulo amado” que se menciona varias veces en el cuarto Evangelio: Juan 18:15-16; 20:3-4; 19:25-27; 20:2-21 y otros más. A diferencia de Pedro, a quien se le asignan tareas pastorales asociadas a la jerarquía de la primitiva comunidad cristiana, a este “otro discípulo” solo se le entrega afecto: era el que “Jesús tanto quería, el mismo que en la cena se había recostado sobre el pecho” (Juan 21:20). Lo mas probable, tal como señalan los especialistas, es que el escritor (escritores) del Evangelio quiera cerrar su texto insistiendo en otra manera de ser comunidad de fe: no basada en estructuras institucionales, sino solo en el amor (X.Léon-Dufour). Sea como sea, en nuestras comunidades de fe lo que debe primar es la autoridad del afecto, del servicio, la amistad y el cuidado tierno, antes que la autoridad de los rangos jerárquicos y del poder institucional, muchas veces necesarios, pero no esenciales para la experiencia del amor. “Pedro se volvió y vio que detrás de ellos venía el discípulo a quien Jesús tanto quería, el mismo que en la cena se había recostado sobre el pecho de Jesús y le había preguntado: “Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?”. Al verlo, Pedro preguntó a Jesús: — Señor, y este, ¿qué suerte correrá? Jesús le contestó: — Si yo quiero que él quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.” ‭‭JUAN‬ ‭21:20-22‬ ‭ Twitter @haroldsegura Instagram @harold_segura Harold Segura

viernes, 26 de junio de 2020

SIN SER LO QUE ÉL ESPERA, NOS HA ENCARGADO LO QUE ÉL MÁS QUIERE


IN SER LO QUE ÉL ESPERA, NOS HA ENCARGADO LO QUE ÉL MÁS QUIERE. En el ultimo capitulo del Evangelio de Juan y un poco antes del epílogo se nos presenta el diálogo entre Jesús y Pedro. Dos veces el Maestro le pregunta si lo ama. Pero Pedro responde diciendo que lo quiere (y querer es diferente a amar). Entonces Jesús, sabio y paciente como siempre, cambia su pregunta y, la tercera vez, le dice: ¿me quieres? Y Pedro, viéndose descubriendo su corazón responde: “Señor, tú lo sabes todo”. Esta sutiliza en el cambio de los verbos infortunadamente no la registran todas las versiones de la Biblia. Hay versiones que traducen las tres veces con la palabra amor. Pero no, Jesus pregunta por el amor y Pedro responder con un “te quiero”. Pieza magistral del Evangelio registrada solo por Juan para mostrarnos la enorme distancia entre lo que Jesus espera y lo que nosotros damos. También para mostrarnos —y esto es lo mejor—- que aun cuando damos mucho menos de lo que Él espera, no por eso deja de confiar en nosotros y encargarnos las tareas más nobles y sublimes a favor de los demás: apacentar sus ovejas, cuidar a la gente, preocuparnos y servir a los demás. Sin ser lo que Él espera de nosotros, insiste en encargarnos lo que Él más quiere. Es la muestra de su gracia (solo dependemos de ella) que nos cura y nos alienta. “Terminada la comida, Jesús preguntó a Pedro: — Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Pedro le contestó: — Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: — Apacienta mis corderos. Jesús volvió a preguntarle: — Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro respondió: — Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: — Cuida de mis ovejas. Por tercera vez le preguntó Jesús: — Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció al oír que le preguntaba por tercera vez si lo quería, y contestó: — Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Entonces Jesús le dijo: — Apacienta mis ovejas.” JUAN‬ ‭21:15-17‬ ‭BHTI‬‬ Twitter @haroldsegura Instagram @harold_segura Harold Segura Foto de Gilbert Lennox

