miércoles, 18 de diciembre de 2024

Jesús nos mira con amor y nos desafía

 Lo esencial

“Jesús lo miró con amor y le dijo: —Sólo te falta hacer una cosa.”, Mc 10:21

Jesús nos mira con amor y nos desafía. Si queremos saber lo que nos falta debemos colocarnos bajo su mirada, permitir que nos pregunte y nos ayude a descubrir nuestra verdadera necesidad. Ante la mirada de Jesús todo queda al descubierto y es ahí donde podemos tomar conciencia de un vacío interior que lo hemos querido llenar con tonterías, distracciones y vanidad. La mirada del Señor nos ayuda a darnos cuenta de lo que no tengo, lo que me falta y me revela lo que no soy. Es una mirada de amor que nos confronta con nuestro egocentrismo y mezquindad. El descubrimiento de lo que nos falta es posible a través de la luz. “Cada palabra que Dios pronuncia tiene poder y tiene vida. La palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos.”, Heb 4:12. No es una palabra apagada, algo decorativo depositado en la superficie. Es una palabra que penetra en nuestro interior, explora nuestras limitaciones y deja al descubierto nuestra necesidad de Dios. “Si sólo se preocupan por su propia vida, la van a perder. Pero si están dispuestos a dar su vida por causa mía, les aseguro que la van a ganar.”, Mt 10:39

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 17 de diciembre de 2024

Es un viaje para ir con lo justo

 Aligerar la carga

“El hombre le dijo: —Maestro, todos esos mandamientos los he obedecido desde que era niño. Jesús lo miró con amor y le dijo: —Sólo te falta hacer una cosa. Ve y vende todo lo que tienes, y reparte ese dinero entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Después de eso, ven y conviértete en uno de mis seguidores”, Mc 10:20- 21

Hay personas que tienen la tendencia de acumular, guardar y añadir algo más. Cuando decidimos seguir a Jesús el equipaje debe ser liviano, llevar lo necesario y no viajar con exceso de equipaje. Es un viaje para ir con lo justo y no podemos pagar por el sobrepeso. Debemos quitar y no añadir; perder, no adquirir; despojarnos y no juntar. En la mentalidad de esa época la riqueza era considerada como una afirmación, conformidad y aprobación de Dios. La respuesta de Jesús le resulta escandalosa, porque cambia totalmente su praxis religiosa. Jesús no añade un mandamiento nuevo y pide la renuncia a una cierta mentalidad, a un cierto capitalismo espiritual, a ciertas previsiones. Lo que se nos pide es aligerar la carga, no exige algo más, no pide añadir, sino darle una orientación distinta a nuestra vida. Cuando Dios no entra en nuestro juego nos escandaliza. Se trata de un desapego doloroso y nuestro Dios se alegra cuando sus discípulos van a su paso. “Reunió a los doce apóstoles y los envió de dos en dos. Les dio poder para expulsar de la gente a los espíritus malos, y también les ordenó: «Lleven un bastón para el camino, pero no lleven comida ni bolsa ni dinero. Pónganse sandalias, pero no lleven ropa de más”, Mc 6:6-13. "Dios mío, antes de mi muerte concédeme sólo dos cosas; ¡no me las niegues! Mantenme alejado de la mentira, y no me hagas pobre ni rico; ¡aléjame de toda falsedad y dame sólo el pan de cada día! Porque si llego a ser rico tal vez me olvide de ti y hasta me atreva a decir que no te conozco. Y si vivo en la pobreza, puedo llegar a robar y así ponerte en vergüenza”, Proverbios 30:7-9

