jueves, 7 de diciembre de 2017

Jesús

En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. (Juan 1:1, 14a CSB)

La mayoría de las biografías comienzan con el nacimiento de una persona. Pero según el apóstol Juan, la historia de Jesús no comienza en Belén. No comienza con los ángeles o la Virgen María. Comienza al principio. El principio.

Este es un reclamo audaz.

Significa que entender a Jesús es diferente a entender a cualquier otra figura histórica. Para obtener la historia completa de Jesús, no puedes simplemente estudiar su nacimiento, el origen de su familia o el entorno cultural de su tiempo. Tienes que rebobinar desde el principio.

El apóstol Juan nos ruega que veamos que Jesús es diferente a cualquiera que hayamos visto antes. No es simplemente un maestro dinámico, un líder, un activista de los derechos humanos que trabaja milagros y que nació en un establo en Belén, aunque él es todas esas cosas, él es más. Él es mucho más.

Jesús es el Dios Creador, el Eterno, la razón por la cual todas las cosas existen. Él es la sabiduría de Dios personificado, el más elevado y más grande, el Señor de todos. Él es adorado por los ángeles y temido por los demonios. Él es supremo en todas las cosas.

¿Y ves lo que esto significa? Significa que la Navidad es más.

Si Jesús es más que un hombre, entonces la Navidad es más que una celebración del nacimiento de un hombre. La Navidad es más que una historia sobre María, José, pastores y ángeles. Es más que una historia sobre un bebé envuelto en pañales. Es más que una linda historia para los juegos de los niños y las decoraciones del jardín, aunque son todas esas cosas, es más. Es mucho más.

La historia de Navidad es la historia de Dios.

Y se nos recuerda en Navidad que el Dios que es poderoso y majestuoso también es tierno y cercano. En Navidad, el Dios que es más grande que nosotros se convirtió en el Dios que es uno de nosotros.

Por lo tanto, una mirada casual al bebé Jesús en el pesebre no servirá. Una sensación sentimental asociada con una melodía navideña familiar no es suficiente.

Este Jesús es exigente y merece más, mucho más.

¡Oh, vengan a adorarlo!

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