miércoles, 24 de junio de 2020

Mientras tanto,... “hagan lo que él les ordene”, Jn 2:1-12

Mientras tanto,... “hagan lo que él les ordene”, Jn 2:1-12 Juan en el capítulo dos de su evangelio nos habla de una fiesta, una boda; en una aldea llamada Caná de Galilea. Las bodas eran importantes y podían durar hasta una semana. La vida por lo general estaba marcada por la pobreza y el trabajo duro. Esa semana sería era algo especial para todos. Jesús, sus discípulos y la madre de Jesús se encontraban allí. Jesús afirma la importancia de compartir la alegría y felicidad. Dios quiere que celebremos la vida. Nos quiere colocar un “traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento”, Is 61:3 Nos encontramos en una casa humilde. Es la periferia y no hay tantos recursos económicos. La familia debía ofrecer un banquete de acuerdo a las normas sociales. No había gran variedad de bebidas y por lo general se tomaba agua o vino. En un determinado momento la fiesta se quedó sin vino. María se angustió, se acercó a Jesús y le compartió la dificultad. Tuvo compasión. No tener vino en una fiesta de boda implicaría vergüenza y humillación. Sin vino, decían los rabinos, no hay fiesta. Cuando nuestras vidas pierden sabor y no hay ganas de celebrar la vida debemos recordar las palabras de María a los sirvientes: “Hagan lo que él les ordene”. María tenía confianza en su hijo y siempre tenemos que estar listos para hacer lo que Jesús quiere que hagamos. Jesús transformó el agua en el mejor vino y lo mejor apareció al final. Lo mejor está por venir y cada día con Jesús es mejor que el anterior, una gracia nueva, algo nuevo por entender y descubrir. Invite a Cristo, obedezca a Cristo, disfrute a Cristo. La gracia abunda y sobreabunda para todos, Ro.5:20. Cuando nuestras propias vidas son insípidas y se pierde el sabor para celebrar es cuando necesitamos un milagro del Señor. Sin Jesús la vida parece pesada y vacia, pero con Jesús la vida se convierte en algo ágil, dinámico, emocionante. No debemos renunciar a celebrar la vida. Cuando Jesús entra en la vida de una persona es como convertir el agua en vino. Jesús es la alegría de la humanidad. ¿Qué implica “hacer lo que él nos dice” y "celebrar la vida"? Carlos Scott Foto de Gilbert Lennox

viernes, 19 de junio de 2020

Mientras tanto,... comunión. cooperación y responsabilidad mutua

Mientras tanto,... comunión. cooperación y responsabilidad mutua. “El hecho que podamos decidir juntos hacer misión, será una señal de la derrota de Satanás, evidencia de la unidad y de la cooperación global. El hecho de que lo hagamos juntos con nuestras diferencias de culturas, de riqueza, de trasfondo; requerirá la ayuda del Espíritu Santo y una disponibilidad de sacrificar lo nuestro para el bien de su misión. Somos de diferentes países desafiados a ser ciudadanos del cielo, Fil 3.20; se nos recuerda que tenemos un futuro en común y una misma identidad”. Esta identidad en común se debe manifestar por medio de la comunión, amor, aceptación, perdón, la interdependencia y rendirnos cuenta los unos a los otros. «Tenemos que confesar que la pérdida de la unidad eclesial no es sólo una molestia sino un pecado. La unidad no es una opción superflua. Es, en Cristo, ya un hecho, algo dado. Al mismo tiempo es un mandamiento: «¡Sean uno!» Estamos llamados a ser uno como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno y nunca debemos cansarnos de esforzarnos hasta el día cuando los cristianos en todo lugar puedan juntarse para compartir el solo Pan y la sola Copa» La presente condición del mundo está marcada por el sufrimiento, Ro 8.18-22. Nosotros estamos siendo llamados a participar de sus padecimientos (Fil 1.29, Fil 3.10, Col. 1.24, 1 P 4.13, 16), a favor de su cuerpo, que es la iglesia, llegando a ser semejante a él en su muerte. «Hermanos, no piensen que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús», Fil 3.13-14. Que toda la iglesia en unidad, comunión y solidaridad lleve todo el evangelio a todo el mundo hasta que el Señor vuelva. ¿Qué implica la interdependencia? ¿Cómo definimos la palabra “nosotros”? ¿Quiénes son “nosotros” y qué alcance tiene esta palabra? ¿Cómo hacemos lugar para los demás? Carlos Scott Foto de Gilbert Lennox

