Un nuevo orden
»Dios levantó a Jesús de los muertos y de esto todos nosotros somos testigos. Ahora él ha sido exaltado al lugar de más alto honor en el cielo, a la derecha de Dios. Y el Padre, según lo había prometido, le dio el Espíritu Santo para que lo derramara sobre nosotros, tal como ustedes lo ven y lo oyen hoy… Las palabras de Pedro traspasaron el corazón de ellos, quienes le dijeron a él y a los demás apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer? Pedro contestó: —Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo. Esta promesa es para ustedes, para sus hijos y para los que están lejos, es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios», Hch 2:32-39
El Reino de Dios es la autoridad y el poder de Dios en acción para destruir todo mal. En el nuevo orden esta Dios y en consecuencia nos encontramos con la ley del amor, que lleva a la verdadera justicia y equidad. El orden existente se opone de muchos modos al orden del reino cuando se oprime a los pobres y se aprovechan de los débiles. La naturaleza inclusiva y niveladora sobre el derramamiento del Espíritu Santo indica que Dios valora a los despreciados del mundo y a toda persona convirtiéndoles en sujetos de su amor y les da el poder para que sean testigos. El Espíritu libera de todas las opresiones, atiende todas las necesidades humanas y dignifica a todos aquellos que la sociedad tiene como cosas desechables. Somos llamados a mostrar las señales y evidencias de un nuevo amanecer. El Espíritu Santo es la novedad y superioridad de un nuevo orden. La fe cristiana es una fe pública y no se debe convertir a la esfera de la vida privada a causa del individualismo que inutiliza el poder transformador del evangelio. Una vez más se nos llama a unirnos a la misión de Dios, participar en la vida pública integrando sus consecuencias sociales y políticas, ser una comunidad o sociedad alternativa y colocar todas las cosas bajo el poder de Cristo, Ef 1:9-10.
Carlos Scott
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