domingo, 8 de octubre de 2023

Alegría

 ¿Cómo seguir y permanecer?

“Una noche, el Señor Jesús habló con Pablo por medio de una visión, y le dijo: «No tengas miedo de hablar de mí ante la gente; ¡nunca te calles! Yo te ayudaré en todo, y nadie te hará daño. En esta ciudad hay mucha gente que me pertenece.» Pablo se quedó un año y medio en Corinto, y allí enseñó a la gente el mensaje de Dios”, Hch 18:9-11

Lucas nos relata que, desde Atenas, Pablo se dirigió a Corinto. Era una ciudad cosmopolita, floreciente, y famosa por la inmoralidad de sus habitantes. No era fácil estar en esa ciudad y encontró un gran rechazo en su comienzo. Cuando Pablo le escribe a la iglesia en Corinto le dice: “Hermanos en Cristo, cuando fui a ustedes, para hablarles de los planes que Dios tenía en secreto, no lo hice con palabras difíciles ni traté de impresionarlos. Al contrario, decidí hablarles sólo de Cristo, y principalmente de su muerte en la cruz.  Cuando me acerqué para enseñarles y anunciarles el mensaje, me sentía poco importante y temblaba de miedo. No fui a ustedes como un sabelotodo, ni usé palabras elegantes. Sólo dejé que el Espíritu de Dios mostrara su poder y los convenciera. Y así, ustedes creyeron en Dios, no por medio de la sabiduría humana sino por el poder de Dios”, 2 Co 1-5. Pablo pudo permanecer en Corinto por la palabra que Dios le dio: “«No tengas miedo de hablar de mí ante la gente; ¡nunca te calles! Yo te ayudaré en todo, y nadie te hará daño. En esta ciudad hay mucha gente que me pertenece»”. Esta misma palabra está vigente en el día de hoy para todos nosotros. Dios siempre está en el control de toda situación y nos toca a nosotros seguir adelante, sin miedo y confiando que nuestro trabajo en el Señor no es en vano. Dios todavía nos dice “En esta ciudad hay mucha gente que me pertenece”.  “Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan orando”, Ro 12:12 

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

sábado, 7 de octubre de 2023

DIGNO ERES TÚ | POR SIEMPRE | CENTRO VIDA

Saber Vivir

 Habitar la tierra, ser justos y buscar a Dios

 “A partir de una sola persona, hizo a toda la gente del mundo, y a cada nación le dijo cuándo y dónde debía vivir. Dios hizo esto para que todos lo busquen y puedan encontrarlo”, Hch 17:24-28

¿Qué quería Dios para la vida humana? ¿Cómo quería que el ser humano desarrollara la vida? Es decir, el ser humano en la relación con él, en las relaciones dentro de la comunidad y la relación con el resto de la creación. Dios hizo al ser humano para que tuviera una relación con él. El ser humano también fue creado para vivir en comunidad. La imagen de Dios es el ser humano en comunidad, es decir la imagen de Dios es comunitaria. La vida del ser humano no puede ser buena a menos que se viva en comunidad. Dios también hizo al ser humano para vivir en armonía con su creación. La administración de la tierra fue la gozosa responsabilidad del ser humano y ¡la tierra cooperaba! Dios quiere la armonía en todas las relaciones; en el aspecto religioso, en el aspecto social/político y en el aspecto ecológico. Ofendemos a Dios cuando lo sustituimos o reemplazamos como norma de fe y vida. También se ofende a Dios cuando se acapara la tierra y cuando por esa razón algunos no tienen tierra en que habitar. Hay prácticas injustas que impiden que se cumplan los propósitos de Dios en que la gente sea bendecida, el mal sea derrotado y Dios sea reconocido y adorado. Pablo nos habla que “De una sola persona hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; … Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren”. Habitar la tierra no es solo ocuparla sino cuidar de ella para que siga siendo habitable. Dios nos colocó aquí para habitar la tierra, saber vivir en comunidad y buscarlo a El con todo nuestro ser. Afirmemos nuestra relación con Dios para saber vivir en comunidad y ser justos con la tierra.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 6 de octubre de 2023

¿Dónde está Dios?

 Motivos

«Habitantes de Atenas: He notado que ustedes son muy religiosos…”, Hch 17:22-31

¿Qué fue lo que motivo a Pablo a compartir el evangelio en Atenas? Atenas en época de Pablo seguía siendo todavía un punto de referencia cultural, intelectual y religioso del mundo greco-romano. Cuando Pablo recorre la ciudad para conocer la realidad cultural y religiosa le dolió en el alma ver a la ciudad llena de ídolos y lugares sagrados dedicados a dioses griegos. Lucas destaca la búsqueda humana de lo divino. Pablo para poder presentar el evangelio conecto la religiosidad de los atenienses con el altar que ellos habían dedicado a un dios desconocido. Les compartió que Dios no vive en templos hechos por seres humanos y que ha Dios le pertenece el mundo y todo lo que hay en él. Dios nos da la vida y lo que necesitamos. ¿Dónde está Dios? Te esta buscando. Dios hizo todo lo que hay para que la humanidad lo busque y pueda encontrarlo. Nos habla de una revelación general y lo cierto es que no está lejos de nosotros. Pablo finalmente marca la singularidad de Jesucristo. Dios se ha hecho carne en la persona de Jesucristo. Jesucristo es la imagen visible del Dios invisible y la manifestación en la Tierra de quién es Dios. Las creencias religiosas particulares no son necesariamente compatibles y salvíficas con la buena noticia del reino de Dios. “Durante mucho tiempo Dios perdonó a los que hacían todo eso, porque no sabían lo que hacían; pero ahora Dios ordena que todos los que habitan este mundo se arrepientan, y que lo obedezcan sólo a él. Porque Dios ha decidido ya el día en que juzgará a todo el mundo, y será justo con todos. Dios eligió a Jesús para que sea el juez de todos, y ha demostrado que esto es cierto al hacer que Jesús resucitara”. 

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

jueves, 5 de octubre de 2023

Fiel

En terreno movedizo

"Mientras Pablo los esperaba en Atenas, le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ... ", Hch 17:16-34

El propósito de Pablo en Atenas no era el de predicar, sino esperar a sus compañeros. Pablo se puso muy triste al ver que la ciudad estaba llena de ídolos. La fama de Atenas no solamente estaba en sus templos, sino también en lo que eran sus filósofos y sus letras. Pablo se expresaba en dos frentes: “En la sinagoga hablaba con los judíos y con los no judíos que amaban a Dios. También iba todos los días al mercado y hablaba con los que encontraba allí”. Las escuelas filosóficas que existían se enfrentaban para ver quien tenía la supremacía o superioridad. Se esforzaban por ofrecer una filosofía para la vida. “A la gente y a los extranjeros que vivían allí, les gustaba mucho escuchar y hablar de cosas nuevas, así que llevaron a Pablo ante los gobernantes de la ciudad, y éstos le dijeron: «Lo que tú enseñas es nuevo y extraño para nosotros. ¿Podrías explicarnos un poco mejor de qué se trata?” Los filósofos de estas escuelas mostraron curiosidad, pero no respeto en las enseñanzas de Pablo. Lo tomaron despectivamente como un palabrero o charlatán. “Cuando la gente oyó que Jesús había muerto y resucitado, algunos comenzaron a burlarse de Pablo, pero otros dijeron: «Mejor hablamos de esto otro día» Al parecer no hubo buenos resultados, pero la verdadera predicación del evangelio no se mide especialmente por los resultados, sino también y ante todo por su fidelidad. Pablo predica la verdad y nos marca un camino. El éxito solo se mide por la fidelidad donde el poder del amor y la empatía esta unido a ser fiel al mensaje del evangelio. En Atenas el éxito fue poco, en otros lados hubo persecución, pero gracias a la honestidad de ser fiel a la predicación del evangelio las iglesias pudieron prevalecer. Dios nos llama una vez más a ser fieles, perseverantes e invariables o consecuentes con lo que predicamos. “Pablo salió de allí, pero algunos creyeron en Jesús y se fueron con Pablo. Entre esas personas estaba una mujer llamada Dámaris, y también Dionisio, que era miembro del Areópago”

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

Bendito Jesús

martes, 3 de octubre de 2023

Hermoso Nombre - Hillsong en Español

No, me da vergüenza

Vivir el evangelio

“Al llegar la noche, los seguidores de Jesús enviaron a Pablo y a Silas a la ciudad de Berea. Cuando ellos llegaron allí, fueron a la sinagoga. Los judíos que vivían en esa ciudad eran más buenos que los judíos de Tesalónica. Escucharon muy contentos las buenas noticias acerca de Jesús, y todos los días leían la Biblia para ver si todo lo que les enseñaban era cierto. Muchos de esos judíos creyeron en Jesús, y también muchos griegos, tanto hombres como mujeres. Estos griegos eran personas muy importantes en la ciudad”, Hch 17:10-12

Berea era una ciudad un poco apartada de los principales caminos y se encontraba aproximadamente a unos 90 km de Tesalónica. Quizás los hermanos de Tesalónica les recomendaron a los misioneros que fueran a esa ciudad porque tenían contactos allí. Lucas nos relata el trabajo de Pablo y Silas en esa ciudad. Los judíos de Berea eran mas nobles, es decir, de mejor disposición, pues estaban dispuestos a estudiar las Escrituras y ver si lo que Pablo decía era cierto. Los de Berea fueron más cautelosos y reflexivos. Muchos creyeron en Jesús, pero cuando los judíos de Tesalónica supieron que Pablo estaba en Berea anunciando las buenas noticias, fueron y alborotaron a la gente en contra de Pablo. Para muchos este evangelio les pareció subversivo o escandaloso. Los acusaban de revoltosos, agitadores y perturbadores del orden público. El evangelio suele ser perturbador cuando nos confronta con la necesidad de reconciliarnos con Dios, con el prójimo y la creación.¿Qué habremos de hacer como seguidores de Jesucristo? Pablo y sus compañeros siguieron predicando, enseñando y viviendo el evangelio. “No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no importa si son judíos o no lo son. La buena noticia nos enseña que Dios acepta a los que creen en Jesús. Como dice la Biblia: «Aquellos a quienes Dios ha aceptado, y confían en él, vivirán para siempre.», Ro 1:16-17.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 2 de octubre de 2023

Perturbador

Absoluto, absoluto.

"Pablo y Silas continuaron su viaje. Pasaron por las ciudades de Anfípolis y Apolonia, y llegaron a la ciudad de Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Como de costumbre, Pablo fue a la sinagoga y, durante tres sábados seguidos, habló con los judíos de ese lugar. Les leía la Biblia, y les probaba con ella que el Mesías tenía que morir y resucitar. Les decía: «Jesús, de quien yo les he hablado, es el Mesías», Hch 17:1-3

En Tesalónica, Pablo sigue su costumbre de comenzar su predicación en la sinagoga y presenta su mensaje por tres sábados. Muchos griegos que amaban y obedecían a Dios creyeron y también muchas mujeres importantes de la ciudad. Los demás judíos tuvieron envidia y comenzó una persecución para que el pueblo los maltratara. Ellos decían que desobedecían al emperador romano porque proclamaban a Jesús como el rey. Estas acusaciones tienen algo de falso y algo de verdad. Son falsas porque el verdadero motivo por el cual se los acusa es la envidia por temor a perder el control del pueblo y de las mujeres importantes que apoyaban a la sinagoga económicamente. Pero también las acusaciones son verdaderas cuando se declara que el señorío absoluto de Jesús pone en tela de juicio el señorío del Cesar que también pretende ser absoluto. No podemos negar que el mensaje sobre el Señorío de Jesucristo es perturbador cuando se afirma la diferencia entre el mundo tal cual es y el mundo tal cual Dios quiere que sea. Donde Dios es Rey, no puede haber otro rey absoluto. El mensaje cristiano hecha por tierra todos los absolutismos. Decimos que hay otro REY y es Jesús. El orden presente es juzgado en base al renio venidero. La misión existe porque todavía no existe la adoración en todas las etnias, porque el mal todavía no ha sido derrotado y la bendición de Dios no se completado. Jesucristo es nuestro absoluto, absoluto. Él es el REY.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

Modelos

 Dignidad y validez

“El carcelero le dijo a Pablo: «Ya pueden irse tranquilos, pues los jueces me ordenaron dejarlos en libertad.» Pero Pablo les dijo a los guardias: «Nosotros somos ciudadanos romanos... Al oír los jueces que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, se asustaron mucho. Entonces fueron a disculparse con ellos, los sacaron de la cárcel y les pidieron que salieran de la ciudad.  En cuanto Pablo y Silas salieron de la cárcel, se fueron a la casa de Lidia. Allí vieron a los miembros de la iglesia y los animaron a seguir confiando en Jesús. Luego, Pablo y Silas se fueron de la ciudad”, Hch 16:35-40