jueves, 18 de junio de 2020

Mientras tanto,... llamados a servirnos unos a otros

Mientras tanto,... llamados a servirnos unos a otros Somos llamados a servirnos unos a otros por la pasión que tenemos por el evangelio. Nos necesitamos, 1 Co 12.21-22. Somos miembros los unos de los otros. Nadie le puede decir al otro: «no te necesito», 2 Co 10.12, 17-18. Nuestro problema, muchas veces, está en pensar que no necesitamos de nadie y que no hace falta compartir con otros. Esto es pecado y debemos arrepentirnos. Para que exista la cooperación, comunión y solidaridad se necesita haber cumplido con un nivel de confianza que es muy difícil de edificar cuando alguien se muestra autosuficiente. La belleza de la encarnación es que Jesucristo siendo por naturaleza Dios se «rebajó» voluntariamente para estar entre nosotros. Debemos tener unanimidad con los planes del Padre, Lc 6.27-31. Esta unanimidad con Él nos habla de un mismo sentir y parecer, Fil 2.1-11. Nos habla de perdonarnos, de humillarnos, de entender y comprender nuestras diferentes culturas y ayudarnos mutuamente. No hay nadie superior, ni nadie inferior. Significa también que debemos construir mejor nuestro puente de comunicación. Como siervos, nuestra presencia, nuestro compromiso, nuestra flexibilidad y cooperación son indispensables. Junto a esto, debemos enriquecer el diálogo entre todo el cuerpo de Cristo: la iglesia global. No hay Norte o Sur, Este u Oeste, lo que hay es «un solo cuerpo». Cuando servimos en medio de la cooperación, comunión y solidaridad podemos decir como el apóstol dijo de Epafrodito: «mi hermano, colaborador y compañero de lucha» «Es una ofrenda fragante, un sacrificio que Dios acepta con agrado», Fil 2.25 y 4.18. Se nos invita a tomar una decisión, creer, a no dudar y tomarnos de la mano de Dios. Dejemos que sea Dios quien dirija nuestra danza. Será necesario aprender los pasos, escuchar la música del Espíritu y ser un acontecimiento de gracia al desplegarse su vida en nosotros. ¿Cómo definimos “vaciarnos de nosotros mismos”? ¿Qué implica ser una comunidad abierta, de invitación y amor? Carlos Scott Foto de Gilbert Lennox



miércoles, 17 de junio de 2020

Mientras tanto,... ampliamos los espacios

Mientras tanto,... ampliamos los espacios Las tres personas de la trinidad son eternamente activas donde el Padre siempre trabaja y Él también trabaja, Jn 5:17. No hay cansancio ni tampoco interrupción en las relaciones que unen a las tres Personas. Implica movernos a la entrega y el intercambio mutuo sea por obras específicas, la oración y relación espiritual. Moverse significa también hacer espacio para que los demás puedan desarrollarse y realizar la misión sin obstáculo, ni estorbo. Hay que saber ceder el lugar a quienes lo van aprovechar mejor y ampliarlo para que quepan otros. Nadie y ningún grupo pueden quedar excluido de la comunión. Todos deben ser integrados cuanto antes, unir fuerzas y con energía enfrentar el mal y combatir los ataques dirigidos contra la unidad, motivadas por la soberbia, egoísmo y la codicia. Dejar lugar a los demás, actitud fundamental de humildad, supone al mismo tiempo respetar la identidad y la dignidad de cada uno, sin tentativa de dominio y deseo de subyugar o someter. Cada cual debe promover la libertad y la autonomía de los demás y tratarlos con el máximo amor en el respeto de las diferencias. Respetar las diferencias está lejos del deseo de centralizar, de uniformizar los pensamientos y costumbres, sino por el contrario es dar la oportunidad de apreciar las riquezas que ofrecen los otros y de gozarlas Del trabajo realizado entre todos a partir de las diferencias, resultará una complementariedad armoniosa y recíproca vivida por el amor. Esta relación de unos con otros, exige un diálogo continuo marcado por el respeto dentro de una intercomunión creciente. En esta fe trinitaria tenemos la ayuda del Espíritu Santo hacia una progresiva compenetración de unos con otros, conservando la identidad, creciendo en santidad, sirviendo a los demás con los dones que Dios nos dio y recibiendo lo que otros hacen por nosotros. No hay erosión ni confusión de personalidades donde cada uno crece conforme a lo que es y de acuerdo a su vocación. Habrá intimidad, libertad, alteridad y amor. Trabajar por la verdad, la justicia y la paz serán valores claves para la realización de una humanidad que sea imagen de Dios. La pregunta que nos hacemos es ¿Cómo bailamos juntos y damos espacio unos a otros para que exista unidad sin uniformidad, diferencia sin división, personalidad o distinción sin individualismo? Carlos Scott Foto de Gilbert Lennox

