lunes, 6 de febrero de 2023

Amar y recibir

 Discusiones en el camino

“¿Qué venían discutiendo por el camino? Ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí quién era el más importante.” Mr. 9:33-34
¿Cuál fue la respuesta de Jesús? Elaboró una parábola dramatizada. “Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”, Mr.9:35-36. Acto seguido: Tomó a un niño y lo puso en medio de ellos. “Abrazándolo, les dijo: El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió”, Mr. 9:37. La ubicación del niño en medio del grupo describe la forma de pensar de Jesús. La enseñanza de Jesús está centrada en dos movimientos: sentarse y abrazar. Jesús se sienta y enseña. Jesús toma a un niño y lo abraza. En estos dos movimientos Jesús muestra la paciencia que tiene con nosotros y nos recuerda cómo debe ser nuestra actitud de servicio. El Señor nos está presentando un modelo que tiene que ver con la sencillez, humildad y pequeñez. Nos habla del modelo de humildad en la comunidad del reino y de la necesidad de cambiar para pertenecer a él. No debemos hacer nada por egoísmo o vanidad. Se nos llama a considerar a los demás y no solo preocuparme por mis propios intereses. Jesús resalta en la dignidad del niño su ideología: Ser sencillos, humildes, servidores, amar, recibir y abrazar. Este mensaje es para todos nosotros. Jesús, corrige los valores y la conducta contraria al reino. Significa tener en cuenta a los débiles y desprotegidos. Seguramente las comunidades eclesiales de esa época podían tener los mismos problemas que tenemos hoy. ¿Cómo manejar “el poder” en nuestras relaciones eclesiales y sociales? Marcos da el antídoto y la respuesta al problema, Mr 10:15-16. Debemos arrepentirnos y cambiar. Volvernos pequeños, humildes y sencillos.
Carlos Scott

domingo, 5 de febrero de 2023

Contemplar y caminar

En marcha 

“Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre se levantara de entre los muertos». Mc 9:8-10
El texto de la transfiguración nos toca de cerca. En Jesús descubrimos que llegó el tiempo donde podemos ser transformados. Jesús nos invita a participar de la vida misma de Dios en nuestra condición humana. En nuestra vida debemos encontrar momentos en que nos apartemos para contemplar al Señor. Esta experiencia espiritual da lugar a una vida interior mucho más rica y plena. “Frente a ellos, Jesús se transformó: su ropa se puso tan blanca y brillante, como jamás aquí en la tierra podría blanquearse”, Mc 9:3. Esta blancura y brillo es la señal que nos ayuda a iluminar el próximo paso y el camino siguiente. «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo! », Mc 9:7. Los discípulos en la transfiguración encuentran un sentido de plenitud, pero llega el momento en que deben bajar de la montaña. En cada etapa el seguidor de Jesucristo debe aparecer como uno que está en marcha y no como alguien que ha llegado. Se trata de transformar lo superficial, lo inconsistente y las realidades más dolorosas de la existencia. “Sólo nos queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros, … Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros, … En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total.”, Ro 8:31-39  
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

sábado, 4 de febrero de 2023

Mirar, contemplar y reconocer

 Caminar y ser abiertos

“Seis días después, Jesús llevó a Pedro, a Santiago y a Juan hasta un cerro alto, para estar solos. Frente a ellos, Jesús se transformó: su ropa se puso tan blanca y brillante, como jamás aquí en la tierra podría blanquearse. Luego, los tres discípulos vieron aparecer al profeta Elías y a Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno que estemos aquí! Vamos a hacer tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra más para Elías. No sabía qué decir, porque todos estaban asustados.», Mc 9:2-6
Cuando hablamos de seguir a Jesús es importante abrir los ojos. Saber mirar, contemplar y reconocer. Es un buen consejo para todo viaje y seguimiento. El segundo consejo es no detenerse. Un buscador de Dios debe evitar detenerse. Lo más importante es darnos cuenta de que debemos continuar. Somos llamados a no detenernos y no aislarnos, caminar y ser abiertos, a dar y ensancharnos, descubrir la verdad y compartir con todos. El buscador de Dios supera la tentación de estancarse y puede ser capaz de transformar una realidad. Es alguien que se convierte en un don y señal para los demás. Ser creyentes quiere decir que somos incansables buscadores de Dios, no propietarios de Dios. Dios es la fuente de la que se tiene sed y los creyentes somos un pueblo que caminamos hacia él. Busquemos ser siempre alguien que busca. “Entonces apareció una nube que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!», Mc 9:7 “Después, Jesús eligió a setenta y dos discípulos, y los envió en grupos de dos en dos a los pueblos y lugares por donde él iba a pasar. Jesús les dijo: «Son muchos los que necesitan entrar en el reino de Dios, pero son muy pocos los que hay para anunciar las buenas noticias. Por eso, pídanle a Dios que envíe más seguidores míos, para que compartan las buenas noticias con toda esa gente. Y ahora, vayan; pero tengan cuidado, porque yo los envío como quien manda corderos a una cueva de lobos, … »Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos, y díganles que el reino de Dios ya está cerca”, Lc 10:1-9
Carlos Scott

viernes, 3 de febrero de 2023

Transformación

Procesos que dan vida

“El ciego respondió: —Veo gente, pero parecen árboles que caminan. Entonces Jesús volvió a ponerle las manos sobre los ojos. El hombre miró de nuevo con cuidado, y vio todo claramente, porque ya estaba sano”, Mc 8:24-25
En todo proceso es clave ser pacientes, no darnos por vencidos, no perder los sueños y perseverar. Intentar y seguir intentando, nos habla de ser tenaces. Seguir y continuar un proceso puede implicar que a veces no vemos con claridad. Este es el momento justo para seguir confiando en aquél que nos tomó de la mano. La realización de todo proceso y milagro no siempre ocurre entendiendo hacia donde vamos caminando. Todo buen proceso llega a un buen fin cuando entendemos que Dios está interviniendo y puedo confiar. “Pero ustedes tienen al Espíritu Santo, que Cristo puso en ustedes. Por eso no necesitan que nadie les enseñe, pues el Espíritu de Dios les enseña todo; y lo que él enseña no es mentira, sino la verdad. Por eso, sigan las enseñanzas del Espíritu Santo, y manténganse siempre unidos a Cristo.”, 1 Jn 2:27. “El Espíritu Santo vendrá y los ayudará, porque el Padre lo enviará para tomar mi lugar. El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he enseñado. »Les doy la paz, mi propia paz, que no es como la paz que se desea en este mundo. No se preocupen ni tengan miedo por lo que pronto va a pasar”, Jn 14:26-27 "Cuando venga el Espíritu Santo, él les dirá lo que es la verdad y los guiará, para que siempre vivan en la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que oiga de Dios el Padre, y les enseñará lo que está por suceder", Jn 16:13. Todo tiene su tiempo y estamos en el camino confiando en aquel que sigue siendo la verdad y la vida.

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

jueves, 2 de febrero de 2023

Nuestra existencia

Dejarse guiar

“Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo…, y vio todo claramente, …”, Mc 8:23
Los milagros son posibles cuando dejamos que Dios nos toque. El primer paso es dejarnos tomar de la mano. La luz viene cuando Jesús interviene y no de otras luces ilusorias. “Jesucristo nos enseñó que Dios es luz, y que donde Dios está no hay oscuridad”, 1 Jn 1:5. Es importante salir fuera, fuera de nuestro propio encierro, de nuestros viejos paradigmas, de nuestra reglamentación y legalismo, de nuestra falta de amor y misericordia para encontramos con la luz. Necesitamos que Dios ilumine las áreas oscuras de nuestra existencia y confrontarnos con esa realidad. La máscara, camuflaje y fachada no pueden resistir esta intervención. Todo sale a la luz, toda la apariencia exterior está destinada a darse por vencida y no resiste. Es la oportunidad para volver a Dios cuando hemos estado muy lejos de él. Dios es luz, la única luz y la que nos puede guiar cuando todo es oscuridad. Es la luz que nos puede sanar y salvar. Es como ir a un quirófano y es el quirófano de Dios. Solo él sabe cortar en el lugar justo y separar la parte enferma de la sana, hacer la sutura correcta y comenzar nuestra recuperación hacia la vida plena. La fe comienza con la luz y es el comienzo para salir de la oscuridad colocando nuestra mano en la mano de Jesús. “Él es la luz verdadera, que brilla cada vez más fuerte, y que hace que la oscuridad vaya disminuyendo. Si alguno dice que vive en la luz, pero odia a otro miembro de la iglesia, en realidad vive en una gran oscuridad. El que ama a los demás, vive bajo la brillante luz de Dios y no causa ningún problema a los de su iglesia.  Pero el que odia a otro cristiano, vive en la oscuridad y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego”, 1 Jn 2:8-11

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox


miércoles, 1 de febrero de 2023

Milagros

 Hechos para hacer milagros

“Los fariseos llegaron a donde estaba Jesús y comenzaron a discutir con él. Para ponerle una trampa, le pidieron que demostrara con alguna señal milagrosa que él venía de parte de Dios. Jesús se molestó mucho por esto, y dijo: «¿Por qué siempre piden ustedes una señal? Les aseguro que no se les dará ninguna.»  Entonces Jesús los dejó,...”, Mc 8:10-13
El evangelio relata entre otras cosas los milagros de Jesús. Su itinerario está señalado por acontecimientos prodigiosos: los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos quedan sanos, los sordos oyen, los muertos resucitan. Jesús en medio de su camino ve la miseria de la gente, se encuentra con la presencia del dolor y observa la fe. Jesucristo responde a la provocación del sufrimiento humano. El Señor respeta la libertad, deja la puerta abierta, pero sin obligar a entrar a nadie, sin golpes espectaculares. Nuestro Dios es “discreto”. La fe nos lleva al milagro. No rechacemos lo milagroso pretendiendo impedirle a Dios que sea Dios. Un milagro significa la libertad de Dios y él es libre para decidir cuándo realizarlo. No tiene necesidad de que le den una orden o pedir permiso para hacerlo. Los niños suelen decir: ¡otra vez! El milagro es un signo y una señal de que el Reino de Dios ya está entre nosotros. Estamos hechos para los milagros. No sigamos pidiendo otra señal. Jesucristo nos ha dejado la consigna de hacer milagros y superar los grandes obstáculos. Es el signo de nuestra fe. Milagros de fidelidad, de misericordia, integridad, generosidad, lealtad y amor. Esta generación pide una señal y tiene derecho a esperar de nosotros. ¿Qué señales podemos ofrecerles?, ¿Qué milagros podemos presentarles? Nuestro camino pasa por un mundo enfermo y lleno de desilusiones. Un mundo ciego por la violencia y el egoísmo. No solo contemos los milagros de Jesús. Dios nos considera capaces de hacer cosas imposibles y esta es nuestra vocación. “Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a dónde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho.”, Jn 14:12

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

martes, 31 de enero de 2023

Creer para poder ver

Dejarse tocar por Dios

“Cuando llegaron al pueblo de Betsaida, unas personas guiaron a un ciego hasta Jesús y le pidieron que lo tocara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo. Después le mojó los ojos con saliva, colocó las manos sobre él, y le preguntó si veía algo. El ciego respondió: —Veo gente, pero parecen árboles que caminan. Entonces Jesús volvió a ponerle las manos sobre los ojos. El hombre miró de nuevo con cuidado, y vio todo claramente, porque ya estaba sano”, Mc. 8: 22-25
Dios es alguien que toca a las personas y a su vez se deja tocar. Jesús aparece como un médico divino cuya curación se realiza hablando con el paciente. Dios es amor. La novedad relevante en este encuentro es que la curación se realiza en dos tiempos. Esta sanidad la podemos describir como un proceso donde recuperar la visión tiene que ver con creer y seguir creyendo, orar y seguir orando, caminar y seguir caminando. Es creer para poder ver y no necesariamente ver para poder creer. Las personas que guiaron a este ciego creyeron y pudieron ver el milagro. En el proceso de ver no siempre hay una claridad inmediata. Necesitamos que sus manos una y otra vez toquen nuestra vida para distinguir claramente. En los diferentes tiempos y sucesos es clave seguir escuchando su voz y confiar; no hay otro como él. Su manera de proceder no siempre coincide con lo que pensamos o deseamos, pero el final es su provisión amorosa para nuestro mejor desarrollo. Es su bendición e inagotable gracia. Este ciego es un no vidente sin nombre y quizás nos represente a cada uno de nosotros. "Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes. Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!", Salmo 27:13-14
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

lunes, 30 de enero de 2023

La gracia y el amor

  Asumir su Vida

“Tengan cuidado, ¡Ojo con la levadura de los fariseos y la de Herodes!... ¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen la mente embotada? ¿Acaso no recuerdan? Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿Cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? Y cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogieron? ¿Y todavía no entienden? Mr 8:14-21
Este pasaje nos habla que los discípulos estaban hablando que no tenían pan. El Señor les advierte sobre la levadura de los fariseos y la de Herodes: “Tengan cuidado; ¡ojo con la levadura de los fariseos y con la de Herodes! La levadura de los religiosos o fariseos es la preocupación morbosa en mantener el control sobre la religiosidad del pueblo a través de la reglamentación. Representaba la hipocresía, la piedad mal entendida convertida en legalismo, la justicia sin la misericordia. Es alejarnos de la gracia, del amor, de la gratitud, del respeto al otro para caer en el abuso del poder (Os 6:6, Mi 6:8, Mt 12:1-8, Mt 9:12-13). La levadura de Herodes representa una sociedad sin Dios, secular, sin necesidad de depender de Dios, añadiendo los valores del sistema vigente, aceptar por bueno lo que es malo, corrupción, poder, manipulación, resultados exitistas sin Dios. Es decir, el “mercado manda” y seguimos sus reglas postrándose ante sus métodos. Somos llamados a formar “comunidades eclesiales” que reflejen el espíritu de reconciliación, respeto, aceptación, perdón y amor. El ejercicio del liderazgo en la vida de las iglesias locales deberá estar marcado por el modelo de Jesús y mostrar un contraste con el caudillismo y otras deformaciones causadas por el abuso del poder. Seguir a Jesús significa asumir su vida y misión. Jesús les recuerda a sus discípulos que no deben preocuparse de la comida, el vestido y donde dormir. Nos proyecta a ser y hacer como Jesús cuando les dijo: “Crucemos al otro lado” Mr. 4.35. ¿Y todavía no entienden?

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

domingo, 29 de enero de 2023

El grito del descriminado

"Los excluidos"

“Jesús volvió a salir de la región de Tiro. Pasó por la región de Sidón y llegó al Lago de Galilea, en el territorio de Decápolis. Allí le llevaron a Jesús un hombre sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera las manos sobre él para sanarlo. Jesús tomó al hombre y lo llevó aparte, lejos de la gente. Luego puso sus dedos en los oídos del hombre y le puso saliva en la lengua. Después miró al cielo, suspiró y dijo: «¡Efatá!», palabra que significa «¡Ábrete!» En ese momento el hombre pudo oír y hablar normalmente. Jesús le ordenó a la gente que no se lo contara a nadie... más lo contaba la gente, porque estaba muy admirada y decía: «Jesús todo lo hace bien», Mc 7:31-37
Jesús se siente bastante bien entre los impuros y excluidos. Él quiere llevar la salvación a todos aquellos que son considerados “infieles” y prueba nuestra compasión por el sufrimiento humano. Jesús lleva aparte a una persona sorda y tartamuda y su milagro realizado está lejos de la gente; en lugar aparte. La sanidad que realiza Jesús no necesita un gesto espectacular que esté destinado a impresionar a otros. En Jesús ha llegado ya el Reino de Dios y se cumple la palabra profética que dice “Y cuando él venga, abrirá los ojos de los ciegos y destapará los oídos de los sordos. El cojo saltará como un ciervo, y los que no pueden hablar ¡cantarán de alegría!”, Is 35:5-6. Para nosotros en este día la presencia de Jesús por medio de su Espíritu Santo es un motivo de confianza y de esperanza. Para escuchar a Jesús es necesario ir aparte, lejos de la gente y encontrarnos cara a cara con Él. Es recobrar la capacidad de escuchar y la posibilidad de hablar. Jesús suspira por nosotros y nos dice «¡Ábrete!». Hay que dejar hablar al que no es mudo. Abrirnos a la escucha, a la comprensión profunda de una relación con Dios y nuestro prójimo. Ahora Dios nos espera en otra parte porque la exclusión y marginación se ha convertido en la manera más común de defender la tranquilidad. Cuando escuchamos el grito del excluido y discriminado es el comienzo para dejar atrás la sordera. No nos quedemos mudos cuando intentan amenazar la misericordia. Jesús, “todo lo hace bien”.
Carlos Scott

sábado, 28 de enero de 2023

"Vete tranquila"

 “Persistir y no sucumbir”

“Pero Jesús le dijo: —Deja que primero coman los hijos, pues no está bien quitarles la comida para echársela a los perros Y ella le contestó: —¡Señor, eso es cierto! Pero aun los perros comen las sobras que se les caen a los hijos debajo de la mesa. Jesús le dijo: —¡Mujer, es muy cierto lo que dices! Vete tranquila a tu casa, pues el demonio ya salió de tu hija” Mc 7:27-29
Nos encontramos con una mujer que ha sido marginada. Esta mujer fue muy hábil, le dio la razón a Jesús y consiguió volver el argumento a su favor. Tomó al maestro por la palabra y la puso de su parte. Su argumento consiste en darle la razón a Jesús. “Ya no pretendo el pan de los hijos, pero será suficiente con las sobras”. ¿No está destinada tu gracia a los que están desprovistos de ella? La fe consiste en dejarnos arrebatar o arrancar por parte de Dios. Una palabra dura es aceptada por ella y Jesús le da lo que ella quiere. Es entregarnos sin poner nuestras pretensiones. Jesús nos llama a persistir, se deja superar ante la expresión de esta mujer y se deja llevar por esa palabra. “Jesús le dijo: —¡Mujer, es muy cierto lo que dices!”. El Señor busca en nosotros una palabra, es la que le interesa y quizás la que nunca ha oído por parte nuestra. Es la palabra y expresión que me puede llevar tranquilo a casa.
Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox

martes, 24 de enero de 2023

Una mesa abierta para todos y todas

“Las sobras”

“Pero aun los perros comen las sobras que se les caen a los hijos debajo de la mesa”, Mc 7:28
Nos encontramos con una mesa servida donde hay abundancia y por otro lado una mujer que está dispuesta a comer de las sobras que se les caen a los hijos de la opulencia. Esta mujer es extranjera y no es tenida en cuenta. Mientras que algunos discuten porque los discípulos no se lavaban las manos antes de comer, hay otros que necesitan disfrutar de la fragancia del pan en sus propias manos, Mc 7:1-23. Jesús tuvo un enfrentamiento con los religiosos sobre lo que es puro e impuro y luego se va hasta la región de la ciudad de Tiro, quizás para descansar. Es territorio de "infieles", el territorio de la "impureza" y su decisión de tomar tiempo con ellos es una bofetada a la religiosidad mal entendida. Jesús está empeñado en preparar a su gente y llevarlos a una experiencia que les haga ver que se esperaba de ellos. Jesús en su accionar marca una falsa espiritualidad que lo único que hacía era excluir y condenar. Jesús dramatiza en esta escena la actitud que solía tener su pueblo y nos ayuda a pensar que debemos ser inclusivos. La fe y la espiritualidad se suelen encontrar en la periferia. Hay una mujer que ruega por la sanidad de su hija; está dispuesta a superar los obstáculos y límites de todo tipo. El pan de vida es para toda la humanidad, todas las etnias y todas las naciones. La mesa que ha sido preparada para los hijos tiene que ser “una mesa abierta para todos”. Jesús todo lo hace bien, Mc 7:37.
Carlos Scott

Dejar los prejuicios

  Desliz "¿Tú qué opinas?", Jn 8:5 Dios nos llama a purificar nuestra vida y la forma de ver la vida. Se trata de salir de nuestro...