Saber y comprender
“Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos. «¡Es cierto! —decían—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón». Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.”, Lc 24:33-35Solemos tener información de muchas cosas, pero no a todas les podemos dar una explicación. Saber no necesariamente significa comprender. Jesús nos ayuda a encontrar el sentido de la vida, nos comparte la escritura y se nos revela en el gesto de partir el pan. Todo esto es una acción de gracia. Cleofás y el otro discípulo se habían alejado de Jerusalén y se separaron de la comunidad. Se alejaron de un lugar peligroso donde comenzaría la expansión de su gloria. Por su gracia, Jesús nos alcanza, nos encuentra, no solamente cuando lo buscamos, sino también cuando huimos. Jesús sale a nuestro encuentro y vuelve a encender el fuego que todos necesitamos para vivir. Se trata de encender nuestro corazón porque Dios nunca pierde el corazón, nunca. Quizás sea necesario que salga nuevamente a nuestro encuentro para percibir un latir diferente del corazón. Necesitamos tener una chispa de aquel fuego, un gran espíritu de aventura y un amor al riesgo para ir a "Jerusalén”. «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres», Mt 4:19. “Su palabra arde en mi corazón como fuego. ¡Es como fuego en mis huesos!”, Jer 20:9.
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox