¿Alguna vez estuviste perdido en un desierto o te rescataron de una circunstancia difícil? ¿Qué pensaste y qué sentimientos llegaron a tu vida?
El texto de Deuteronomio 32:10 dice: "Los encontró por el desierto, por tierras secas y azotadas por el viento; los envolvió en sus brazos, los instruyó y los cuidó como a la niña de sus ojos."
Alessandro Pronzato nos relata que toda aventura espiritual pasa por el desierto. Es el lugar donde la realidad es despojada de las apariencias y reducida a lo esencial, a lo indispensable. Es la prueba de la precariedad y Dios se hace seguridad a cambio que perdamos las nuestras. El que camina en el desierto se contenta solo con Dios - Dios debe ser todo.
En el desierto se encuentra uno frente a un cielo sin límites, frente a la arena y al propio ser. El ser humano se ve obligado a encontrarse consigo mismo, por eso el desierto fascina y asusta. Es la tierra de la gran soledad, es la ausencia de otros y otras, ayuno de encuentros y abstinencia de presencias.
El desierto es el preludio de un encuentro con Dios. El profeta Oseas nos dice: »Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura", Os 2:14.
La gran prueba es la fe. Sin fe no se puede vivir en el desierto. El profeta Isaías dice: "Yo voy a hacer algo nuevo, y ya he empezado a hacerlo. Estoy abriendo un camino en el desierto y haré brotar ríos en la tierra seca", Is 43:19. El desierto puede florecer, el silencio puede convertirse en mensaje y la soledad en comunión.
El desierto es tu situación concreta y Dios te conoce, te mira, se interesa por tí, no te pierde de vista. Es donde Dios nos provoca. Dios nos seduce. Es aquí donde se prepara un banquete.
"Dios nos protege en la soledad amenazadora como si fuera la niña de sus ojos."
Para pensar: ¿Cuál es tu tierra seca? ¿Que te hace sentir que sos "la niña de sus ojos"?¿Que te puede enseñar caminar por el desierto en esta etapa de tu vida? ¿Qué oración puedes hacer?
Carlos Scott
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