martes, 16 de junio de 2020

Mientras tanto,... la solidaridad

Mientras tanto,... la solidaridad La Trinidad aparece como prototipo de sociedad perfecta y de esa forma ofrece un modelo de comunión social para el mundo, es decir, para los hombres y mujeres, los mayores y los niños, todos en el gran baile de la Vida. Somos llamados a crear una sociedad que responda a esta danza dadora de vida y generadora de amor. No es solo un camino de una persona a otra, sino también encuentro de amor unos con otros, que se dan mutuamente y comparten la vida. El hombre es imagen de Dios y como tal, está llamado a expresar esta relación unos con otros, dando lugar a los demás con humildad y respetando las diferencias. Es un llamado a la humanidad para recorrer este camino. La unión perfecta que se llama unidad se expresa por el amor donde cada persona es libre y misteriosamente autónoma dentro de una asociación íntima y una comunión activa. Cada persona existe en la medida que “camina” hacia la otra en proceso circular. Es un camino como un baile incesante, en el cual cada persona se dirige sin cesar a la otra en donación total. El itinerario de Dios es proceso culminado. Esta es la voluntad de Dios también en que cada persona de la humanidad complete el itinerario caminando unos hacia los otros. Esto nos lleva a valorar la comunión humana hallando un camino de entrega mutua, que culmina como encuentro de amor y vida compartida. Como el ser humano es hecho a la imagen de Dios, Gn 1:26, la humanidad está marcada por esta característica divina, la pericóresis. Somos llamados a seguir esta vocación en caminar, participar y construir una comunión a pesar que el pecado obstaculiza esta unión y que no será perfecta antes del final de los tiempos. Nos toca vivir en función de la misión de Dios, contribuir constantemente a la realización de la unidad que Jesús pide en una de sus más profundas oraciones. Jn 17:21. La meta es clara y la asistencia del Espíritu Santo está asegurada, Jn 14:26, 15:26, 16:7-8,13,15. La mejor forma de trabajar en esta realización es imitando con la ayuda de la gracia divina lo que viven las tres personas de la trinidad. ¿Cómo podemos construir mejor el puente misionero de cooperación, comunión y solidaridad en nuestra propia nación y con la iglesia global? ¿Nos ayudaremos mutuamente siendo de diferentes latitudes y culturas? Carlos Scott Foto de Gilbert Lennox

lunes, 15 de junio de 2020

Mientras tanto,... la misión en unidad

Mientras tanto,... la misión en unidad Tenemos como Iglesia local y global un desafío: trabajar en unidad, comunión y solidaridad porque Cristo es la verdadera señal de unidad y desde su principio, el Señor nos ha desafiado al trabajo en equipo. José Miguez Bonino nos habla que «la misión puede ser el principio material de nuestra unidad». La cooperación en la tarea práctica de la misión es el primer paso hacia una unidad más profunda. La unidad ha sido lograda por medio de Jesucristo. La oración de Jesús fue oída por el Padre, así que, en Cristo y en la perspectiva de Dios, ya somos uno. El cuerpo de Cristo desde su perspectiva es indivisible. Jurgen Moltmann comenta que nuestro pasado puede ser denominacional, pero nuestro futuro es ecuménico. Nuestro gran desafío es cómo convivir en la diversidad. Ser una comunidad trinitaria implica que hay diversidad sin uniformidad, diferencia sin división y distinción sin individualismo. La comunidad de la iglesia debe ser como una danza de vida y amor. Debemos dejar la división, pero no la diferencia; dejar la uniformidad, pero no la diversidad; dejar el individualismo, pero no la distinción y personalidad. La comunidad implica danzar alrededor, danzar en torno e intercambiar lugares. Es cuando estamos compenetrados con el otro respetando su personalidad. Hacer espacio para otros, vaciarnos de nosotros mismos y ser humildes. Respetar, dar dignidad y tener una relación cara a cara. El sentido de cooperación, solidaridad y unidad que se basa en el Dios trinitario implica el auto vaciamiento, dando lugar unos a otros. Es un sacrificio, 2 Co 8:2. “Cada vez que sentimos que la vida es demasiado complicada o demasiado fracturada - muchas piezas para resolver, demasiada diversidad, demasiadas diferencias- entonces la Trinidad, el Dios que es uno y que es tres, nos recuerda que construyó la unidad y la diversidad en el propio diseño de la vida. Podemos confiar en la unidad, y debemos saborear la diversidad. Esa es nuestra única esperanza de llevarnos bien en nuestras comunidades. Él es un Dios de paz y no un Dios en pedazos. ¿Qué significa proveer espacio para los demás? ¿Cómo hacemos lugar para los demás?¿Qué implica la interdependencia? Carlos Scott Foto de Gilbert Lennox

Dejar los prejuicios

  Desliz "¿Tú qué opinas?", Jn 8:5 Dios nos llama a purificar nuestra vida y la forma de ver la vida. Se trata de salir de nuestro...