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 16 de diciembre de 2024

Falta hacer una cosa

 Una mirada de amor

“Jesús le contestó: —¿Por qué dices que soy bueno? Sólo Dios es bueno”, Mc 10:18

Nos encontramos ante una persona recta, intachable y de buena conducta en guardar los mandamientos. Sus preguntas revelan una determinada intención. "—Maestro bueno, dime, ¿qué debo hacer para tener vida eterna?" Jesús nos invita a dar un salto de fe y "salir de lo que consideramos bueno" para darnos cuenta de que estamos frente al verdadero Dios y por lo tanto estamos ante el único que merece llamarse “Bueno”. Jesús nos coloca en una perspectiva diferente. Solo él es bueno y merece nuestro seguimiento. Dios se ha hecho carne en la persona de Jesús y es bueno porque es cercano al ser humano en misericordia, amor y compasión. “Jesús lo miró con amor”, lo apretó con su corazón y nos mira con amor. Su mirada es profunda, atenta y penetrante. Desea que aceptemos su amor y la vocación divina para la cual nos desafía, pero aún “falta hacer una cosa”. Es necesario dejar atrás lo que nos puede detener. El desprendimiento es la consecuencia natural de seguir a Jesús y es compartir lo que tenemos. Una vez más será necesario abandonar la barca de pesca, la mesa del cambista, un prejuicio religioso, porque de otro modo sería imposible estar junto a Jesús. Nuestro Dios quema las naves, elimina los puentes porque no está previsto el regreso o volver atrás. Jesús no compite con nada y nadie. Es absoluto, absoluto y él es nuestra única garantía. 

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

domingo, 15 de diciembre de 2024

Nos quiere llevar más allá

 Buscar la “vida entera”

“¿Qué debo hacer para tener vida eterna?… Después de eso, ven y conviértete en uno de mis seguidores.”, Mc.10:17-21.

Jesús responde a nuestras inquietudes. La vida que buscamos la podemos tener, pero Jesús siempre nos quiere llevar más allá. La “vida entera” es posible en todo tiempo, pero el evangelio de Marcos nos habla de una persona que responde negativamente ante la llamada del Señor. “Al oír esto, el hombre se puso muy triste y se fue desanimado, porque era muy rico.” Jesús lo miró con amor y este amor le complicó las cosas. La tristeza no es por los bienes, sino por otra cosa. Por no compartir la propia riqueza ha perdido la gran ocasión de su vida. Más que una vida rica, Jesús propone una vida plena. Jesús rompe con la tradición en que la riqueza era una bendición por la piedad a Dios. Jesús nos propone la generosidad y liberalidad. Seguir a Jesús no se trata de que a unos le pide todo y a otros poco o nada. Él rompe la relación tradicional entre fidelidad y prosperidad terrena. Jesús nos habla del desapego con todo aquello que evita una correcta relación con Él y con nuestro prójimo. Nos habla de un apego amoroso a su persona y una manifestación concreta en su seguimiento. »Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y estar esclavizado al dinero. »Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? … »Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. »Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy”, Mt 6:24-34

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

sábado, 14 de diciembre de 2024

La vida misma

 Las intrigas del camino

“Mientras Jesús iba de camino, un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él y le preguntó: —Maestro bueno, dime, ¿qué debo hacer para tener vida eterna?”, Mc 10:17

El gran tema al identificarnos con Jesús es estar en su seguimiento. Puede haber determinadas situaciones que pueden bloquear y no permitir seguir a Jesús. El tema de fondo y lo que está en juego es la vida misma. La pregunta inicial de esta persona joven y rica revela su preocupación para tener “vida entera”. El encuentro con Jesús se produce camino a Jerusalén, pero no es un camino que conduce a la muerte, sino a la vida. El fin es la vida, o sea la plena comunión con Dios y el prójimo. Cuando afirmamos la grandeza de este camino las otras realidades terrenas se desvanecen. Jesús nos desafía a estar disponibles y ligeros para seguirle. No alcanza la buena voluntad y se espera una decisión completa. La vida sedentaria es incompatible con la vida nómada. Nuestra vida es camino y seguimiento. En este caso particular Jesús nos advierte de los peligros de la riqueza y la dificultad que un rico acepte a Dios como su Rey. Nuestra alegría en seguir a Jesús tiene recompensa no solo en el futuro sino también en el presente. “Pedro le dijo: —Recuerda que nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido. Jesús les respondió: —Les aseguro que quien haya dejado algo por seguirme y por anunciar las buenas noticias, recibirá su premio. Si dejó a sus hermanos o hermanas, a su padre o a su madre, a sus hijos, su casa o algún terreno, recibirá en esta vida cien veces más casas, terrenos y familiares, aunque también será maltratado por sus enemigos. Y cuando muera, vivirá con Dios para siempre; pero muchos que ahora son importantes, serán los menos importantes; y muchos que ahora no son importantes, serán los más importantes.”, Mc 10:28-31

