miércoles, 20 de agosto de 2025

 Identidad

“Era la hora de cenar, y el diablo ya había incitado a Judas, hijo de Simón Iscariote, para que traicionara a Jesús. Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas y que había venido de Dios y regresaría a Dios. Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.”, Jn 13:2-5

Jesús era alguien que conocía su identidad. Como acto de aseo personal la gente se lavaba los pies. Por lo general era una tarea que hacían los esclavos o quizás las mujeres y niños. Lo más probable es que este lavamiento de pies fue provocado por alguna mala conducta de los discípulos. Quizás estaban discutiendo en qué orden se debían sentar a la mesa o quien en esa ocasión debía ser el siervo y lavar los pies de todos. Lucas en su evangelio nos relata que tuvieron un altercado sobre quién sería el más importante. Los discípulos estaban dispuestos a pelearse por un trono, pero no por una toalla. No era probable que alguno tome la toalla para lavar los pies de su compañero. Ellos preferían sentarse a comer sucios antes que estar limpios. Jesús realizó algo impresionante. No apareció ningún esclavo, el que apareció fue Jesús. Se humilló. Lavó los pies de todos. Usó todo su poder para servir. Jesús sabía bien quien era y no necesitaba el poder para completar su identidad. No mal usó el poder y no lo manejó para sentirse importante o llenar un vacío en su vida. Podemos mal usar y abusar del poder cuando no sabemos realmente quienes somos, cual es nuestra identidad y a quien tenemos que ser semejante. “Jesús les dijo: «En este mundo, los reyes y los grandes hombres tratan a su pueblo con prepotencia; sin embargo, son llamados “amigos del pueblo”. Pero entre ustedes será diferente. El más importante de ustedes deberá tomar el puesto más bajo, y el líder debe ser como un sirviente. ¿Quién es más importante: el que se sienta a la mesa o el que la sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues yo estoy entre ustedes como uno que sirve.”, Lc 22:25-27

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 19 de agosto de 2025

“Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios"

 Hasta el fin

“Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amo hasta el fin” Jn 13:1

Este capítulo nos habla que se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Entonces se recluye para estar con sus discípulos. ¿Qué sentía en esa hora hacia los discípulos? El texto dice: los amó hasta el fin. Jesús era una persona que amaba. En su corazón encontró un lugar para su gente. Su mayor preocupación era seguir preparándolos para sus deberes y pruebas futuras. No fue egoísta. No se quedó pensando en sus penas o la perspectiva del gozo posterior. Se resalta la constancia de Jesús. Jesús nos muestra un amor hasta el fin, aunque no todos lo amaron así. El Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio. Tenía el dominio completo, autoridad y poder. ¿Que hizo Jesús con este poder? Jesús realizo un acto sencillo y profundo: “así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura”, Jn. 13: 4-5. Jesús hace una exposición dramatizada de la grandeza de su amor: ofreció su servicio a gente que no lo merecía, que lo abandonarían y también ofreció su servicio a una persona que se oponía. Demostró que el amor divino llega hasta las últimas consecuencias. Jesús era una persona que amaba. Los amó hasta el fin. “Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.”, Ro 8:38-39

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

domingo, 17 de agosto de 2025

“Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento”, Heb 13:12-13

 Saliendo fuera

“Faltaban dos días para que se celebrara la fiesta de la Pascua. A esta fiesta también se le llamaba fiesta de los panes sin levadura. En esos días, los sacerdotes principales y los maestros de la Ley buscaban la manera de engañar a Jesús, para poder arrestarlo y matarlo. Decían entre ellos: «Vamos a hacerlo, pero no durante la fiesta, no sea que la gente se alborote y se ponga en contra de nosotros”, Mc 14:1-2

