La espiritualidad que permanece
"Te exaltaré, mi Dios y Rey, y alabaré tu nombre por siempre y para siempre. Te alabaré todos los días; sí, te alabaré por siempre. ¡Grande es el Señor, el más digno de alabanza! Nadie puede medir su grandeza. Que cada generación cuente a sus hijos de tus poderosos actos y que proclame tu poder. Meditaré en la gloria y la majestad de tu esplendor, y en tus maravillosos milagros. Tus obras imponentes estarán en boca de todos; proclamaré tu grandeza. Todos contarán la historia de tu maravillosa bondad; cantarán de alegría acerca de tu justicia.", Salmo 145 1-7
La vida está en constante movimiento, y es difícil predecir qué tendencias van a durar y cuáles serán momentáneas. La palabra de Dios tiene una constante: “Tu reino es un reino eterno, tu dominio permanece por todas las edades.”, Salmo 145:13.
Esta alabanza de adoración escrita por David le recordaba al pueblo la grandeza de Dios e invitaba a "cada generación a celebrar sus obras y proclamar su grandeza para que todo el mundo le conozca"
En la vida del pueblo, este Salmo era recitado tres veces al día y se convertía en una realidad al hablar del esplendor de la gloria del Señor, de su poder, fidelidad y bondad.
Meditaban en sus obras maravillosas: Dios es bueno, está cerca, nos cuida, atiende nuestro clamor, es generoso, sostiene al agobiado y levanta al caído. El Señor nos da alimento, nos sacia con su favor y se compadece de su creación. Es justo, clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor.
Todo esto nos recuerda quién es Dios, a diferencia de otros reinos y gobiernos terrenales. Él es siempre compasivo y su reino durará por siempre
En medio del constante cambio Dios permanece fiel. Entonces, nuestro servicio y entrega valen la pena.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox