MENSAJE A LA COMUNIDAD MISIONERA ARGENTINA Desde la Red Misiones Mundiales, y en representación de distintos ministerios, iglesias e iniciativas misioneras de nuestro país, queremos hacerles saber que estamos siguiendo con mucha atención y preocupación la situación que están viviendo como obreros y familias argentinas en el exterior con motivo de las recientes medidas económicas y cambiarias (tales como el cepo y el inminente impuesto del 30% a todo gasto con tarjeta en el exterior). No obstante, sabemos y estamos convencidos que la Misión no depende de nosotros ni de los recursos materiales sino del corazón amoroso de Dios, que desea que toda criatura escuche y conozca del Salvador (Jn 3.16). Ya lo hemos experimentado en el pasado, y podemos dar fe que el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad (2 Co 12.9). Él no está ajeno a esta nueva situación. En Él confiamos y en Él esperamos! También queremos hacerles saber que estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para encontrar alternativas a esta coyuntura. Desde reuniones y encuentros que hemos tenido con las más altas autoridades del Banco Central de la República Argentina (las cuales continuaremos con las nuevas autoridades), hasta contactos con organizaciones cristianas de otros países que permitan colaborar con el envío de fondos para el sustento diario de las familias misioneras. Organizaciones como ACIERA, DNM, AMI, PMI, OM, CNX, JUCUM y otras, bajo la convocatoria y espíritu de unidad que caracteriza a la RMM, han sido parte de estos diálogos. Y cada una –desde su espacio– estamos caminando juntos para encontrar alternativas, apoyo y sostén a los distintos obreros. Por eso, con esta sencilla carta simplemente queríamos manifestarles nuestra admiración por vuestra noble labor, mediante la cual encarnan con sus vidas el amor de Jesucristo en aquellos lugares del mundo donde Él los ha llevado. Y sepan que no están solos, que hay una iglesia aquí que está orando y haciendo lo posible (en el plano legal, oficial y eclesial) para que el sustento material y espiritual siga llegando y la obra pueda seguir adelante para Su gloria Les amamos y estamos a vuestra disposición, no duden en contactarnos. En Cristo, Pr. Erich Bertuzzi (Red Misiones Mundiales) – 20/12/2019 redmisionesmundiales@gmail.com

Alegría de Navidad GOBIERNO "Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros... Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre." — Isaías 9:6-7 Dios sabe que necesitamos gobierno. Esa es la razón por la que Él mismo se denomina Rey, Pastor, Maestro, Señor y Padre. Y cuando Jesús nació en Belén, el mundo ganó a su gobernante más grande. ¿Alguna vez pensaste en un gobernante en particular y te preguntaste cómo puede sobrellevar el peso de la responsabilidad? Sin embargo, el gobierno real, la autoridad para modelar la vida, en última instancia esta solo en los hombros de Cristo: «La soberanía reposará sobre sus hombros». Hay un tiempo futuro en el que Jesús reinará como gobernante indiscutido. Desde aquella noche en Belén, el mundo ha cambiado. En esta Navidad podemos agradecerle a Dios que no estamos solos en nuestro estado caótico. Un pastor–rey se levantó en la línea sucesoria davídica no para ser como los demás reyes o gobernantes sino para gobernar nuestra vida, al cambiar nuestros corazones, vivificar nuestras conciencias y cambiar nuestro mundo (Salmo 2). El es el Rey.

Belén era como cualquier otro pueblo en las colinas de Judea. Y aun así fue el lugar de nacimiento del rey más grande de Israel, David. Y mil años después, del Mesías. ¿Cómo llegó tal honor a lo común y corriente? ¿La gente de este pueblo era particularmente digna? ¿Había alguna ventaja estratégica en su ubicación geográfica? ¿Los habitantes de Belén eran políticamente expertos, con una larga tradición de haber generado grandes líderes? Para nada. La pequeña aldea de Belén se asentaba a la sombra de la gran Jerusalén, situada solo a diez kilómetros al norte. Aun el significado de Belén, «casa del pan», no es nada especial. Pero cientos de años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Miqueas predijo el destino de ese lugar pequeño y nada especial: «Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará a Israel; sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales» (Miq. 5.2). Los aldeanos de Belén estaban ciertamente orgullosos de que los llamaran el «Pueblo de David» y ser el hogar de la famosa abuela del rey David, Rut. Estaban orgullosos también de que su tierra fuera donde yacía la tumba de Raquel, la amada esposa de Jacob. Pero seguramente se preguntaban qué significaba la profecía de Miqueas en realidad. ¿Cuándo vendría otro profeta como Samuel y ungiría a un nuevo rey, así como había efectuado con el muchacho David? Sin embargo, no ocurrió de esta forma. En un día común y corriente, mientras los hombres ejercían sus oficios, las mujeres cocían el pan y los niños jugaban en las calles, una pareja de viajeros de Nazaret arribó en busca de un cuarto. No recibieron ningún trato especial. Nadie les ofreció un cuarto. La gente común y corriente mostraba una respuesta común ante una pareja de apariencia común. El honor viene de lo común y corriente por decisión de Dios, sea que Él escoja usar una aldea, una nación o incluso simplemente un hombre, una mujer, un muchacho o una muchacha. Así que si este día pareciera ser algo común y corriente para ti, prepárate. Es el escenario donde se realizan las obras de Dios. MEL LAWRENZ



"El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero, antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto." Mateo 1:18-19 Sabemos muy poco sobre José. Sólo se lo menciona en las historias del nacimiento y niñez de Jesús. José era un carpintero que vivía en la ciudad de Nazaret. Sus ancestros eran de Belén, motivo por el cual cuando el gobernador romano César Augusto ordenó un censo, José tuvo que viajar a Belén a pesar de que su esposa estaba muy avanzada en su embarazo. Lo más importante que sabemos de José es que mostró gran fe y gracia en los momentos oportunos. Se enteró de que la mujer con la cual estaba comprometido para casarse estaba embarazada. Mientras que María contó con la ventaja de haber sido visitada por un ángel que le explicó esta concepción sobrenatural, José no había sido alertado aun. Sólo había escuchado las palabras de María. ¿Cómo habrá sido la conversación? ¿Por qué le creyó José? ¿Por qué cambió su plan inicial de divorciarse de ella en secreto para no exponerla a la vergüenza pública? Los compromisos eran tan serios en esa época, que romper con la prometida equivalía a un divorcio. ¿Por qué decidió tomarla como esposa? Si estuvieras en su lugar, ¿le hubieras creído a María? Aquí encontramos un tema que debería hacernos reflexionar en Navidad. Pensa en José. Imaginalo mirando a María a los ojos, escuchando su relato y teniendo el coraje de actuar en fe, a pesar de que podría haber tenido dudas. José creyó, contra todo pronóstico. Él sabía que la idea de una concepción virginal iba contra las leyes lógicas y científicas (aún para la ciencia elemental de miles de años atrás), pero que era posible con Dios. José decidió dar un salto de fe a pesar de lo riesgoso que era quedarse con María y ser considerado por otros de una forma que causaría difamación. Esto es fe verdadera. No era solamente que confiaba en María, confiaba en Dios. Ese Dios podía, ese Dios podría, ese Dios lo haría. Oración para el día: Señor, dame el coraje y la fe de hierro que tenía José. Dame la fe para poder creer que con el nacimiento de Jesús, realmente entraste a este mundo –mi mundo- y que aun estás obrando poderosamente en él. Mel Lawrenz




Virgen “A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. El ángel se acercó a ella y le dijo: —¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo. Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo. —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.” Lucas 1:26-31 ¿Puede alguno de nosotros imaginar la fe gigantesca que María tuvo que tener? Era joven. Era virgen. Probablemente sus expectativas no iban más allá de llevar una vida común en un pueblo poco conocido de Galilea. Entonces llegó el mensaje del cielo. Ser visitada por un ángel habría sido milagroso en sí mismo. ¡Pero las palabras! Esas palabras poderosas: “María, el Señor está contigo”. El creador del universo te eligió y “te ha concedido su favor”. “Quedarás encinta” de una manera única, que ninguna mujer ha experimentado antes. Virgen y sin embargo, embarazada. Es un concepto difícil de comprender para nosotros. En María, Dios hizo algo completamente único. La concepción virginal nos cuesta creer si pensamos que el Creador nunca podrá hacer algo especial por única vez. María es una figura clave, digna de ser considerada en tiempos de Navidad. Se le pidió que creyera en algo que muchos de nosotros luchamos con tan sólo imaginar. Cuando te encuentres perdido o desesperado, debes saber que tenes la misma capacidad extraordinaria de fe que tenía María. Ella era un ser humano como vos y como yo. ¿Cómo puedo fortalecer mi fe todos los días? ¿Qué otras personas me inspiran con su fe extraordinaria? ¿Estaré preparado cuando llegue el momento en que me haga falta mucha fe? Oraciones para hoy: Señor, ayúdame a confiar en vos en las decisiones que tomas. Ayúdame incluso a tener la medida de fe que tuvo María. Señor, hace lo que quieras en mi vida. Fortaleceme todos los días en la confianza de tu mensaje y de tu gracia. Mel Lawrenz