Se acercaba el tiempo de la pascua y para el pueblo esta celebración representaba la historia de la salvación. Este relato gira alrededor de la palabra “preparar”. Los dirigentes se preparan para arrestar a Jesús, en el caso de Judas se prepara para traicionarlo, una mujer con un frasco de perfume muy caro se anticipa a preparar el cuerpo del Señor para su entierro y Jesucristo da las indicaciones para los preparativos de la cena pascual. Mientras que los dirigentes excluyen a Jesús para celebrar la pascua, él se manifiesta como el salvador. Jesús inaugura un nuevo tiempo, una pascua nueva. Jesús es el cordero de Dios que nos libra de los pecados y nos relaciona con Dios. Este acontecimiento es recordado por el pan y el vino. Dios nos llama en este tiempo a celebrar la vida porque Jesús lo entregó todo por nosotros. Sigamos cada día dando lo mejor y sirviendo a todas las personas a la cual Dios nos envía. “Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento”, Heb 13:12-13. “El amor de Cristo domina nuestras vidas..., y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos. Cristo nos envió para que hablemos de parte suya, y Dios mismo les ruega a ustedes que escuchen nuestro mensaje. Por eso, de parte de Cristo les pedimos: hagan las paces con Dios.”, 2 Co 5:14-20

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

sábado, 16 de agosto de 2025

Preferir la humildad y la sencillez

 Evidencia

“Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas”, Jn 12:24

La presencia de Jesús es esencial en la vida de su pueblo. La gente que busca ver a Jesús nos desafía para que esto ocurra. Nos corresponde interpretar y satisfacer lo que implica. Se nos llama a “perder la vida” en saber rechazar la vanidad. Preferir la humildad y la sencillez. Se trata de saber elegir entre las posiciones de poder o la necesidad de menguar para que Jesús crezca. Es decidir entre la complicidad o la autenticidad. Elegir entre la notoriedad o la fidelidad. Optar por las conquistas o el amor. La presencia de Jesús es el fruto espiritual que se abre camino lento y espontaneo en el secreto de los corazones. Escoge la libertad de las conciencias. Hay gente que espera ver a Jesús como esos griegos. “Entonces llamó a la multitud para que se uniera a los discípulos, y dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme. Después, Jesús llamó a sus discípulos y a la gente, y les dijo: «Si ustedes quieren ser mis discípulos, tienen que olvidarse de hacer su propia voluntad. Tienen que estar dispuestos a morir en una cruz y a hacer lo que yo les diga. Porque si sólo les preocupa salvar la vida, la van a perder. Pero si deciden dar su vida por mí y por anunciar las buenas noticias, entonces se salvarán. De nada sirve que una persona gane todo lo que quiera en el mundo, si al fin de cuentas pierde su vida. Y no hay nada que una persona pueda dar para salvar su vida.» Delante de esta gente malvada que rechaza a Dios, no se avergüencen de mí ni de mis palabras. Si lo hacen, yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de ustedes cuando venga con el poder de mi Padre y con sus ángeles.», Mc 8:34-38. “Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce discípulos y les dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser el más importante, deberá ocupar el último lugar y ser el servidor de todos los demás.», Mc 9:35

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 15 de agosto de 2025

“Solo queremos ver a Jesús”

"Queremos ver a Jesús”

“Algunos griegos que habían ido a Jerusalén para celebrar la Pascua le hicieron una visita a Felipe, que era de Betsaida de Galilea. Le dijeron: «Señor, queremos conocer a Jesús», Jn 12:20-21

En este relato encontramos algunos griegos o temerosos de Dios que desean ver a Jesús. Estos griegos le hacen una visita a Felipe que era de una ciudad medio pagana llamada Betsaida de Galilea. “Felipe se lo comentó a Andrés, y juntos fueron a preguntarle a Jesús. Jesús respondió: «Ya ha llegado el momento para que el Hijo del Hombre entre en su gloria.” Quizás con esta respuesta podrían pensar que es el tiempo del maestro, del éxito, popularidad, de la gloria y el triunfo. Jesús seguidamente responde de una manera muy diferente a las posibles expectativas de Felipe, de Andrés y de esos griegos. No es la hora de la notoriedad, sino es la hora que el grano de trigo debe ser sembrado y morir bajo tierra. Es la hora de una dolorosa siembra, no de la recolección triunfal. La fertilidad y reproducción pasa a través de la muerte. La hora y el tiempo de Jesús es el de la pasión, del paso de este mundo al Padre. En este tiempo nos podemos preguntar ¿Cuál es nuestra hora? ¿Cuál es la hora de la iglesia? “La gente quiere ver a Jesús” “La gente solamente necesita ver a Jesús”. No es ver nuestras estructuras, métodos, sistemas, jerarquías, prestigio, reglamentación, lucha por el poder y control. “Solo queremos ver a Jesús”. Así de simple, pero a su vez es necesario dar un paso que implica morir a una vieja mamera de ser. Dejar atrás lo que no sirve y nacer a una nueva manera de ser iglesia para los demás. Sino lo hacemos, simplemente nos quedamos solos. “Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo”. Que Dios nos ayude a repensar los modelos y formas que tenemos de ser iglesia y comunidad. Que podamos ser una comunidad abierta para los demás guiada por el Espíritu Santo.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

jueves, 14 de agosto de 2025

Competencia por el poder y el prestigio. Trepar en la escala social

 Jactancia y figuración

“Jesús siguió enseñando y les dijo: «¡Cuídense de los maestros de la Ley!", Mc 12:38-40

Nos encontramos en el Templo de Jerusalén y es tiempo de la Pascua. Según los historiadores llegaban a Jerusalén casi diez peregrinos por cada habitante. Era el momento oportuno para traer ofrendas y diezmos donde el Templo era el encargado de recolectarlos. Jesús dice: “Tengan cuidado de los maestros de la ley…”. Seguidamente comparte que a los maestros de la ley les gusta pasearse con ropas ostentosas, que los saluden en las plazas, ocupar los primeros lugares, apoderarse de los bienes de las viudas y a la vez hacen largas plegarias para impresionar a los demás. Jesús señala la jactancia y figuración. Jesús lanza una advertencia generalizada y describe la rigidez legalista con la explotación del poder que hacen los sacerdotes. Jesús al hablar de los maestros de la ley de Jerusalén, está enfocado principalmente en los que abusaban de su autoridad en sus visitas a los pueblos y aldeas rurales. Los acusa que les gusta hacerse ver y figurar en los primeros lugares en reuniones y cenas (probablemente festividades). Para estos maestros de la ley era algo normal. La sociedad estaba basada en el prestigio y el honor, como era toda la cultura mediterránea. La figuración era imprescindible, y estaba asociada con la riqueza y el poder. Estos religiosos participan de esa competencia por el poder, por el prestigio. Era lo que el imperio esperaba de ellos, pero no es lo que agrada a Dios. Todo el orden social en el Imperio romano expresaba esta idea (ver 1 Co 1:25-29). Si bien la crítica de Jesús apunta a los religiosos, es un tiro por elevación a todo el sistema de honores y poder. Estos maestros de la ley (que eran parte de la muy pequeña “clase media” de la época), por su ambición de “trepar” en la escala social no dudan en integrarse a un sistema de valores que contradice el sentido de disposición al servicio y humildad que predicaron los profetas de su pueblo. Dios nos vuelve a desafiar: “Para ti, la mejor ofrenda es la humildad. “Tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente”, Sal 51:17

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 13 de agosto de 2025

Tengan fe en Dios

 Mover Montañas

“A la mañana siguiente, Jesús y sus discípulos pasaron junto a la higuera, y vieron que se había secado hasta la raíz. Pedro recordó lo que había pasado el día anterior, y le dijo a Jesús: —Maestro, ¡mira! El árbol que maldijiste está seco. Jesús les dijo: —Confíen en Dios. Les aseguro que, si tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que pidan en sus oraciones sucederá. Si le dijeran a esta montaña: “Quítate de aquí y échate en el mar”, así sucedería. Sólo deben creer que ya está hecho lo que han pedido.» Cuando oren, perdonen todo lo malo que otra persona les haya hecho. Así Dios, su Padre que está en el cielo, les perdonará a ustedes todos sus pecados”, Mc 11:20-26

