sábado, 7 de diciembre de 2024

Capaces de dejarse guiar

 Disponibilidad

"Les aseguro que quien no confía en Dios como lo hace un niño, no puede ser parte del reino de Dios. "Jesús tomó en sus brazos a los niños y, poniendo sus manos sobre ellos, los bendijo”, Mc 10:15-16

Jesús nos propone seguir el modelo del niño de los cuales no tienen posiciones que conservar, seguridades que defender, funciones que reclamar, un prestigio que mantener, privilegios que atribuirse. No tienen que presumir y no pretenden conquistar con la fuerza. Por lo general son confiados, dispuestos a recibir lo que le den, capaces de dejarse guiar y tienen el don de vivir en el instante presente. Los niños responden a la llamada que se les dirige, se abren confiados y tienen un sentido natural de dependencia. Están abiertos a la sorpresa y el sentido de maravillarse. Nos podemos volver demasiado viejos cuando perdemos la capacidad de asombro, ser receptivos y agradecidos. “Jesús siguió con el espíritu de niño hasta el final porque esperaba todo del Padre”. Dios realiza sus milagros cuando no hay orgullo, jactancia, vanagloria y fanfarronería. “Hermanos, Dios los llamó a ustedes a ser libres, pero no usen esa libertad como pretexto para hacer lo malo. Al contrario, ayúdense por amor los unos a los otros. Porque toda la ley de Dios se resume en un solo mandamiento: «Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.» Les advierto que, si se pelean y se hacen daño, terminarán por destruirse unos a otros.”, Ga 5:13-15

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox
 

jueves, 5 de diciembre de 2024

Especialistas en recibir a los demás

 Receptividad

“Hubo quienes llevaron a sus niños para que Jesús los tocara y los bendijera. Pero los discípulos las regañaron, … Jesús les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí”, Mc 10:13-14

El ser humano puede perder cierta apertura, simpleza y naturalidad. No necesariamente tiene que ver con nuestra edad cronológica. Podemos perder la frescura y el empuje para volvernos complicados y pretenciosos. Este episodio quizás se origina en un descanso del viaje. En la mente de los discípulos estos niños no son maduros como para estar cerca del maestro. Pueden ser un elemento de desorden, no merecen consideración y significa perder el tiempo. Parece que todo es cosa de adultos quienes pueden ser capaces de comprometerse y comprender la enseñanza del Señor. Jesús se enojó con sus discípulos porque la ternura hacia los pequeños permite reconocer al mismo Señor. Jesús nos enseña a tener cuidado de decidir quién es digno de acercarse a él y quién no lo es. Es sorprendente que los discípulos siempre son reprendidos cuando intentan “impedir” o “prohibir”. Los discípulos manifestaron incomprensión y la misma casi siempre está del lado del rechazo. Debemos tener cuidado en convertirnos en profesionales del rechazo y no ser especialistas en recibir a los demás. "Yo, el Rey, les diré: “Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí.”, Mt 25.40. Jesús nos anima a volvernos como niños y comenzar desde el principio, volver y partir desde el niño

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Dios está preocupado por la soledad del ser humano

 El ideal de Dios

“Unos fariseos se acercaron a él para ponerle una trampa, y le preguntaron: —¿Puede un hombre divorciarse de su esposa?”, Mc 10:1-2

Dios está preocupado por la soledad del ser humano. No es bueno que el ser humano permanezca solo y así lo manifestó Dios en su creación. No puede existir verdadera felicidad, cuando se está solo en la felicidad. El ser humano en separación no puede gustar la propia felicidad. Dios creó al ser humano a su imagen y la imagen de Dios es comunitaria, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. El ser humano ha sido creado para vivir en armonía con Dios, con su prójimo y la creación. Vivir en comunidad es un desafío. Hablamos de la unidad sin la uniformidad, de la distinción sin caer en el individualismo, de la diferencia sin caer en la división y separación. Encontramos el propósito en la felicidad cuando estamos en relación unos con otros. Nuestra humanidad se realiza plenamente y se manifiesta completamente solo en la relación con otro ser. Podemos “tener todo”, sin embargo, puede faltar algo, nos falta alguien. La alegría de vivir en armonía con Dios implica el encuentro de amor con mi prójimo. El “no es bueno estar solo” afecta la vida social y afectiva. Dios mismo cae en la cuenta de esta necesidad. El proyecto divino respecto al matrimonio es un proyecto de amor, vida, armonía, luz, unidad. El encuentro mutuo del hombre y la mujer es el cara a cara de dos sujetos, de igual dignidad y se realizan en la entrega recíproca para el gozo del otro. La dureza del corazón nos ha separado unos de otros y cuando no le damos lugar al plan de Dios afloran los egoísmos. Una pareja perfecta no depende de un hombre o una mujer perfecta, todo comienza en una correcta relación con Dios. Jesucristo no acude a la ley para salvar a una pareja o darle su curación, sino que propone como una sanidad completa la referencia a un proyecto de amor. No todo pasa por un plano legal, sino en una perspectiva espiritual e integral. La conciencia, cuando se la solicita para que funcione, tiene el inconveniente de molestar. “No hagan que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios... Por eso deben tratar de ser como él es"

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 3 de diciembre de 2024

Es hora de buscar la luz

 Salir de la noche

“Pero como creen ver muy bien, Dios sí los culpará por sus pecados”, Jn 9:41

Es posible salir de la noche y la oscuridad puede ser derrotada. Jesús nos dice “Yo soy la luz del mundo”. Es hora de buscar la luz y no refugiarnos en nuestros argumentos. Huimos de la luz porque no queremos confrontarnos con nuestras propias miserias. La peor forma de ceguera es aquella que nos hace ver exclusivamente lo que queremos ver. El ciego pudo afirmar ¡Lo que sí sé es que antes yo era ciego, y ahora veo!. Hay un hecho innegable y es que Jesús nos puede dar la vista y una vida abundante siguiendo sus gestos y opciones. Cuando conocemos a Jesús y le seguimos aparece el milagro de la “vida entera”.  Nuestro seguimiento al Señor está basado en un encuentro que se traduce día a día en la relación con él. Es experiencia de vida porque donde hay un encuentro con él nuestra vida cambia. Podemos ser transformados y lavar nuestros ojos gracias a su luz.  “Enseguida Jesús escupió en el suelo, hizo un poco de lodo con la saliva, y se lo puso al joven en los ojos. Entonces le dijo: «Ve a la piscina de Siloé, y lávate los ojos. El ciego fue y se lavó, y cuando regresó ya podía ver.», Jn 9:6-7

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 29 de noviembre de 2024

¿Por qué nació ciego?

 Indignación

“Jesús les contestó: —Si ustedes reconocieran que no ven tanto como piensan, Dios no los culparía por sus pecados.”, Jn 9:41

El relato bíblico nos describe a un joven ciego que parece llevar una especie de condena social. Padece de una grave enfermedad desde su nacimiento. Su presencia es incomoda y molesta. Sus ojos despiertan la curiosidad sobre el origen de su enfermedad ¿Por qué nació ciego? Hay personas que suelen unir la enfermedad y la culpa. Jesús lo declara inocente a él y a sus padres. Cuando el mal y la enfermedad se hacen presentes no están tanto para que lo expliquemos sino para derrotarlo. Los discípulos asumen una postura fatalista ante el ciego y se resignan ante las desgracias de los demás. Todo queda reducido al pedir una explicación y no imaginan que esa situación puede ser vencida. El ciego no tiene solución para muchos, piensan que algo habrá hecho para estar en esa situación y no hay salida. Jesús no comparte el fatalismo y el diagnóstico que lamentablemente suelen darles a las personas enfermas y discapacitadas. Para Jesús la fe no es principio de resignación, sino de indignación. La indignación es un enojo vehemente. Se manifiesta cuando algo provoca enojo o irritación. Jesús nos vuelve a decir “Cuando vayan, anuncien este mensaje: “Ya está por llegar el reino de Dios”. “Sanen también a los enfermos. Devuélvanles la vida a los muertos. Sanen a los leprosos, y libren de los demonios a la gente. ¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les ha dado a ustedes tampoco les costó nada!", Mt 10:7-8.  Dios nos llama a no aceptar como normal lo que es anormal. Nos levantamos en oración. “Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá.  Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido.”, Mt 7:7-8

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

jueves, 28 de noviembre de 2024

Un tiempo para examinarnos

 Responsabilidad

“Jesús les contestó: —Si ustedes reconocieran que no ven..., Dios no los culparía por sus pecados. Pero como creen ver muy bien, Dios sí los culpará por sus pecados.”, Jn 9:40-41