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 13 de diciembre de 2024

La escases de amor

 Tengo algo que decirte ...

“Jesús le puso este ejemplo: —Dos hombres le debían dinero a alguien. Uno de ellos le debía quinientas monedas de plata, y el otro sólo cincuenta. Como ninguno de los dos tenía con qué pagar, ese hombre les perdonó a los dos la deuda. ¿Qué opinas tú? ¿Cuál de los dos estará más agradecido con ese hombre? Simón contestó: —El que le debía más. —¡Muy bien! —dijo Jesús. Luego Jesús miró a la mujer y le dijo a Simón: —¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, tú no me diste agua para lavarme los pies. Ella, en cambio, me los ha lavado con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.  Tú no me saludaste con un beso. Ella, en cambio, desde que llegué a tu casa no ha dejado de besarme los pies. Tú no me pusiste aceite sobre la cabeza. Ella, en cambio, me ha perfumado los pies.  Me ama mucho porque sabe que sus muchos pecados ya están perdonados. En cambio, al que se le perdonan pocos pecados, ama poco.”, Lc 7:41-47

El relato sobre el fariseo Simón, la mujer y Jesús nos abre la puerta para hacer un autoexamen. Nos tenemos que preguntar si nuestras actitudes suelen ser sospechosas hacia otras personas porque nos consideramos intachables. Cuando esto sucede puede haber desaprobación y desprecio hacia otros. La jactancia y vanagloria puede formar parte de aquellos que se colocan en la categoría de los virtuosos, de los justos. Lo exterior puede jugar un papel de fidelidad y ejemplaridad. Existe un lenguaje controlado con sus respectivos gestos a una vida de observancia de ciertos reglamentos, estatutos o códigos. A Jesús no le impresionan las apariencias. “Jesús dijo: —Simón, tengo algo que decirte…” No se pone a discutir con él. Jesús le cuenta una pequeña historia y lo confronta para que se examine a sí mismo. El diagnóstico es la escases de amor. Por otro lado, la mujer expresa arrepentimiento, afecto, fe. Se entrega sin reservas a un amor más grande. La respuesta de Jesús fue: «Tú confías en mí, y por eso te has salvado. Vete tranquila.» En estos días el Señor nos vuelve a contar esta misma historia. Dios quiere que encontremos la paz y sigamos confiando en él.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

jueves, 12 de diciembre de 2024

Ausencia de amor

 Mirar hacia adentro

 “Me ama mucho porque sabe que sus muchos pecados ya están perdonados. En cambio, al que se le perdonan pocos pecados, ama poco”, Lc 7:47

 La grandeza y salvación consiste en darnos cuenta de que necesitamos arrepentirnos y confesar que hemos fracasado en nuestra relación con Dios y nuestro prójimo. El verdadero pecado se puede definir como la ausencia de amor. Esto mismo le pasaba al religioso Simón en relación con Dios y la mujer. El arrepentimiento puede consistir en que hemos fallado en cuestiones de amor, el deseo intenso de amar y de ser amado. Simón sabe los pecados de la mujer intrusa, pero ninguna virtud puede llenar el vacío del amor. No podemos justificarnos con ser intachables y mantener el orden exterior. No debemos tenerles temor a las lágrimas y ser despojados de las apariencias, de nuestra pobreza interior. El mayor pecado es cuando no deseamos que la luz de Dios nos examine por consideramos demasiado justos. La vida no cambia y puede seguir como antes a no ser que estemos dispuestos a que suceda algo nuevo y decisivo en nuestra existencia cotidiana. “No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes.”, Fil 2:3. “¡Que todo el mundo me busque para la salvación!, porque yo soy Dios; no hay otro. He jurado por mi propio nombre; he dicho la verdad y no faltaré a mi palabra: toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua me declarará su lealtad”, Is 45:22-23

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Descubrir nuestra propia debilidad

 Máscaras

“Jesús dijo: —Simón, tengo algo que decirte…”, Lc 7:40 

Uno de los problemas que podemos tener es creer que podemos mostrarle al Señor nuestras virtudes. El dirigente Simón quizás buscaba darse importancia al invitar al Señor y hacerse la ilusión que podría ser admirado por su moralidad. Mas que pensar en nuestras propias virtudes para compararnos con otros, siempre es más oportuno examinarnos, inspeccionar y descubrir nuestra propia debilidad y pobreza. La máscara honorable también puede esconder una gran miseria. El religioso Simón está disponible para confesar los pecados ajenos, pero no puede ver lo suyo propio. “Al ver esto, Simón pensó: «Si de veras este hombre fuera profeta, sabría que lo está tocando una mujer de mala fama.». En la otra vereda nos encontramos con una mujer que se limita a expresar gestos de arrepentimiento, una liturgia de amor y ternura que conmovió al Señor. “Si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado. Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no hay lugar para su palabra en nuestro corazón.”, 1 Jn 1:7-10

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox
 

martes, 10 de diciembre de 2024

La evidencia de la ternura

 Encuentro y Gestos

“Un fariseo llamado Simón invitó a Jesús a comer en su casa. Jesús aceptó y se sentó a la mesa. Una mujer de mala fama, que vivía en aquel pueblo, supo que Jesús estaba comiendo en casa de Simón … y fue a ver a Jesús”, Lc 7:36-37

Nos encontramos en la casa de un fariseo llamado Simón y uno de sus invitados es el Señor. Sorpresivamente llega una mujer de la cual muchos no hablan muy bien y no está en la lista de los invitados. Su presencia no es muy grata, pero Jesús le da mucha importancia. Es una mujer que más que hablar se expresa con gestos concretos y estos resultan bastante incomodos para los presentes. Su conversación está marcada por “las lágrimas”. Ella celebra un encuentro que evidencia la ternura. Ella fue a buscar un frasco de perfume muy fino, luego fue a ver a Jesús y se arrodillo detrás de él. Sus lágrimas caían sobre los pies del Señor y después secó los pies de Jesús con sus propios cabellos, se los besó y les puso el perfume que llevaba. Jesús en principio no le dirige la palabra, pero comienza a hablar de ella a Simón. El Señor fue tocado por todo lo que esta mujer le ofreció con total libertad y espontaneidad.  Son gestos de amor, de ternura, de arrepentimiento y confesión. Es la búsqueda del perdón y de una vida nueva. Jesús una vez más nos sorprende y le dijo a la mujer: «Tus pecados están perdonados.» Los otros invitados comenzaron a preguntarse: «¿Cómo se atreve éste a perdonar pecados?»  Pero Jesús le dijo a la mujer: «Tú confías en mí, y por eso te has salvado. Vete tranquila.». Hoy podemos tener un encuentro con el Señor y encontrar la paz.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox
 

lunes, 9 de diciembre de 2024

La vida de la comunidad hacia la apertura

 Significancia e inclusividad 

“Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó…” Mr. 10:13-14

La cultura judía no apreciaba a los niños. Tipificaban inmadurez y desconocimiento. No apreciaban su inocencia y potencialidad. Ocuparse de ellos era pérdida de tiempo. Los discípulos reprenden a los que habían traído los niños a Jesús. Ellos responden de acuerdo con su cultura y mentalidad. Jesús muestra su humanidad: Se indigna. Jesús nos dice: “El que es más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante”, Lc. 9:48. “Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos”, Mr 10:16. El Señor nos advierte en tener cuidado de transformarnos en un escándalo o tropiezo para otros, hacer pecar a los que son más pequeños. Pequeños como el que hecha demonios que no forma parte de los doce, Mr. 9:38-41. No excluirlos. Cortemos de raíz este mal. Se requiere una acción drástica que tiene que ver con cortar, dejar y abandonar el pecado. Se orienta la vida de la comunidad hacia la apertura. Trasciende fronteras creadas por los sistemas. No acepta el mal. La responsabilidad y autoridad que se nos ha dado es principalmente para servir, amar y recibir a otros. Jesús no se deja llevar por los prejuicios de la cultura. Toma en sus brazos a los niños. El Señor toma en sus brazos a los que todavía no tienen mucha comprensión de las cosas. El relato bíblico mantiene la prioridad de la solidaridad y no del exclusivismo, Mr. 9:33-50. Que podamos ser una comunidad abierta para todos guiada por el Espíritu Santo. Lo que hay que cortar es el pecado. Es una acción drástica, de profunda convicción, decisión, voluntad, responsabilidad, compromiso. "Vivan una vida llena de amor, siguiendo el ejemplo de Cristo. Él nos amó y se ofreció a sí mismo como sacrificio por nosotros, como aroma agradable a Dios", Ef 5:2

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

domingo, 8 de diciembre de 2024

No poner abstáculos

 Dejarnos hacer

“Hubo quienes llevaron a sus niños para que Jesús los tocara y los bendijera. Pero los discípulos las regañaron. Al ver Jesús lo que estaban haciendo sus discípulos, se enojó con ellos y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que quien no confía en Dios como lo hace un niño, no puede ser parte del reino de Dios» Jesús tomó en sus brazos a los niños y, poniendo sus manos sobre ellos, los bendijo”, Mc 10:13-16

Jesús ama a los niños y tiene motivo para esto. Le encanta que su pueblo sea un pueblo de “niños” y le gusta rodearse de ellos. Los niños no han aprendido a traicionar y se puede contar con ellos. Jesús nos desafía a ser como ellos y confiar. Es dejarnos hacer, porque el niño se deja hacer. Cuando nos volvemos grandes muchas veces nos transformamos en personas duras y tampoco estamos dispuestos a asumir riesgos y nuevas aventuras. Tratamos de refugiarnos en la seguridad y la prudencia. Para el niño todo es nuevo, es alegría, entusiasmo, creatividad, inquietud, descubrimiento y sorpresa. El mundo de los adultos se ha vuelto bastante oscuro, monótono, está perdiendo la vivacidad, ya no ríe y aprende tanto. Trata de tener planes detallados, pierde la espontaneidad, la novedad y cae en la rutina. Su refugio podría ser una coraza impenetrable cuyo nombre la llaman experiencia o tradición. Dios quiere llegar a nosotros y nuestro desafío es no poner obstáculos. Tenemos que “dejarle hacer”. Es derribar, demoler, arrancar, destruir para recién entonces volver a construir y plantar una nueva forma de ser, Jer 1:9-10. Es quitar las estructuras mentales y volvernos a encontrar con lo sencillo, lo simple y lo “humano”. Los apóstoles discutían de protocolos y se preocupaban de los primeros puestos. Cristo, colocando a un niño en medio de la escena, declara como entrar en el Reino de Dios “y poniendo sus manos sobre ellos, los bendijo”. Quizás debamos volver al inicio y nacer de nuevo, nacer de lo alto. “Ámense siempre los unos a los otros, como hermanos en Cristo”, Heb 13:1

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox