sábado, 10 de abril de 2010

La Misión Transcultural

La Misión Transcultural

Cuando hablamos sobre la misión transcultural primeramente estamos hablando de la misión de Dios (missio Dei). Dios es un Dios misionero. La misión existe simplemente porque Dios ama a las personas. Dios quiere rescatar a la humanidad de su deshumanización en lo moral, espiritual, físico, intelectual, social, económico, político y cultural. El establecimiento de su reino es la misión de Dios. Podemos concebir a la misión como un movimiento de Dios hacia el mundo donde la Iglesia es un instrumento para esa misión. La iglesia tiene el privilegio de participar pero la misión no es suya y no le pertenece a ningún proyecto privado. «La Iglesia se encuentra al servicio del movimiento de Dios hacia el mundo»[1].

La misión transcultural implica extendernos a todas las etnias de la tierra ocupándonos de los diferentes aspectos de la vida de la gente. La iglesia es el agente de la misión no su meta. La iglesia no es el reino de Dios sino su comunidad. La iglesia es comunidad del reino de Dios que participa en la misión universal (transcultural). La iglesia no existe para si misma sino para servir a la humanidad y anunciar la inauguración del reino de Dios en la persona de Jesucristo. La iglesia es misionera por su naturaleza, dimensión e intención.

Jesús es el reino de Dios encarnado. «El reino de Dios, no es una ética, ni una ideología social sino el mensaje que se centraliza en una persona; la persona de Jesús el Mesías»[2]. El reino está presente pero no se ha consumado por lo tanto el reino ha de venir. Es un “ya” y “todavía no”. En su misión, la iglesia testifica la plenitud de la promesa del reino de Dios y participa en la continua lucha de este reino contra los poderes de la oscuridad y el mal.

Podemos acercarnos a decir que la misión transcultural es cuando el pueblo de Dios se une a la misión de Dios cruzando intencionalmente barreras sociales, políticas, culturales, idiomáticas, étnicas, de iglesia a no iglesia, en palabra y obra, anunciando la venida del reino de Dios en Jesucristo, invitando a las personas a reconciliarse con Dios, consigo mismas, unas con otras y con el mundo, integrándose a la vida de la iglesia con miras a la transformación del mundo hasta que el Señor vuelva (Ver concepto de misión por Chuck Van Engen[3]).

Algunos pueden entender la misión transcultural en términos de plantar iglesias en otras latitudes como también en salvar a los individuos de la condenación eterna, otros la pueden percibir en categorías eclesiásticas, como la expansión de la Iglesia o de una denominación específica cruzando barreras geográficas y culturales. Pero si vamos a entender el evangelio y la misión conforme a toda la escritura de Génesis hasta Apocalipsis, lo tendremos que entender enfáticamente como “bendición a todas las etnias” en lo espiritual, físico y material abarcando los aspectos sociales, culturales, políticos y económicos. Al hablar de misión transcultural estamos hablando de un mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y esta dirigido a todo ser humano considerando la totalidad de su persona.

Por lo general hay una tensión entre lo que se denomina misión global y misión local. Muchas veces estos términos están enfrentados sin darnos cuenta que forman parte de la misma moneda. Debemos integrar las diferentes esferas según lo expresa el texto de Hechos 1:8. Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra describe las esferas o áreas de servicio donde lo local y global están integrados. Nos habla de ser testigos en forma “simultanea” y no hacer la tarea en forma secuencial. Ninguna área de servicio debe ser la más importante. Las mismas deben estar balanceadas o equilibradas dando dignidad, simultaneidad y atención a cada una.

El pacto de Lausana[4] expresa: “La iglesia que no es misionera es en sí misma una contradicción, y apaga el espíritu”. Según el pacto de Curitiba[5] «La misión no puede ser un departamento aislado de la vida de la iglesia, sino que hace parte de la propia esencia de ella, pues “o la iglesia es misionera o no es iglesia.” Así que la misión involucra a cada cristiano en la totalidad de su vida».

La iglesia ha sido llamada y enviada para participar en la misión de Dios. Este envío y mandato no es algo opcional (Mateo 28:18-20, Marcos 16:15, Juan 20:21, Hechos 1:8). Debe haber una moralidad de la Fe. Implica escuchar el grito de los pobres, oprimidos y perdidos. Debemos preguntarnos: ¿Por qué todavía el 27% de la población mundial no ha tenido acceso al evangelio o escaso acceso al mismo? ¿Qué pasa con los que no han tenido conocimiento del evangelio? Nuestro mundo tiene hoy 6.4 mil millones de gente que viven en 234 naciones geopolíticas, pero en más de 16.000 etnias. De esas etnias, más de 6.600 grupos permanecen como los menos alcanzados o no alcanzados integralmente. La iglesia necesita asumir un compromiso más intencional en la evangelización mundial. John Stott dijo: “La acción sin reflexión es fanatismo en acción pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda acción.”


Resumiendo decimos que la Biblia entera muestra el plan de Dios de reconciliar consigo todas las cosas por medio de Jesucristo (Colosenses 1:15-20). La iglesia es el instrumento de Dios para llevar a cabo su plan. La misión de Dios es un atributo de Dios mismo que se expresa en su accionar por redimir a la humanidad e invita a su iglesia a participar. El mundo es la escena de la actividad de Dios y no debemos retirarnos de él. El servicio al mundo es un servicio a Dios y es un reflejo del reino venidero de Dios independientemente de los resultados que se obtengan.
La misión es universal (transcultural) e integral. La misión integral sin ser universal se convierte en localismo. Es etnocentrismo y egoísmo. Nos ocupamos de la gente cercana pero no de la gente lejana. Por el otro lado, la misión universal sin ser integral se convierte en proselitismo. Corremos el riesgo de ocuparnos únicamente del aspecto religioso, personal, interno, pero sin ocuparnos de todos los aspectos de la vida humana de la gente.

CLADE III [6] señala: «Toda la iglesia es responsable de la evangelización de todos los pueblos, razas y lenguas. Una fe que se considera universal, pero que no es misionera, se transforma en retórica sin autoridad y se hace estéril. La afirmación de que toda la iglesia es misionera se basa en el sacerdocio universal de los creyentes. Es para el cumplimiento de esta misión que Jesucristo ha dotado a su iglesia de dones y del poder del Espíritu Santo».

Dios llama a todos los creyentes a participar y comprometerse en su misión.

Misión GloCal,
Tinogasta 5684(1408), Ciudad Autónoma Buenos Aires (CABA), Argentina

Teléfono: 54-11-4642-1036 E-mail: misionGloCal@ciudad.com.ar, licscott@yahoo.com.ar
English Blog: http://glocalmission.blogspot.com/

[1]Schmitz, Josef, 1971: Die Weltzuwendung Gottes: Thesen zu einer
Theologie der Mission. Imba-Verlag, Friburgo-B.
[2]Davies, Pablo: Ponencia El Reino de Dios y la Misión Transcultural, (Encuentro Nacional de la Red Misiones Mundiales, Córdoba, Argentina, 2002)
[3]Deiros, Pablo Alberto: Diccionario Hispano-Americano De La Misión. Casilla 711, 3000 Santa Fe - Argentina : COMIBAM Internacional, 1997

[4]Pacto de Lausana, Congreso para la Evangelización Mundial, (Lausana, Suiza, 1974)
[5]Pacto de Curitiba, Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (Curitiba, Brasil, 1976 )
[6] CLADE III, Declaración de Quito, Tercer Congreso Latinoamericano de Evangelización (Quito, Ecuador, 1992)