miércoles, 22 de enero de 2025

¿Sufrimos esperas interminables? ¿Cuál es la agenda de nuestro Dios que no concuerda con la nuestra?

 Esperanza contra toda esperanza

“Todavía con lágrimas en los ojos, Jesús se acercó a la cueva donde habían puesto el cuerpo de Lázaro, y ordenó que quitaran la piedra que cubría la entrada. Pero Marta le dijo: —Señor, hace cuatro días que murió Lázaro. Seguramente ya huele mal.”, Jn 11:38-39

¿Es posible que Dios este lejos o ausente ante nuestra necesidad? ¿Sufrimos esperas interminables?  ¿Cuál es la agenda de nuestro Dios que no concuerda con la nuestra? “Cuando María llegó a donde estaba Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Se escucha en nuestro contexto ¡Si Dios existiese, no podría admitir tanto dolor! ¿Cómo es posible seguir creyendo? Dios aparece ante nuestros ojos como negligente, como culpable de “omisión”. Dios no se justifica y tampoco nos reprocha nuestros desahogos y protestas. Simplemente nos dice “—¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios?”, pero Dios no establece un plazo ni precisa el modo. El verbo creer y confiar implica un presente y el ver se refiere a un futuro. Entre estas dos instancias nos encontramos con la esperanza. Por lo general deseamos ver antes de creer. Queremos tener control, comprobar, verificar, examinar ahora, ya; y tal vez luego podremos creer en el poder de Dios.  Si la fe viene después no se puede hablar ya de fe y tampoco de esperanza. La esperanza no se sostiene si nuestro Dios está a tiempo y se da con celeridad o prontitud. La esperanza se sostiene cuando puede ser demasiado tarde, cuando ya no hay ninguna esperanza. "Cuando Dios le prometió a Abraham que tendría muchísimos descendientes, esto parecía imposible. Sin embargo, por su esperanza y confianza en Dios, Abraham llegó a ser el antepasado de gente de muchos países que también confían en Dios... Abraham nunca dejó de confiar en Dios. Y aunque sabía que su esposa Sara no podía tener hijos, nunca dudó de que Dios cumpliría su promesa. Al contrario, su confianza era cada vez más firme, y daba gracias a Dios”, Ro 4:18-21. Vivamos la esperanza contra toda esperanza.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox  

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