Poder en la dificultad
“Llamaron a los apóstoles y mandaron que los azotaran. Luego les ordenaron que nunca más hablaran en el nombre de Jesús y los pusieron en libertad. Los apóstoles salieron del Concilio Supremo con alegría, porque Dios los había considerado dignos de sufrir deshonra por el nombre de Jesús. Y cada día, en el templo y casa por casa, seguían enseñando y predicando este mensaje: «Jesús es el Mesías», Hch 5:40-42Pedro y Juan predicaban el evangelio. No lo predicaban para provocar celos, sino para ser fieles a lo que el Señor les había encomendado. Los dirigentes se concentraban en mantener su poder y ellos utilizaron todo tipo de legalismo formal para afirmarlo. Si los apóstoles despertaron celos y envidia, no fue por culpa de ellos, sino por culpa de los poderosos que no estaban dispuestos a que se cuestionara su autoridad. Finalmente, el concilio ordeno que azotaran a los discípulos y que no hablaran más en el nombre de Jesús. Lo sorprendente fue que a pesar de ser azotados salieron con alegría, no se avergonzaron por proclamar a Jesús y compartir en quien habían creído. El castigo y las circunstancias adversas no les quito la alegría. Somos la comunidad del Espíritu Santo y podemos ser fortalecidos confiando en su poder. Encontramos la paz y la alegría que nos da la esperanza porque el perfecto amor hecha fuera todo temor. El perfecto amor de Dios por cada una de nuestras vidas nos hace más que vencedores. Estamos seguros, tranquilos y contenidos en ese amor que quita los temores y hay poder en medio de las dificultades. Ser testigo implica afirmar el valor que hay en seguir a Jesucristo. “En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total”, Ro 8:37
Carlos Scott