Entonces el ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Ahora escucha: concebirás y darás a luz un hijo, y lo llamarás Jesús. Él será grande y será llamado el Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de su padre David. Él reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." (Lucas 1: 30-33 CSB) La Navidad es sobre el nacimiento del hijo de Dios. Este nacimiento había sido planeado desde el principio de los tiempos, sin embargo, todo esto era nuevo para María. Podemos imaginar el estrés y la ansiedad de ese momento. María era una mujer piadosa. Creció con alguna ambición de servir fielmente a Dios y criar una familia piadosa. Pero ella no imaginó todo esto para su futuro. Ni siquiera era una categoría a considerar. Para María, servir a Dios requería abrazar un futuro que no había planeado. Parece que muchos cristianos temen que Dios arruine sus planes. Creen que Dios está sentado esperando interrumpir todo. De hecho, Dios tiene una tendencia a hacer esto. Noe, independientemente de lo que hayas planeado, ahora estarás construyendo un arca. Abraham, deja tu tierra natal; vivirás en una nueva tierra. Moises, ya no puedes esconderte en el desierto; estarás guiando a mi gente. David, suficiente con ser pastor de ovejas; serás un proscrito durante aproximadamente una década. ¿Qué clase de Dios actuaría así? ¿Qué clase de Dios perturbaría las vidas de las personas de esta manera? Un Dios que está decidido a construir un gran reino con un gran rey. Un Dios que ama a su pueblo demasiado para dejarlos vagar por la vida con pequeñas ambiciones. Si Dios cerró todas las puertas y te llevó a hacer algo totalmente diferente de lo que estás planeando: ¿Sería realmente algo terrible? ¿Qué tipo de Dios estás siguiendo? Si tu Dios es un matón odioso o un jefe distante, entonces tienes razones para estresarte. Pero si tu Dios es un siervo humilde, un juez justo, un Padre amoroso ... ¿Qué hay para temer? La invitación de Dios a María es esta: abandona tus pequeñas ambiciones y abraza a mi Hijo. Enlaza tu futuro con el suyo. Esa es la invitación de Dios para nosotros también. ¿Son tus ambiciones lo suficientemente grandes para una invitación como esta? Nate Edmondson English: https://nateedmondson.com/2017/12/04/christmas-reading-december-4/

"La gente que camina en la oscuridad ha visto una gran luz; una luz ha amanecido en aquellos que viven en la tierra de las tinieblas." (Isaías 9: 2 CSB). La Biblia describe honesta y francamente nuestro mundo como un lugar de oscuridad. Un lugar lleno de maldad y sufrimiento: violencia, pobreza, injusticia, enfermedad y dolor inimaginable. A lo largo de nuestras vidas experimentamos esta oscuridad de varias maneras. Cuando decepcionamos a alguien, nos avergonzamos o lastimamos a personas cercanas a nosotros ... Cuando guardamos secretos y escondemos partes vergonzosas de nosotros mismos ... convertimos la oscuridad en nuestro hogar. Cuando alguien nos lastima, nos avergüenza o nos viola ... nuestro mundo se vuelve más oscuro debido a la vergüenza que sentimos. Cuando estamos deprimidos, solos o asustados, la oscuridad puede ser abrumadora. Cuando vemos los sufrimientos y las atrocidades en nuestras ciudades y en todo el mundo, nuestros corazones se rompen y el alcance de la oscuridad crece. La oscuridad es real y está creciendo, y nadie sabe exactamente cómo solucionarlo. Dietrich Bonhoeffer, en su libro de Navidad, Dios está en el pesebre, escribe: "Una celda de prisión, en la que uno espera, espera" y es completamente dependiente del hecho de que la puerta de la libertad debe abrirse desde el exterior, no es una mala foto de Navidad ". Mientras Bonhoeffer se sentaba en su celda en la Alemania nazi, esperando, rezando para que alguien viniera a rescatarlo, se dio cuenta de que, al igual que estar en prisión, la única esperanza para la condición humana es que alguien del exterior vendría a ayudar. La puerta de la libertad, la luz que necesitamos, debe venir de afuera de la oscuridad. Y es por eso que celebramos la Navidad, porque mientras estamos atrapados en una prisión de oscuridad, una Luz ha venido para liberarnos. No te rindas por el momento. No pierdas la esperanza. Una luz ha amanecido. Su nombre es Jesús. Nate Edmondson https://www.instagram.com/p/BrFWWKIBdLp/?utm_source=ig_web_button_share_sheet




¡La luz resplandece! Jn 1:5 El capítulo primero de Juan está lleno de sorpresas y la más grande de todas es que Dios entró en la historia humana. La escritura nos dice que Dios se hizo hombre en la persona de Jesucristo (Jn 1:14). “Dios se ha metido donde estamos nosotros y nos entiende desde adentro”. Juan nos dice que “en él estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad” (Jn 1:4). Jesucristo no solo nos da la vida sino también la luz que nos guía en esta vida. Es una luz que resplandece en las tinieblas y las tinieblas no pueden extinguirla (Jn 1:5). Es un mensaje de esperanza en medio del dolor y el quebranto. Vivimos tiempos en que muchas veces nos sentimos amedrentados por las circunstancias que nos toca vivir, por un contexto errático, con pérdida de valores y falta de temor a Dios. La impresión es que muchas veces la última palabra la tiene el sistema o poder imperante, los medios de comunicación, el mercado, la pauta cultural, gobiernos, políticos, periodistas o jueces. Juan escribe a personas afligidas por las tinieblas. Les da ánimo con su anuncio. ¡La luz resplandece! y quiere animar a los que sufren para que sigan adelante. Es una luz que puede guiarnos en medio de las tinieblas de nuestros conflictos, de los grandes problemas y circunstancias adversas. Junto con la visión de la majestad de Jesucristo (Jn 1:1-3) nos encontramos con esta buena nueva que la luz triunfa sobre la oscuridad y no puede ser vencida. Esta luz verdadera ha venido a este mundo para alumbrar a todo ser humano (Jn 1:9). La luz vence y nos da valor para continuar. La verdad prevalecerá sobre la mentira, la justicia sobre la injusticia, el amor sobre el odio. ¡No te rindas jamás! No te dejes vencer por lo malo. No te inclines a la oscuridad, a las reglas del sistema o el mercado a costa de darle la espalda a Dios. Una vez más Jesús nos dice: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” Jn 8:12

¡Hemos contemplado su gloria! “El Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad” Jn 1:14. “Que vean mi gloria, la gloria que me has dado…” Jn 17:20-24 ¿Qué gloria le dio el Padre a Jesucristo? ¿Qué tipo de gloria quiere que veamos y contemplemos? ¿En qué consiste la verdadera gloria? La gloria que Dios le otorga a Jesucristo tiene una relación directa con la encarnación. Dios se hizo hombre en la persona de Jesucristo y Juan nos dice que hemos contemplado su gloria. Es una manifestación de servicio y entrega. Se identificó con los temas y problemas de la gente. Su modelo implica sacrificarse por los demás y buscar su bienestar. La encarnación es el modelo para la misión de la Iglesia (Jn 20:21). Somos desafiados a buscar una gloria diferente. Es la gloria de aprender a lavarnos los pies unos con otros (Jn 13:12-17). Es la gloria del amor. “Que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” Jn 13:35-35. Es la gloria de servir a todos, ser pequeños y humildes. En Jesucristo tenemos el modelo del amor, servicio, perdón y reconciliación. “Porque ni aún el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” Mr. 10:45 Que sepamos ver su gloria caracterizada por la relación entre Padre, Hijo y Espíritu Santo desde antes de la creación y durante toda la vida de Jesús. El desea que su pueblo sea lleno de su vida y amor. La gloria que busca Dios está íntimamente ligada con la evangelización, la misión y unidad de la Iglesia. Dios «no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» 2 P 3:9 «Hemos sido enviados al mundo para amar, servir, predicar, enseñar, sanar y liberar» y «Cada persona tiene derecho a oír las Buenas Nuevas». “Sean Uno, así como nosotros somos uno” Jn 17:22

Dios experimenta lo humano, para que el hombre pueda hacer experiencia de lo divino. A Jesús lo puedes seguir, no parar. Cuando el pasa, solamente queda un camino: el suyo. Un encuentro con Jesús cambia la vida, tu vida.