jueves, 7 de diciembre de 2017

La verdadera luz

La verdadera luz que ilumina a todos, venía al mundo. (Juan 1: 9 CSB) La luz es poderosa. Nos ayuda a ver las cosas con claridad, nos mantiene con calor, es un símbolo de esperanza y verdad. Sin eso, nos dejan vivir en la oscuridad. Tropezando, chocando, vagando sin rumbo desesperado, frío y asustado. -Juan describe a Jesús como la luz verdadera. Sin duda hay otras luces. Miles de millones de personas encuentran formas de navegar y hacer frente a la oscuridad sin Jesús. Pero Juan dice que Jesús es la luz verdadera. Por cierto, él quiere decir que Jesús es la verdadera y última luz. Él es la luz que ilumina todas las otras luces. Cada otra luz es en realidad solo un reflejo de la luz verdadera. De la misma manera que la luna solo brilla a causa del sol, entonces todas las demás luces solo brillan gracias a Jesús. Si Jesús es la luz verdadera, entonces eso nos presenta dos realidades incómodas. -Primero, solo en Jesús podemos ser verdaderamente conocidos. Si Jesús es la luz verdadera, entonces no podemos escondernos. Somos responsables ante alguien. Jesús brilla en nuestros lugares más oscuros, conoce nuestros deseos más profundos, sopesa nuestros motivos y nos llama. Él tiene el derecho de decir lo que es bueno en nosotros y lo que es malo en nosotros ... y juzgarnos en consecuencia. -Segundo, solo en Jesús podemos vivir realmente. No podemos experimentar la vida en todo su esplendor, lleno de alegría, amor, significado y seguridad, sin Jesús. Podemos ver destellos de estas cosas en nuestras vidas sin él ... pero nunca los experimentaremos por completo. Lo necesitamos. Él es la luz verdadera. Y así, Jesús nos presenta una decisión incómoda. ¿Entraremos a la luz? ¿Vendremos a él, estaremos expuestos, confesaremos nuestros pecados y viviremos en la luz? ¿O seguiremos escondiéndonos, horrorizados por la audacia de Jesús de hacer un reclamo tan exclusivo sobre nuestras vidas y permanecer en la oscuridad? Nate Edmondson

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