Pablo y Silas nos dejan algunos temas para pensar cuando ellos están con la naciente iglesia en Filipos. Uno de los temas es que ellos estuvieron dispuestos a pasar circunstancias difíciles para darle ánimo a la iglesia. En el primer viaje misionero de Pablo y Bernabé ellos volvían a las diferentes ciudades “fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas dificultades entremos en el reino de Dios”. Este mismo mensaje fue para la iglesia en Filipos donde Pablo y Silas fueron un modelo para los nuevos creyentes. Vivian lo que predicaban. Por otro lado, hicieron valer sus derechos como ciudadanos romanos y a su vez darle validez al mensaje que predicaban. “Pablo les dijo a los guardias: ¿Y ahora quieren dejarnos ir sin que digamos nada, y sin que nadie se dé cuenta? ¡Pues no! No nos iremos; ¡que vengan ellos mismos a sacarnos!» Fueron capaces de exigir que se les respetara y reclamar cuando sus derechos fueron vulnerados por quienes debían garantizar el cumplimiento del orden legal. Si Pablo y Silas aceptan la orden de irse, sin siquiera reunirse de nuevo con la iglesia, dejarán la impresión que su mensaje no es muy digno de crédito. No utilizaron su ciudadanía para darse importancia, sino para darle dignidad al evangelio. El prestigio logrado ya sea por medio de cualquier profesión, estudio o nivel socioeconómico debe estar al servicio de la gente más humilde y que se respete sus derechos.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 29 de septiembre de 2023

Vivir

Convicción, profundidad y fidelidad

“Cuando el carcelero despertó y vio las puertas abiertas, pensó que los prisioneros se habían escapado. Sacó entonces su espada para matarse, pero Pablo le gritó: «¡No te mates! Todos estamos aquí.»... Cuando llegó junto a Pablo y a Silas, se arrodilló temblando de miedo, luego sacó de la cárcel a los dos y les preguntó: —Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme? Ellos le respondieron: —Cree en el Señor Jesús, y tú y tu familia se salvarán. Pablo y Silas compartieron el mensaje del Señor con el carcelero y con todos los que estaban en su casa. Después, cuando todavía era de noche, el carcelero llevó a Pablo y a Silas a otro lugar y les lavó las heridas. Luego, Pablo y Silas bautizaron al carcelero y a toda su familia. El carcelero los llevó de nuevo a su casa, y les dio de comer. Él y su familia estaban muy felices de haber creído en Dios”, Hch 16:27-34

Lucas nos comenta algunas dimensiones de lo que implica conocer y seguir a Jesús. Lo más notable fue el cambio que experimento el carcelero en su conversión. Su carrera y prestigio profesional lo eran todo a tal punto que cuando piensa que los presos se han escapado, está listo para terminar con su vida. Para él la vida no vale mucho si no tiene el reconocimiento, prestigio y respeto que merece su tarea. Su pregunta nos llega a nosotros: " —Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme? Ellos le respondieron: —Cree en el Señor Jesús, y tú y tu familia se salvarán". Su vida cambió cuando cree en el Señor. Lavo las heridas de Pablo y Silas, los llevo a su casa, les dio de comer y tanto el cómo su familia estaba feliz de haber creído en el Señor. Tal es la naturaleza de la verdadera conversión. Tiene que ver con el modo en que vivimos y los valores con los cuales medimos el éxito en la vida. La fe en Jesucristo es un cambio profundo, de mucha convicción y se destaca la fidelidad. Se nos llama a que toda profesión y trabajo pueda ser un servicio a los demás. El evangelio incluye la buena nueva de que nuestra vida puede ser útil al reino de Dios. La buena nueva no depende del valor que la sociedad le dé a nuestra vida. Depende de la fidelidad a Dios y de ser auténticos independientemente que la sociedad nos diga lo contrario.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

Manos a las piedras

  Recurrente "En nuestra ley, Moisés manda que a esta clase de mujeres las matemos a pedradas.", Jn 8:5 Lamentablemente los que su...