Jesús nos llama a examinarnos y apela a nuestra responsabilidad. Nos encontramos con el pecado cuando pretendemos ver cerrando los ojos a la luz. “Jesucristo nos enseñó que Dios es luz, y que donde Dios está no hay oscuridad. Éste es el mensaje que ahora les anunciamos. Si decimos que somos amigos de Dios y, al mismo tiempo, vivimos pecando, entonces resultamos ser unos mentirosos que no obedecen a Dios. Pero si vivimos en la luz, así como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús.  Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no decimos la verdad. Pero si reconocemos ante Dios que hemos pecado, podemos estar seguros de que él, que es justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad.  Si decimos que nunca hemos hecho lo malo, hacemos que Dios aparezca como un mentiroso, y no hemos aceptado el mensaje que él nos ha dado.”, 1 Jn 1:5-10. Jesús puede abrir nuestros ojos y sanarnos cuando estamos dispuestos a no mantenerlos cerrados.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 27 de noviembre de 2024

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”

Fe creciente

“Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: —¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?", Jn 9:35-40

La luz de Jesús iluminó al ciego integralmente. El resultado fue una identificación con Jesús a tal punto que pudo expresar su falta de temor ante la amenaza de esos religiosos y su expulsión final. En el ciego vemos una fe creciente en la relación con Jesús, pero esto provocó el rechazo de las autoridades. Lo que funcionó para producir la salvación en uno, produjo la separación de otros. Mientras que este hombre iba abriéndose progresivamente a Jesús, los religiosos se cerraron. El gran error de ellos no estaba en ser ciegos. El problema fue que, siendo ciegos, pretendían ver. Esa pretensión los llevo a rechazar una nueva visión de Jesús. “No hay peor ciego que el que no quiere ver” ¿En qué proceso nos encontramos en el seguimiento de Jesús? ¿Qué pasos debería seguir dando para tener una fe creciente y una nueva visión de Jesús?  ¿Qué nuevos desafíos y cuestionamientos presenta Jesús a la vida de la iglesia? 

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 25 de noviembre de 2024

Dejarse cuestionar

 Abrir los ojos

“Entonces Jesús dijo: —Yo he venido a este mundo para hacer justicia, para que los ciegos vean y los que ven se queden ciegos.”, Jn 9:35-40

Jesús al curar y sanar en los sábados estaba mostrando que la ley había sido superada y cuestionaba la base de la identidad de estos religiosos al refugiarse en Moisés. La única posibilidad para ellos era experimentar un nuevo nacimiento en la manera que fue desafiado Nicodemo, Jn 3:1-8. La actitud de las autoridades sirvió para abrirle más los ojos al que una vez fue ciego. Los fariseos en su afán de desacreditar a Jesús se desacreditaron a sí mismo. El hombre “laico” se hizo cada vez más firme y se atrevió a recordarles algunos principios teológicos al “clero”. La veracidad del hombre al confesar a Jesús y su insistencia en decir solo la verdad hizo que estas autoridades se cerraran más y más. La comprensión del pecado para ellos implicaba descartar a otros seres humanos o buscar una justificación para dejarlos de lado. No tenían que dejarse cuestionar por las obras de Jesús y el testimonio del ciego porque sencillamente ellos eran unos pecadores. Usaron la categoría del pecado para deshumanizar a otros y justificar su rechazo a ellos. ¿En qué situaciones solemos deshumanizar a las personas? ¿En qué hechos o circunstancias avergonzamos a la gente y no defendemos su dignidad? ¿Estamos abiertos a revisar nuestros modelos y examinar, evaluar y cambiar nuestra manera de hacer las cosas? ¿Nuestra identidad está basada en alguna estructura religiosa, reglamentos, estatutos o “etiquetas”? ¿Qué nuevo nacimiento necesitamos?

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 18 de noviembre de 2024

Creer y seguir creyendo

 Procesos

“Y postrándose, lo adoró.”, Jn 9:35-38

El evangelio de Juan nos sigue confrontando con la transformación de un ciego y su proceso de crecimiento. Creer implica “procesos” y Dios nos invita a “creer y seguir creyendo”. Este hombre avanzo en el proceso de confesar a Jesús y el texto de Juan nos anima cuando dice: “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres… Así que, si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres”, Jn 8:31-32,36. “Creer en Jesús” no es un solo acto o evento. Al contrario, es todo un proceso dinámico como fue el que experimento este ciego. En este sentido, uno puede tener una fe parcial y creciente o lamentablemente menguante. Frente a los desafíos que nos plantea Jesús, la reacción negativa nunca deja de ser una posibilidad real en este evangelio. Como discípulos de Jesús necesitamos profundizar nuestra entrega, Jn 21:15-22. La fe es un proceso dinámico en la que Jesús nos desafía una y otra vez a seguir creyendo. Cada desafío, cada cuestionamiento, es en realidad, la invitación a dar un paso adelante en el proceso del discipulado.   

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox
 

jueves, 14 de noviembre de 2024

Diferentes percepciones

 Descubrimiento

“Jesús se enteró de esto, y cuando se encontró con el joven le preguntó: —¿Crees en el Hijo del hombre?  El joven le respondió: —Señor, dígame usted quién es, para que yo crea en él. Jesús le dijo: —Lo estás viendo. Soy yo, el que habla contigo. Entonces el joven se arrodilló ante Jesús y le dijo: —Señor Jesús, creo en ti.”, Jn 9:35-38

Solemos encontramos con diferentes percepciones de Jesús. Esta el Jesús de los intelectuales, el de los revolucionarios, el de los ricos, los pobres, el del poder para sostener la última ideología, el de los moralistas, el de derecha y el de izquierda y también existe “mi” Jesús. "—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús. —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.”, Mt 16:15-16. Hay un momento en la vida que debemos dejar que el Señor nos haga la misma pregunta que le hizo a sus discípulos. ¿Quién soy para ti? ¿Yo soy lo único que necesitas para tu vida o hay otro? Se trata de encontrarnos cara a cara con él. El Señor nos dice una vez más “Yo Soy, hablo contigo y es todo lo que necesita mi pueblo y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán”. Cuando nos sentimos presionados por una determinada mentalidad y los del clan pretenden administrarte la vida es el momento del encuentro decisivo y transformante con el Señor. Cuando te faltan los apoyos y respaldos es el momento de ponerse a caminar. Esto mismo le paso al ciego. Dios sana nuestra ceguera para dirigir la mirada en otra dirección. Cuando reconocemos que necesitamos ver, es el Señor que nos regala la posibilidad de nacer, de salir a la luz. Este es el momento donde nos ponemos de rodillas y podemos expresar “—Señor Jesús, creo en ti.”. “Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias.  Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila!”, Sal103:3-5

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 13 de noviembre de 2024

¡Ya no te queremos en nuestra ...!

 Hay una verdad que es libre, ...

“Entonces le contestaron: —Ahora resulta que tú, siendo pecador desde que naciste, nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!”, Jn 9:34

Cuando la verdad oficial se siente amenazada sale a protegerse. Hay personas y grupos que ya tienen escrita la verdad en sus papeles. Se han apropiado de aquello que no les pertenece, lo han confiscado y lo administran según sus antojos. Se quiere ejercer una especie de monopolio y su poder se afirma sobre su saber. No hay lugar para toda persona que se atreva a contar un hecho diferente y una experiencia que obligue a revisar sus posiciones. Es aquí donde se ejerce el desprecio, hay manipulación y se trata de presentar la única verdad oficial. Si alguno pretende abrir los ojos se convierte en sospechoso, peligroso y es expulsado. Si no estás de acuerdo con nosotros, te colocas contra Dios, debes ser considerado un pecador. Ellos creen ver mejor que los demás, porque tienen la manera de deformar la realidad. Si alguien se afirma en ver la realidad como es, será un visionario, un idealista, un iluso, pero no puede ser uno de los nuestros. Puede ser considerado un subversivo porque no comparte los prejuicios, las fórmulas puestas en circulación, rechaza el conformismo y pone en discusión posiciones y privilegios adquiridos. Su pecado es pensar porque usa su cabeza y lo hace para amar porque ha recibido la vista. El ver puede ser considerada la enfermedad más temible que implica aislarla o confinarla. Hay una verdad que es libre, simple, transparente, no oficial y no controlada. El ciego sanado es el símbolo de la soledad de la fe, excluido por la casta, rechazado con desprecio, discriminado y excluido, pero se encuentra con Jesucristo que le sale al paso cuando todos lo han rechazado. Son estos momentos donde debemos afirmarnos en el Señor y decir “Señor Jesús, creo en ti.”. Es aquí donde nos ponemos de rodillas porque nos hemos encontrado con la máxima expresión de libertad. Ahora solo lo vemos a Él. Jesús nos dice: “Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Podrá entrar y salir con libertad y hallará pastos.”, Jn 10:9

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

Convivir en la diversidad

  Caminar hacia el centro “Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea qu...