El hecho que la higuera fue secada de raíz significa que la destrucción fue total y que nadie en el futuro comería de este árbol. La Higuera está simbolizando al sistema religioso de la época con sus componentes políticos. Esto sirvió como advertencia del juicio que vendría en el año 70 DC cuando los romanos entraron en Jerusalén y destruyeron el templo. No dejará impune a un sistema religioso excluyente, de presión, abuso, control, robo y que no ha dado la libertad a la gente, sino la ha sometido a un legalismo que la ha esclavizado. “Pedro, acordándose, le dijo a Jesús: ¡Rabí, mira, se ha secado la higuera que maldijiste!” La respuesta de Jesús es “Tengan fe en Dios”. Jesús apela a la calidad de la Fe y la Oración. Les dice: “Les aseguro que si alguno le dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, creyendo, sin abrigar la menor duda de lo que dice sucederá, lo obtendrá.” Quitarse de aquí para allá o trasladarse parece ser una frase proverbial que significa quitar grandes dificultades, 1 Co 13.2. Implica que desaparezca un sistema de valores que no da libertad a la gente. El antídoto será la Fe, pedir por medio de la oración, apelar a su poder que incluye el amor a los enemigos y perdonar a otros. Somos llamados a seguir a Jesús y superar los obstáculos. Sigamos adelante haciendo un esfuerzo extra: “a tiempo y fuera de tiempo”. Oremos creyendo que Dios quitará los grandes obstáculos para la evangelización mundial.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 12 de agosto de 2025

¿Cuál es el fruto que busca el Señor en medio de su pueblo?

Procesos intencionales

“Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el templo y empezó a sacar de allí a los que estaban vendiendo y comprando. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero de otros países por dinero del templo, y también derribó los cajones de los que vendían palomas. Y Jesús no dejaba que nadie anduviera por el templo llevando cosas. Luego se puso a enseñar a la gente y le dijo: «Dios dice en la Biblia: “Mi casa será llamada ‘Casa de oración para todos los pueblos’.” Pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones», Mc 11:15-17

El problema del templo y su dirigencia era que aparentaba vida, pero sus hermosas hojas escondían un tremendo vacío. Debemos examinarnos y tener cuidado que no pase lo mismo en nuestro medio. Los pueblos que se acercaban a esta higuera no encontraban algo que les satisficiera la sed y el hambre. ¿Cuál es el fruto que busca el Señor en medio de su pueblo? Jesús les enseñaba con estas palabras: ¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones” ?, Mr. 11:17. Hace referencia a un reino inclusivo que Dios quiere instaurar. Su preocupación tiene que ver con todas las naciones, para todos los pueblos, a favor de todas las etnias. Jesús no se queda con sus límites nacionalistas sino los trasciende. Debemos cuidarnos de no estar centrados en nosotros mismos a favor de las instituciones olvidándonos de las necesidades menos alcanzadas de los no alcanzados y menos evangelizados. Se espera que como individuos e iglesias o comunidades comencemos un proceso intencional para alcanzar a los que están desposeídos del evangelio llevando el mensaje que transforma toda la existencia humana. El Señor está llamando a otras etnias para que también sean su pueblo e invita a su Iglesia a participar. ¿Cómo estamos respondiendo como Iglesia? ¿Qué procesos intencionales estamos comenzando para alcanzarlos?

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 11 de agosto de 2025

“No era tiempo de higos”

Las pretensiones de Dios

“Al día siguiente, Jesús y sus discípulos salieron de Betania. En el camino, Jesús tuvo hambre. A lo lejos vio una higuera que tenía hojas pero, cuando se acercó, no encontró ningún higo para comer. El árbol sólo tenía hojas, porque todavía no era época de higos. Entonces Jesús le dijo al árbol: «¡Que nadie vuelva a comer de tus higos!» Y sus discípulos lo oyeron.”, Mc 11:12-25

Este es un pasaje de difícil interpretación en los evangelios. Alessandro Pronzato se refiere a que se trata de una higuera que no tiene más pecado que el respetar sus estaciones. Podríamos definirla como una planta culpable de observar escrupulosamente el reglamento: “No era tiempo de higos”. Este episodio representa una parábola dramatizada. Son las pretensiones de Dios en relación con nosotros. Cristo nos pide algo más. Como si dijera: La fe tiene la obligación de realizar milagros. Podemos estar metidos en muchas actividades, pero tal vez tengamos nada más que hojas. Puedo aparentar que soy un árbol frondoso y lleno de hojas, pero lo que Jesús busca es fruto. Dios espera que su pueblo de fruto a tiempo y fuera de tiempo como Pablo se lo expresó a Timoteo: “Predica la palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”, 2 Ti 4:2. Dios nos considera capaces de hacer cosas imposibles. ”Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a dónde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho”, Jn 14:12. Cristo no solo ha muerto en la cruz para que tengamos vida eterna sino para que también seamos semejante a Él, realizando sus mismas obras.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox


viernes, 8 de agosto de 2025

Silencios y miradas

 Mirar, observar y meditar

“Cuando Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y se puso a ver cómo estaba todo. Pero como ya era tarde, se fue con sus discípulos al pueblo de Betania”, Mc 11:11

Cuando Jesús fue al templo se dedicó a mirar e indagar sobre el ánimo de los que estaban dentro. Aquella tarde lo único que hizo Jesús fue observar. Esos silencios y miradas suyas pueden causar preocupación y cierta turbación. El silencio de Dios es más inquietante que cualquier palabra suya. Ese silencio pudo ser una señal de que todo eso era extraño. Él no tiene nada que ver con lo que están tramando ahí dentro. Una vez más en todo tiempo es necesario la voz de los profetas para declarar que Dios no está de acuerdo con tal desorden. Dios nos concede una prórroga y espera lo mejor de cada uno de nosotros: “La casa puede estar en orden”. “Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”, Miqueas 6:8

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 6 de agosto de 2025

El triunfo de la humildad, de la modestia, de la mansedumbre

 Conquistas y triunfos

“Luego pusieron sus mantos sobre el burro, lo llevaron a donde estaba Jesús, y Jesús se montó sobre él. Mucha gente empezó a extender sus mantos sobre el camino por donde iba a pasar Jesús. Algunos cortaban ramas de los árboles del campo, y también las ponían en el suelo como alfombra. Y toda la gente, tanto la que iba delante de Jesús como la que iba detrás, gritaba: «¡Sálvanos ¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios!», Mc 11:2-11

Si de triunfo se trata, aquí estamos ante el triunfo de la humildad, de la modestia, de la mansedumbre, no del poder. Las únicas conquistas que es capaz este rey son las conseguidas con la fuerza del amor. Es un encuentro con la libertad y la fe. Es un triunfo de la discreción y un mesías privado de poder. Es un príncipe, pero no un príncipe guerrero que viene a conquistar por la fuerza: es un príncipe de paz. Una vez más puede afirmarse que Jesucristo se revela escondiéndose. Se manifiesta, pero sólo a los que tienen oídos para entender y ojos para ver. “El modo escogido por Jesús para su entrada en Jerusalén es para los que están abiertos para comprender su dignidad y al mismo tiempo, para ocultarla a los que no desean descubrirla”. Entusiasmada, la multitud grita y aclama, pero se tiene la impresión de que todo va dirigido a otro Mesías, no al que cabalga sobre un burro. Son expresiones correctas desde la ortodoxia, pero están viciadas, inaceptables. El problema está en las intenciones y Jesús se pudo haber sentido muy solo en medio de esa multitud. La gente pensaba en algo totalmente distinto del sufrimiento y de la muerte. A este Jesús no le pertenecía ni siquiera el animal que montaba, no poseía poder terreno y su conducta mostraba que los pensamientos de Dios son distintos a los pensamientos y caminos de la gente. El Señor tiene necesidad de nosotros y necesita un burro por algunas horas, nada más que esto. Es estar dispuestos a ser utilizados por él cuando así lo decida y a su vez estar contentos de que el triunfo es del Señor, no nuestro. No busquemos el primer plano, simplemente estar dispuestos una y otra vez a servir y no para un premio o una exhibición.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

«La misión es una tarea cotidiana de la iglesia en cualquier lugar, en cualquier tiempo y en cada generación»

   Resurrección y periferia “No se asusten —les dijo—. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está a...