La iglesia tiene un rol profético. Somos llamados a trabajar a favor de la justicia en la sociedad, Sal 82:1-4, Am 5:21-24, Lc 3:10-14, 4:18-21, Mt 11:4-6, Ef 5:11. El pueblo de Dios esta llamado a defender la causa de los pobres y necesitados en cada nación y en todo el mundo no como si fuera la tarea primaria o exclusiva de la iglesia, sino como un testimonio de que la redención y la santidad incluyen todas las áreas de la vida. La manera en como se tratan a los pobres y "a todos aquellos que no tienen poder social" es una prueba de la justicia en cualquier sociedad o sistema político. La iglesia debe servir como conciencia moral, marcando y planteando cuestiones de justicia, rectitud, integridad . La iglesia es profética cuando es una comunidad que revela la naturaleza del reino, la mente y el carácter de Jesucristo. La dimensión profética y la dimensión evangelizadora de las buenas nuevas están entrelazadas en la vida y testimonio de la comunidad del Reino, la iglesia. Incluye la proclamación del evangelio de manera que toda persona tenga la oportunidad de responder con fe en obediencia a Jesús y colaborar en la edificación de la comunidad cristiana. Esta comunidad es una nueva realidad social donde es desafiada a mostrar la semejanza a Cristo trabajando por la justicia y la paz en el mundo

El servicio es el verdadero modelo para el ministerio y para las relaciones entre los seguidores de Jesús. El Señor hablo acerca del poder y nos pide que vivamos el poder de una manera diferente, Mt 20:20-28, 23:1-12, Mr 9:35-37, Lc 9:46-48, 22:24-27, Jn 13:12-17, Fil 2:1-11, 1 Co 1:18-31. El concepto que tiene el mundo sobre el poder no debe operar dentro de la iglesia. El poder en la iglesia no es cuestión de posición, jerarquía o autoridad: es cuestión de función y servicio. La grandeza del cristiano no se relaciona con su cargo, estatus, títulos o reputación, sino se basa en como funciona como siervo.