domingo, 24 de mayo de 2020

¿Descansar…?

¿Descansar…? “Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día”, Gn 2:1-3. “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”, Ex 20:8-11. “Es un día de fiesta solemne en mi honor, en el que no harán ningún trabajo”, Lev 23.2-3. “Los llenaré de alegría”. El sano uso del día de reposo es liberador, toda persona tiene valor y tiene derechos humanos. Nos da alivio a la tiranía de las cosas y el materialismo. En el antiguo testamento este día tenía un sentido liberador porque debían descansar los siervos y aún los animales, Ex 23:12. Es una señal de libertad y amor donde salimos de las carreras opresoras que caracterizan a la sociedad de la productividad y el consumo. Se nos llama a honrar la vida, hacer fiesta y celebrarla Todo esto nos recuerda que nuestro valor no depende de la fatiga del trabajo sino de nuestra relación con Dios. Es estar en contraposición con la sociedad del rendimiento, la autosuficiencia y el poder que está caracterizada por la aceleración; su falso concepto de éxito y exceso de positivismo. Podemos creernos que somos los “salvadores” cayendo en la auto explotación de nosotros mismos que nos lleva a vivir “sin límites”. Podemos pensar que todo depende de nosotros y el resultado puede ser la frustración y la destrucción. Como el agua que se va entre las manos perdemos los vínculos y la profundidad. Algunos han definido esto como una sociedad líquida, sin consistencia y sensibilidad. Queremos animar a romper con estos esquemas, es hora de parar y recordar que todo depende de Dios. Es tiempo de recobrar una teología trinitaria; una teología de las relaciones, dando sentido a la relación con Dios, con nosotros mismos, con el prójimo y la creación. Que nuestra existencia pueda ser una danza circular de vida y amor donde caminamos hacia el otro. Una teología caracterizada por la proximidad, la equidad y el sentido de pertenencia. Dar valor a las relaciones de unos a otros y romper con los círculos de la propia auto explotación. Jesús dijo que era el Señor del día de reposo donde apartamos ese tiempo para descansar, para salir de la rutina y del apuro al éxito. Jesús nos señala un nuevo orden y su trascendencia. Es hora de bajar un cambio y este aislamiento obligado por la vida misma nos podría ayudar si sabemos utilizarlo para no volver a una vida vacía y sin sentido. No perdamos esta oportunidad para repensar nuestra existencia y salir más fortalecidos. Dejemos que Dios nos purifique y quite todo nuestro cansancio. ¿Cómo vas a honrar y celebrar la vida en el día de hoy? Carlos Scott

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