A todos lados
“Juntos alababan a Dios, y todos en la ciudad los querían. Cada día el Señor hacía que muchos creyeran en él y se salvarán. De ese modo, el grupo de sus seguidores se iba haciendo cada vez más grande.”, Hch 2:46-47Una de las características en saber que una comunidad de fe es saludable y que está en crecimiento tiene una relación directa con la multiplicación y plantación de nuevas comunidades de fe. La iglesia son las personas y no los edificios. Los inicios de la iglesia se caracterizaron por un movimiento que salió del templo hacia las casas: “Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, Mt 18:20. El modelo e ideal bíblico no es que los creyentes lleven una vida separada de la comunidad de fe, pero tampoco es que la iglesia local crezca en tener miles de miembros pensando en su propia estructura y todas sus virtudes y recursos enfocados en un solo lugar. El modelo que vamos encontrando en las escrituras es un movimiento de multiplicación de comunidades de fe o iglesias. El nuevo testamento hace referencia a las iglesias en las casas, Ro 16:5, 1 Co 16:19, Col 4:15, Flm 2. Algunos piensan que la iglesia es y debe ser una gran institución, pero esto representa un enfoque equivocado. Las congregaciones locales se pueden ver limitadas por la burocracia, el énfasis institucional, sus edificios y el mantenimiento de su estructura. Debemos tener presente que el énfasis en la institución nos lleva a la rigidez, la impersonalidad y la jerarquía. Los ministerios terminan siendo espacios de poder. Hay competencias, celos, y lamentablemente todo se puede transformar en una lucha por el poder o el monopolio del poder. En los seres vivos, el crecimiento normal se da por la multiplicación, por la división de la célula, no por la expansión ilimitada de las células existentes. Así debe suceder al pensar en un movimiento de plantación de iglesias a nivel local y global
Carlos Scott
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