La comunidad del Reino de Dios, la iglesia, debe ser un lugar de perdón. Muchas veces el pecado de la vida en la comunidad es el juzgarnos y condenarnos. Cuando juzgamos, rechazamos a los otros, levantamos un muro, una barrera. Cuando perdonamos, esas barreras se destruyen y nos acercamos a los demás. La comunidad es el lugar del perdón. Mas allá de la confianza que puedan tener unos con otros, hay ocasiones donde las palabras hieren, actitudes que pueden marcar la evidencia de situaciones distantes de unos y otros. El entrar a formar parte de la comunidad o la iglesia implica que estaremos aprendiendo a perdonar y a ser perdonados setenta veces siete o de lo contrario estaremos desilusionados y frustrados. El perdón es darle un regalo a quien no lo merece. Es cancelar la deuda que otros tienen con nosotros. "Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.", Col 3:13 (NTV). "No juzguen a los demás, y no serán juzgados. No condenen a otros, para que no se vuelva en su contra. Perdonen a otros, y ustedes serán perdonados.", Lc 6:37 (NTV). "Sean siempre humildes y amables. Sean pacientes unos con otros y tolérense las faltas por amor. Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz." Ef 4:2-3 (NTV) El Espíritu Santo viene en nuestra ayuda y no estamos solos. Nos inquieta y nos habla. La Palabra no ilumina todo el camino, pero nos muestra el próximo paso; nos permite caminar. La vida en la comunidad del Reino de Dios es justamente ayudarnos a continuar la ruta con esperanza, aceptarnos, recibirnos, perdonarnos, amarnos. Es el corazón de la vida en la comunidad

La comunidad del Reino de Dios, la iglesia, debe ser un lugar de sanidad y crecimiento. El calor de ser bien recibido y el amor dan vida. La comunidad es un ámbito de relaciones y puede revelar nuestra afectividad herida. Seremos desafiados a vivir en relación "unos con otros" y responder de acuerdo al modelo de Jesús. En la comunidad se manifiestan los temores y el egoísmo de la persona. Se manifiestan debilidades de carácter, bloqueos, incapacidad para entenderse, frustraciones, envidias, celos, competencia, enojos. Si estamos solos podemos creer que amamos a todo el mundo pero la realidad de la vida se manifiesta en la relación "unos a otros", en comunidad. Es ahí, donde soy probado y el amor puede parecer una ilusión. La vida de la comunidad revela quien soy, quienes somos y a veces es difícil de asumir. La tentación es huir y abandonar el proceso de crecimiento. Nuestro Yo egoísta es desafiado por el Espíritu y la Palabra para que seamos un solo cuerpo y nos transformemos en fuente de vida, porque la comunidad debe ser un lugar seguro. "Cuando todo ha fracasado el amor vence". Necesitamos darnos una nueva oportunidad a nosotros mismos y volver a empezar. El amor, la aceptación y el perdón al estilo de nuestro Señor forman la base. Nadie se debe excluir, sentirse excluido, ni excluir a otros o decir no tengo mas oportunidad. Debemos vencer la verguenza, el orgullo, inclinarnos ante el Señor y volver a empezar. La comunidad se puede convertir en un lugar de liberación y crecimiento cuando tenemos brazos abiertos, corazón dispuesto, amando, aceptando, perdonando. Podemos ser más abiertos y compasivos, tenemos una misión Jesús es el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas, Jn 10:11. "Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo", Jn 6:37

La comunidad del Reino de Dios o la iglesia es un lugar para la comunión, colaboración, cooperación. Todos estamos llamados a colaborar. La colaboración y cooperación encuentra su fuente en la comunión de unos con otros. Es cuando existe un amor mutuo, porque los miembros se sienten llamados a caminar juntos, compartir la vida en el llamado de Dios. Es transformar la sociedad local hasta lo último de la tierra con los valores del Reino de Dios. La colaboración sin la comunión puede ser algo penoso y pesado porque le faltaría el principal ingrediente que es la experiencia común del amor. La comunión y cooperación es el reconocimiento que somos un solo cuerpo, un solo pueblo llamado por Dios a ser fuente de amor y de paz. Es una experiencia de apertura y confianza. Es un don del Espíritu Santo. La comunidad del Reino de Dios es ante todo un lugar de comunión. Se debe dar lugar a la relación porque tenemos una fe trinitaria, una fe relacional, una fe comunitaria. Lo primero que compartimos es la fe y de ahí sale la colaboración práctica y cooperación de la obra. Cuando una comunidad es solo un lugar de trabajo, está en peligro. Se pierde el sabor, la esencia, el gusto y la alegría. Dios quiere que celebremos el encuentro, la vida, la relación unos con otros que despierta esta conciencia de comunión.

La iglesia tiene un rol profético. Somos llamados a trabajar a favor de la justicia en la sociedad, Sal 82:1-4, Am 5:21-24, Lc 3:10-14, 4:18-21, Mt 11:4-6, Ef 5:11. El pueblo de Dios esta llamado a defender la causa de los pobres y necesitados en cada nación y en todo el mundo no como si fuera la tarea primaria o exclusiva de la iglesia, sino como un testimonio de que la redención y la santidad incluyen todas las áreas de la vida. La manera en como se tratan a los pobres y "a todos aquellos que no tienen poder social" es una prueba de la justicia en cualquier sociedad o sistema político. La iglesia debe servir como conciencia moral, marcando y planteando cuestiones de justicia, rectitud, integridad . La iglesia es profética cuando es una comunidad que revela la naturaleza del reino, la mente y el carácter de Jesucristo. La dimensión profética y la dimensión evangelizadora de las buenas nuevas están entrelazadas en la vida y testimonio de la comunidad del Reino, la iglesia. Incluye la proclamación del evangelio de manera que toda persona tenga la oportunidad de responder con fe en obediencia a Jesús y colaborar en la edificación de la comunidad cristiana. Esta comunidad es una nueva realidad social donde es desafiada a mostrar la semejanza a Cristo trabajando por la justicia y la paz en el mundo

El servicio es el verdadero modelo para el ministerio y para las relaciones entre los seguidores de Jesús. El Señor hablo acerca del poder y nos pide que vivamos el poder de una manera diferente, Mt 20:20-28, 23:1-12, Mr 9:35-37, Lc 9:46-48, 22:24-27, Jn 13:12-17, Fil 2:1-11, 1 Co 1:18-31. El concepto que tiene el mundo sobre el poder no debe operar dentro de la iglesia. El poder en la iglesia no es cuestión de posición, jerarquía o autoridad: es cuestión de función y servicio. La grandeza del cristiano no se relaciona con su cargo, estatus, títulos o reputación, sino se basa en como funciona como siervo.