Tiempo para pensar y meditar
“Jesús le dijo al hombre con la mano deforme: «Ven y ponte de pie frente a todos» … “Entonces le dijo al hombre: «Extiende la mano». Así que el hombre la extendió, ¡y la mano quedó restaurada!”, Mc 3:3-5La vida es sagrada y necesitamos tiempo para pensar, descansar y meditar. Debemos preguntarnos si estamos dispuestos a ser libres y si esto es lo que deseamos. Implica renunciar al servicio de las cosas, de la producción, de la ganancia, de la carrera, de los instintos, cuando se trata del tiempo que necesitamos para recrearnos y descansar. La persona es más importante que los reglamentos y prescripciones estatutarias de cualquier orden o estilo. Hay que tener valentía para detener la cadena del excesivo rendimiento, del mérito a cualquier costo, de detenerse, de parar e interrumpir. La aceleración con sus matices de productividad, competencia, resultados y falso concepto de éxito lleva a la vaciedad y perdernos a nosotros mismos. Cedemos lo que Dios nos da y es saber descansar, contemplar, repensar nuestra vida en relación con nuestro creador y nuestro prójimo. ¿Cómo solemos llenar nuestros tiempos libres? El sentido de la vida suele pasar muy cerca de nosotros, pero para esto se necesita ir a su encuentro. La persona con la mano deformada fue sanada por Jesús en medio de la sinagoga. Su sanidad le permite servir en su comunidad, pero no para caer en las preocupaciones obsesivas, de los más variados intereses, del dinero, sino de lo que Dios hace en todo tiempo y especialmente cuando es el día de descanso. Necesitamos nuevamente este milagro en nuestras propias vidas y recobrar la correcta prioridad. Jesús nos dice: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos”, Mt 22:37-40
Carlos Scott
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