Encuentro policial
“Cuando algunos de los que estaban allí oyeron esto, dijeron: «De veras que este hombre es el profeta que Dios nos iba a enviar.» ... Y aunque no faltaba quien quería llevárselo a la cárcel, nadie se atrevía a tocarlo. Los jefes judíos no creían en Jesús. Los guardias del templo regresaron a donde estaban los sacerdotes principales y los fariseos, quienes les preguntaron: —¿Por qué no trajeron a Jesús? Los guardias contestaron: —¡Nunca ha hablado nadie como lo hace ese hombre!, Jn 7:40-46Jesús se encontró con la policía de su época y la intención de estos no era muy buena. El contraste entre Jesús y las autoridades religiosas era irremediable. Los religiosos disponían de un cuerpo especial de policía del templo y enviaron arrestar al Maestro. Seguramente pensaron que una vez puestas las manos en el agitador todo se habría desestimado. Ellos tenían una orden de captura sobre Jesús por perturbar el orden público, pero sucedió algo sorprendente. "Los guardias del templo regresaron a donde estaban los sacerdotes principales y los fariseos, quienes les preguntaron: —¿Por qué no trajeron a Jesús? Los guardias contestaron: —¡Nunca ha hablado nadie como lo hace ese hombre!". Estos guardias tuvieron que enfrentarse con la fuerza de una palabra que es más potente que las armas, que los reglamentos, que la obediencia ciega a las órdenes recibidas. Estaban vacunados por razón de su trabajo contra las emociones, pero son capturados por aquel a quien tenían que arrestar. El encuentro es desigual, pero gana el poder de la "Palabra". La fuerza de la "Palabra" lo es todo. Más adelante otros guardias se presentan en plena noche para arrestar a Jesús, pero bastará la “palabra” para paralizarlos y hacerlos caer. "Jesús les dijo: —Yo soy. Los soldados y los guardias del templo cayeron de espaldas al suelo.", Jn 18:1-6. Una sola palabra de Jesús es suficiente para nuestra vida. Él es el "YO SOY" y es todo lo que necesitamos en cualquier circunstancia.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox